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Miércoles 16 de Enero de 2013 10:40

Comida de verdad

Uno de los objetivos del blog es empezar a cocinar "comida de verdad" (una no puede vivir a base de galletas y tartas, o más bien no debe) y documentar mis intentos. Hacer, voy haciendo cosas; la mayor dificultad es sacar las fotos antes de que se enfríe el plato en cuestión o incluso acordarme de que tengo que hacer fotos cuando el hambre apremia. La verdad es que la gente que hace ésto o tiene mucha más paciencia que yo o un gusto por la comida templadita tirando a fría. En cualquier caso, tienen mucho mérito. Puede que por eso el primer post salado sea una medio trampa (un bocadillo) y que la foto no sea muy atractiva, pero para eso está la estilista de la página web de Jamie Oliver.

Este bocadillo, las patatas y la ensalada de remolacha que lo acompañan están basados en uno de los "30 Minute meals" de Jamie Oliver, el último programa del cocinero inglés en el que hace comidas completas, es decir, 3 platos por lo menos, en 30 minutos. A pesar de que cada vez que lo ve mi abuela siempre dice: " madre mía este chico qué guarro es! no se lava las manos, lo toca todo..." a mí siempre me ha gustado y aunque este último programa no parece de lo más realista porque yo, ni tengo las 4 manos que parece tener él, ni el duendecillo que se debe encargar de limpiarle la cocina después de que la arrase, aún así me da ideas para hacer cosas más rápidamente. Ejemplo número uno: las patatas que corté en trozos pequeños, cocí en la misma sartén en la que, tras escurrirlas, las salteé. Al cortarlas pequeñas consigues cocinarlas rápidamente y al hacer el combo cocción-salteado con poco aceite, quedan blanditas por dentro y con zonas doradas por fuera. Si a ésto le sumas unos dientes de ajo el resultado son unas patatas sabrosas y rápidas de hacer, así que una vez más: gracias Jamie.

La ensalada de remolacha es muy sencilla y lo bueno es que se puede hacer con ingredientes que cualquiera puede tener en la nevera. En el perrito en lugar de poner el "horseradish sauce" que pone él, puse mostaza y entre la mostaza, la salsa de pimientos, el aceite de los pimientos y los jugos de la carne queda un bocadillo muy sabroso. El toque final fue usar una barra del Pain Quotidien que no tiene nada que ver con la mayoría de las barras que encuentras en las panaderías normales y corrientes. La costra es crujiente, tiene algo más de sal y la miga es más contundente, lo cual viene bien para un bocadillo con salsas, aunque sea de lo poco que una se pueda permitir en el lugar de las tartaletas a 5 euros.

Por cierto, la cena: revuelto de las patatas que sobraron machacadas, con queso cheddar rayado y lo que sobró de la ensalada de remolacha. Vamos que el menú del bocadillo gourmet da mucho de sí.

Miércoles 09 de Enero de 2013 13:25

Tarta de Santiago

Uno de mis desayunos preferidos es un café con tarta de Santiago. Cualquier dulce de almendra me pierde, de hecho si hubiese una competición de comer mazapán ganaría fijo. A la mayoría de la gente el mazapán o no le gusta o, si le gusta, le empacha. Pues a mí al revés: las cajitas pequeñas de 6 u 8 mazapanes me duran 15 minutos. Y eso es porque al comerme tres seguidos entra en acción el sentido de culpabilidad y los guardo pero los acabo volviendo a sacar al minuto y medio.....

Aún así intento reprimirme y dosificarme para que dure más el disfrute, como cuando te comes antes los bordes del sandwich para dejar lo mejor para el final. Que quede claro que cuando digo mazapán me refiero a mazapán del bueno, el de Toledo, no a los engendros esos que vienen en bolsitas de plástico que parecen arenilla amalgamada que no hay quien se los coma.

A la tarta de Santiago le pasa un poco como al mazapán: o es buena o es otra cosa. Como la masa es básicamente huevo, almendras y azúcar y las almendras son bastante caras, en muchos sitios hacen bizcocho de almendra y no tarta de santiago, y claro, se nota. Yo no suelo ir a Galicia, con lo cual hace tiempo que no tomo una tarta de Santiago autóctona, pero mi padre es de León y cada vez que van traen o pastas o tarta de Santiago de una pastelería que se llama "La Asturiana" y que, casualidades de la vida, hace una tarta de Santiago que está para morirse. El único cambio que introducen a la tarta típica, y que yo creo que la mejora, es añadir unas almendras troceadas y tostadas por encima de la tarta antes de espolvorear el azúcar glas. Estas almendras lo que dan es una textura crujiente que queda muy bien con el interior suave y jugoso típico.

En casa llevo haciendo esta tarta varios años y la verdad es que es bastante sencilla y le encanta a todo el mundo. La receta es del Larousse de los Postres de Pierre Hermé. Las tres claves para una tarta de Santiago perfecta (a mi parecer) son: hacer la masa de debajo lo más fina posible, no pasarse en la cocción y las almendritas por encima. A veces echo la canela y el limón que viene en la receta y a veces no, para gustos los colores.

RECETA: para un molde de 24cm de diámetro (Larousse de los postres, Pierre Hermé)

Para la masa:  50ml aceite de girasol

                    50ml leche

                    100gr harina

                    25gr azúcar

                    3gr sal

 

Para el relleno:  4 huevos

                        200gr almendras molidas

                        200gr azúcar

                        ralladura medio limón

                        5gr canela molida

                       Azúcar glas para espolvorear por encima

                       Almendras trozeadas para colocar encima de la tarta

Instrucciones: 

 

1. Mezclar el aceite, la leche, la harina, el azúcar y la sal hasta que quede una masa suave y homogénea.Taparla con un paño y reposar durante 30 minutos

2. Extender la masa con el rodillo hasta un grosor de 3mm y forrar el molde desmoldable.

3. Precalentar horno a 180ºC. Trocear almendras y tostarlas en el horno.

4. Batir huevos, azúcar, canela y ralladura de limón hasta que quede espumoso.

5. Añadir las almendras molidas y mezclar bien. Colocar sobre la masa en el molde.

6. Hornear durante unos 35 mins hasta que la superficie quede dorada.

7. Dejar enfriar. Colocar las almendras tostadas trozeadas sobre la superficie y espolvorear con azúcar glas.

Miércoles 02 de Enero de 2013 12:39

Chocolate chip cookies

Todo el mundo ha probado alguna vez a hacer galletas con chips de chocolate. De hecho uno de mis primeros intentos, cuando era pequeña, no fue de lo más prometedor. Me equivoqué y en lugar de echar azúcar eché sal.... Cuando la cocina empezó a oler raro, en lugar de pensar que había hecho algo mal ya le estaba echando la bronca al prójimo: mamá!!!! no has limpiado la bandeja después de la lubina a la sal!!!!! Al sacarlas aquello no estaba ni medianamente comestible, lo cual es lógico teniendo en cuenta que había echado 100-150gr de sal, y que con una "pizca" ya has sazonado una cazuela de lentejas..... A partir de entonces la sal y el azúcar van en botes completamente distintos.

Superado el trauma de la sal (y mira que me gustan los postres de chocolate o caramelo con sal) me puse a buscar recetas de chocolate chip cookies. Buscando en google aparece ésta como una de las mejores.

 

 

 

 

 

 

 

 

El resultado está bastante bien, sobre todo recién salidas del horno. El exterior queda crujiente, mientras que el centro queda más jugoso y blandito. Lo mejor son los trozos de chocolate derretido y las zonas con sal. En lugar de usar chips de chocolate yo siempre troceo la tableta de chocolate que tenga a mano, lo cual es más cómodo, más barato y puede que hasta haga que las galletas sepan mejor porque los trozos de chocolate son más grandes.

El problema de estas galletas es que para conseguir las distintas texturas hay que hacerlas bastante grandes. Además, no sé porqué, pero cuando me toca hacer las bolitas de masa para hornearlas empiezo haciendo bolas de un tamaño decente y acabo con pelotas de tenis. Y claro, como en el horno estas galletas se esparcen bastante salen del tamaño de una minipizza individual, y claro, cuando se las ofreces a alguien te miran asustados

Algunas semanas después descubrí a David Lebovitz y la búsqueda del santo grial de las galletas acabó aquí. El blog de este hombre me encanta porque no solo incluye recetas (todas las que he probado son fáciles y están riquísimas), sino también anécdotas de su vida de americano expatriado en Paris (de las que ha escrito un libro). Aunque a mí me caen bien los franceses, me hace mucha gracia lo difícil que se lo ponen a este hombre aunque solo sea para comprar alguna cosa en una tienda o sacar dinero del banco.

Volviendo al tema de las galletas: la diferencia básica entre esta receta y el resto es que hay que meter la masa en la nevera unas cuantas horas o un día y que se añaden nueces tostadas. Metiendo la masa en la nevera lo que se consigue es que la mantequilla tarde más en derretirse en el horno, con lo cual las galletas no se aplanan tanto. Tostar las nueces es más importante de lo que parece. Yo de hecho antes me saltaba este paso (como me suelo saltar lo de tamizar la harina por no manchar un colador), pero he comprobado que 5 minutos en el horno hace que las nueces sepan más a nueces, así que a obedecer al maestro!!

 

 

 

 

 

 

Estas galletas no salen tan grandes y son PELIGROSÍSIMAS. Vamos que aunque las saques del horno después de tres platos y postre pruebas una. Y si pruebas una repites con otra... y así sucesivamente. Tienen la mejor textura de todas las que he probado: ni se te pegan a los dientes ni las tienes que partir con um martillo, son PERFECTAS. David también es partidario de los trozos de chocolate, más que de los chips y en estas galletas se quedan en un estado medio fundido: mantienen la forma pero al morder está medio derretido aunque lleven dos horas fuera del horno. En fin, el que a estas alturas no esté convencido de que ésta es LA GALLETA no tiene remedio...

La receta esta aquí. Yo como siempre hice la mitad, por eso del autocontrol.

 

 

Miércoles 26 de Diciembre de 2012 16:13

Old fashioned chocolate cake

Esta tarta es el típico dulce británico-americano que por las cantidades de azúcar que necesita parecería que solo podría gustarle a un niño de estos que se come las tabletas de chocolate de una sentada, pero la han probado no golosos y también les ha gustado - misterios de la vida....

La tarta es de Nigella Lawson. El otoño pasado, cuando descubrí los vídeos de sus programas en youtube no paré hasta verlos todos. Me pasa lo mismo con Jamie Oliver: entre lo monas que son las cocinas, las vajillas, los "kitchen aid" de colorines que siempre tienen hasta en la casa de la playa (como si costasen 20 euros y los vendiesen en los chinos) y el acento british, sobre todo el de ella, puedo tragarme 3 programas seguidos tranquilamente. La otra razón de mi afición a Nigella es que tiene infinidad de trucos para hacer postres resultones en 15-20 minutos.

La receta, como muchas de las de éstos dos, aparece en su página web, así que no hace falta ni comprarse el libro!  El vídeo de Nigella en acción lo podéis ver aquí.

 

Lo mejor de esta tarta es que los bizcochos se hacen en nada con el "food processor" que tanto le gusta a Nigella y que en mi caso es el accesorio que venía con la "minipimer".... lo mío es el glamour!. En lo que más se tarda es en esparcer el "frosting", pero como esa es la parte más entretenida, yo no tengo quejas.

 

 

 

Viernes 25 de Febrero de 2011 10:08

Pizza de bacon y calabaza

Hace unos meses descubrí un pequeño sitio en la calle del Barco llamado pizza al cuadrado que sirve trozos de pizza al peso para tomar en la barra o para llevar. Lo bueno es que suelen tener unos 5 tipos de pizza y puedes coger un trozo de cada uno. Lo malo es que la barra es un poco justa y no hay baños, con lo cual yo siempre acabo comiendome la pizza por la calle de vuelta a casa, que no es tarea fácil si hay que hacer equilibrios con la caja, la botella de agua, la servilleta y la pizza calentita.


Aún así estas pizzas tienen un efecto hipnótico sobre mí: me apetecen a todas horas, así que ultimamente acabo visitándoles un domingo sí y otro también  y el pasado descubrí que por fin han habilitado otro local con mesas para evitar ir dejando rastro a base de tomatitos cherry de camino a casa a lo Hansel y Gretel. Las pizzas a simple vista tienen pinta de tener una masa gorda y blandurria, pero están crujientes por debajo y tienen la suficiente masa para aguantar los ingredientes que llevan encima que son el punto fuerte: prosciutto con champiñones con una salsa de trufa, calabaza con panceta, etc.

 

 


Obviamente en cuanto probé la que llevaba el aceite de trufa pensé: ya está, he encontrado la madre de todas las pizzas, la gente cuando venga a casa me va a pedir que les adopte!! El problema está en el dichoso aceite de trufa. Una botellita pequeña que encontré eran 15 euros y la verdad es que la economía no está como para esas alegrías, así que dejé aparcada momentáneamente la idea...


Hasta el fin de semana pasado que volví a probar la de calabaza y decidí que ya era hora de hacer una pizza original, así que compré calabaza en el supermercado (algo que yo creía que los españoles no comprábamos ni para hacer decoraciones de halloween, pero que parece que cada día se ve más) y me puse manos a la obra. La receta de la masa es esta y lo suyo es hacer una buena cantidad, dividirla en varias bolas y congelarlas para cuando hagan falta.

 

 

La calabaza que compré la corté en daditos, la puse en una bandeja de horno y la cociné a unos 200º hasta que se quedó blanda y con algún borde tostado, con algo de sal, pimienta, un chorrito de aceite, algún trozo de bacon y dos dientes de ajo enteros. Esta receta la verdad es que merece la pena aunque solo sea por lo bien que huele la cocina cuando esto está en el horno.


Cuando estuvo todo hecho lo trituré et voilá: crema de calabaza (o eso creo porque la verdad es que hice lo que me pareció sin seguir ninguna receta). La consistencia es perfecta para la pizza, ya que queda como una salsa de tomate muy espesa. Además al echarle el bacon y el ajo se equilibra un poco el dulzor de la calabaza, que si no puede ser algo excesivo. Obviamente hice para más de un día porque la media calabaza que compré era bastante hermosa, aún siendo de las alargadas que son más pequeñas.


Para montar la pizza esparcí la crema de calabaza sobre la masa extendida, añadí algo de mozzarella por encima y finalmente el bacon. Como mis rodajas de bacon eran algo más gordas que las que usan ellos decidí cortarlo en trocitos y saltearlo un poco antes para asegurarme de que el bacon estuviese hecho al mismo tiempo que la masa de la pizza.


El resultado: un éxito total, es una pizza muy sabrosa, con el buen sabor que le da el bacon a todo, pero también con un toque un poco dulce por la crema de calabaza. La pimienta en la crema de calabaza es imprescindible para darle un puntito picante al final. De hecho nos gustó tanto que voy a repetir mañana con la crema que sobró.


Tengo que hacer algo con las fotos de las recetas saladas, pero esto de esperar para comerla recién salida del horno se me sigue haciendo un poco cuesta arriba, así que a ver si cuando la haga mañana tengo más paciencia y consigo algo mejor.

 

 

Martes 15 de Febrero de 2011 10:53

"The Baked Brownie" + The Civil Wars

Hace años que no hacía un brownie y hay que ver lo que me estaba perdiendo. A diario intento hacer bizcochos que sirvan para desayunar y que, preferiblemente lleven aunque sea 50 gramos de plátano o zanahoria para sentirme menos culpable. Así lo haces y mientras te lo comes estás pensando y diciéndole a todo el que te pregunta: si comiendo este bizcocho estoy comiendo fruta. Vamos, que con un poco más cumplo la cuota diaria de 20 piezas de fruta diaria que recomiendan los endocrinos. Esa es otra, a mí que alguien me explique esta regla, porque en verano o primavera, a base de cerezas, fresas y frambuesas, igual hasta la cumplo, pero en el triste invierno lo de comerme 10 manzanas y 10 peras se me hace un poco cuesta arriba.

 

 


Además no entiendo por qué pero yo, que como a toda velocidad, tardo unos 30 minutos en comerme una manzana cruda. No es que no me gusten, me gustan, y en postres casi más, pero crudas yo no sé si tienen algún tipo de sustancia que hace que mi mandíbula trabaje más despacio o algo así  pero, vamos, que se me hacen un mundo. Aún así, no creo que ni la gente que no tiene mi problema sea capaz de tomarse dos manzanas para desayunar, dos a media mañana, dos antes de comer y así sucesivamente. Esa es otra, la gracia de tomarse la fruta antes de comer porque si te la tomas después engorda. Pues mire señor endocrino, yo si no me como la dichosa manzana después de comer, para quedarme con un buen sabor de boca le doy a la tableta de chocolate, así que me da a mi que voy a pasar de la moda esta rara.

 


Por eso una para hacer un brownie necesita una excusa, porque no creo que me lo vaya a recomendar ningún cardiólogo... En este caso se trató de hacer un postre para una cena de mi madre. Que no es el típico postre refinado que se sirve después de una lubina, pues no, pero yo acababa de recibir el libro "Baked: New Frontiers in Baking" y quería probar la receta del brownie que tantos premios había ganado, que había hecho famosos a los dueños de este "coffee shop-bakery" de Brooklyn y que tanto le ha gustado a Oprah. El problema es que no contaba con que los americanos no solo miden los volúmenes en "cups", sino que las raciones normales para ellos aquí dan de comer a una familia de 4. Conclusión: hice el brownie, recorté circulos y los puse uno encima de otro a modo de torre para la cena y aún así me sobró media plancha de brownie. Pero la verdad es que duró más bien poco.

 

 

Este brownie es merecedor de todos los premios que ha recibido y más y no necesita la típica bola de helado de vainilla que acompaña a los brownies más mediocres que sirven en los restaurantes americanos.  Combina las mejores características de un brownie: la jugosidad y el intenso sabor a chocolate, con el buen saber de los autores de "Baked" que añaden algo de sal y café a la masa. La sal es fundamental y como pasa con el caramelo con sal, hace que lo dulce no sea tan dulce y te queden siempre ganas de probar más. El café es sutil, pero tabién le da un toque especial. Yo diría que es el MEJOR brownie que he probado y como Brooklyn queda un poco lejos, la opción más fácil es sacar la fuente mayor que tengáis y ponerse a hacer brownie para 50 como un buen americano. Ahora solo me queda probar la versión rubia del brownie (los blondies), aunque sinceramente, me extrañaría que llegase al nivel de la versión morena.


Para completar la dosis de cosas buenas del día os recomiendo la canción que tengo en modo repetición desde hace varios días. Además el videoclip me encanta: Poison and Wine de The Civil Wars (y no, no es Johnny Depp el que canta aunque lo parezca).

 


RECETA: Para un molde de 23x34cm (lo que yo decía: brownie para el cuartel)


290gr harina

1 cucharadita de sal

2 cucharadas de cacao en polvo

319gr chocolate

232gr mantequilla

1 cucharadita de café soluble

348gr azúcar

116gr azúcar moreno

5 huevos

2 cucharaditas de extracto de vainilla


La verdad es que vista así la lista de ingredientes da un poco de miedo, pero un día es un día!


1. Precalentar el horno a 180º y engrasar el molde con mantequilla.

2. En un bol mezclar la harina, la sal y el cacao en polvo.

3. Poner el chocolate, la mantequilla y el café soluble en un bol sobre un cazo con agua hirviendo y derretir la mezcla.

4. Apartar del fuego sin quitar el bol de encima del cazo y añadir los azúcares. Batir hasta que todo esté bien mezclado y levantar el bol del cazo. Apartar hasta que alcance la temperatura ambiente.

5. Añadir 3 huevos a la mezcla de chocolate y batir hasta que todo esté mezclado.

6. Añadir el resto de los huevos y el extracto de vainilla y batir hasta que tod esté mezclado, teniendo cuidado de no pasarse para evitar que el brownie quede como un bizcocho.

7. Echar la mezcla de la harina sobre la del chocolate y mezclar utilizando una espátula hasta que se vea solo un poco de la mezcla de la harina.

8. Echar la mezcla sobre el molde y cocer al horno durante 30 minutos, hasta que al insertar un cuchillo en el centro salga con alguna miga húmeda. Este paso es muy relativo, pero en mi opinión es mejor pecar a que el brownie quede poco hecho que mucho.


Envueltos en papel film a temperatura ambiente aguantan bien hasta tres días.

 

 

Todo empezó un día de la semana pasada cuando vi unas tortillas mejicanas en el supermercado y me entraron ganas de hacer quesadillas o fajitas. Como no puede haber comida mejicana sin guacamole, el siguiente paso era comprar un aguacate. Hasta aquí todo parece sencillo. El problema es encontrar un aguacate "para hoy". La mayoría los venden como piedras y tú los tienes que mimar y dejar madurar hasta que estén comestibles. Entonces mi hermana tuvo una brillante idea: los aguacates y las chirimoyas no las puedes comprar en la frutería más barata del barrio, Ana, vamos al Corte Inglés que seguro que los tienen buenos y al punto, aunque sea un poco más caro. Yo pensé: al final, no te sale más caro un aguacate caro, pero bueno que uno barato, pero malo de éstos de me encuentro la sorpresa al abrirlos.

Total, que hacia el Corte Inglés que nos fuimos con una misión. Cuando llegamos, le pedimos a la chica de la frutería un aguacate para hoy, pensando que sería muucho mejor dejar a un profesional escogerlo que buscar nosotras entre las bandejas de las neveras. Tampoco caímos en que para las 9 de la noche todos los aguacates "para hoy" ya tenían dueño y que quedaban solo las piedrecitas. La chica nos advirtió, pero nosotras con nuestra fijación por el guacamole nos llevamos la piedrecita, no sé si pensando que si lo metíamos en el micro ondas aquello maduraría.


En fin, como Murphy para mí es el más sabio de todos los sabios, ¿qué nos encontramos nada más salir de la zona de la frutería? - un estante con bandejas de aguacates!!! Por pura curiosdad me acerqué a ver si habíamos hecho buena compra, o si resulta que había un aguacate "para hoy" en algún lugar de Madrid y no nos habíamos enterado. Esto es como cuando no encuentras algo en Zara y vas de una tienda a otra preguntando por ese zapato en esa talla; yo me veía recorriendo fruterías y fruterías: ¿tenéis ese aguacate maduro?

 

Aquí es donde entra Murphy en juego: si ya has comprado un aguacate para dentro de una semana, lo siguiente que vas a ver es una bandeja de no dos, sino CUATRO aguacates PARA HOY!!!!!! Cualquier persona razonable en este punto admite la derrota y se va a casa con su aguacate duro y se espera lo que haga falta para satisfacer su antojo. Nosotras ¿qué hicimos?  Comprar la bandeja con los CUATRO aguacates, por supuesto!!! Y como somos muy legales muy legales y algo vergonzosas (más bien tontas perdidas) no devolvimos el primer especimen. Resultado de la jugada: 5 aguacates para dos!!! Pero no hay ningún problema, según la tarjeta que les acompañaba, los aguacates son buenos PARA TODO: la piel, el pelo, el corazón... hasta decían que no engordan, cosa que no me acabo de creer. Conclusión: nosotras encantadas; poniéndonos en lo peor ibamos a tener hasta para mascarillas de cara.

 

Como hay que dar salida a mis queridos aguacates, y a día de hoy no he encontrado recetas de tartas de aguacate, que es como suelo dar salida a la fruta que está más negra que de su color en la nevera, ésto se ha convertido en Méjico lindo y querido: quesadillas de jamón serrano, queso brie y queso cheddar, quesadillas de jamón york y queso brie y cheddar, y sobre todo guacamole. Como no tengo limas hice una versión "aprovecha lo que tengas" del guacamole: con cebolla roja, zumo de limón, sal y algo de vinagre de módena. Estoy segura de que no es la receta correcta, pero estás cosas son más cuestión del gusto de cada uno que de seguir una receta al pie de la letra.

 

 

Ahora que lo pienso, en Top Chef un día vi un helado de aguacate, pero entre el frío que hace y que mi heladera tiene una raja por la que se escapa el líquido azul que se debe congelar al meterlo al congelador, va a ser que prefiero probar otras cosas.


Gracias HBO por empezar a darnos pequeñas muestras de lo que será para mí (junto con Mad Men, cuya cuarta temporada acabé de ver ayer y que me ha dejado pasmada) la serie del año que viene: la adaptación a la pequeña pantalla de las novelas de George R.R. Martin de la serie "A Song of Ice and Fire" que llevo leyendo y releyendo desde que estaba en el colegio.

Viernes 07 de Enero de 2011 13:13

Como no podía ser de otra manera...

El 5 de enero toca hacer roscón de reyes. El año pasado fue la primera vez que lo hice, siguiendo la receta del maestro de los bollos y como no es muy difícil y no decepcionó, este año ha tocado repetir.

 

 

Como se salía de la blonda por todos los lados porque crece que da gusto, lo envolví en papel transparente a modo de caramelo y como en casa los reyes llegan el 7 de enero (en las rebajas la cosa cunde más), ésta fue mi aportación para la noche del 5, aunque no cabía ni en mis zapatos (lo digo porque aquí una servidora calza un 42....)

Ésta fue la última tarta que hice el año pasado. Casi se convierte en la primera del 2011 porque la acabé a las 8.30 o 9 de la tarde y en teoría era el postre que tenía que llevar a la cena de Nochevieja, lo cual me lleva al tema de los propósitos de año nuevo. Mi propósito este año es pasar de mi lema: "si lo puedes hacer mañana, para qué lo vas a hacer hoy" al más conocido cuyo significado es, más o menos, el contrario. Que conste que esto de los propósitos me parece una tontería, porque empiezas el año con muy buenas intenciones y para el 15 de enero se te han olvidado pero, en fin, como la intención es lo que cuenta, se intentará.

 

 


El problema es que sospecho que se va a quedar en propósito porque me da a mí que lo de hacer las cosas pronto o tarde depende de un cromosoma no descubierto por los científicos y por eso, irremediablemente, el mundo se divide entre los que tienen el cromosoma de la organización del tiempo y los que no lo tenemos. Me explico: a los que no tenemos ese cromosoma nos encierras en un cuarto con una mesa, una tarea, ningún entretenimiento y nos dicen que nos dan un día para hacerlo y nos podemos tirar 5 horas en babia hasta que cuando queda el tiempo justo pensamos: uy madre, como no empiece ya, no me va a dar tiempo.

Nuestra excusa para andar siempre con los agobios de última hora es que "yo trabajo mejor bajo presión", así que para qué voy a perder el tiempo trabajando sin presión a menor ritmo; para eso me tiro 5 horas haciendo cualquier otra cosa (la mayoría de las veces completamente inútil) y cuando me entre el agobio, ya verás como lo acabo antes que nadie. De hecho, estoy convencida de que hasta nos sentimos orgullosos de lo que conseguimos hacer en el último minuto y por eso al final pensamos: si es que yo tenía razón, para qué me voy a agobiar con antelación si al final me da tiempo a todo.

El problema es que si, por ejemplo, tienes que hacer una tarta para una hora y no te has leído la receta y la empiezas dos horas antes de la "hora de entrega", cuando empiezas a leerla y ves que el amigo cocinero no hace más que meter la masa en la nevera para enfriarla, te empiezan a entrar los siete males. Que si haces la masa y la metes en la nevera una hora, que si la colocas en el molde y la vuelves a meter en la nevera: pero a ver, buen hombre, ¿usted está promocionando neveras o haciendo una tarta? Así que te toca identificar los pasos imprescindibles y los superfluos. En general en pastelería hasta los pasos que parecen superfluos tienen su importancia, con lo cual, o tienes mucha suerte, o acabas cargándote la receta. Además lo más frustrante es que la mayoría del tiempo de la receta tú no estás haciendo nada: o está la tarta en la nevera o en el horno, pero son pasos que no te puedes saltar.

 

 


En el caso de esta tarta me pasó un poco eso, pero parece que sí que había un paso superfluo. En teoría había que hacer la masa, meterla en la nevera, sacarla y esperar hasta que volviese a temperatura ambiente y extenderla sobre el molde y volver a meterla en la nevera. Cuando, a las 6 de la tarde leí eso pensé: este David es un cachondo y me está vacilando de mala manera: ¿pretende que enfríe la masa para volver a calentarla? Lo de meterla en la nevera una vez colocada en el molde se suele hacer para que la masa no encoja demasiado en el horno, con lo cual sabía que ese paso no me lo podía saltar, pero de lo anterior decidí pasar. Si la tarta estaba buenísima sin tanto enfriar y calentar la masa, haciendo ese paso debe ser una experiencia religiosa pero una que, a esas horas, no me podía permitir.

Además a medida que iba leyendo la receta me iba arrepintiendo de haberla elegido porque David no hacía más que insistir en que la masa de la base es un infierno y la verdad es que me tiré unos 5 minutos hasta extenderla sobre el molde porque hay que hacerlo con las manos, no con el rodillo. Una vez en el horno hay que sacarla para volver a subir los bordes que, irremediablemente, se bajan e incluso decía que había que rellenar los huecos que pudieran surgir con masa sobrante. A mí bastante me había costado cubrir el dichoso molde con la masa como para encima acordarme de dejar algo de masa "por si acaso" (tampoco soy muy previsora). Vamos, que para las 7 de la tarde estaba planteándome qué podría hacer desde cero para llevar algo decente a la cena pero, al final, la masa no resultó tan rebelde y cuando eché el relleno milagrosamente no sobresalía por encima de los bordes de la base, así que empecé a pensar que igual no salía tan mal la cosa. Por cierto, casi se me olvida lo bien que me lo pasé rayando almendras con un cuchillo porque no tenía almendras laminadas, ni ningún utensilio para ello mientras la base se encogía en el horno.


Como al final acabé sacando la tarta del horno a las 8.45 de la tarde y no las tenía todas conmigo en cuanto a sacarla del molde, tuve que hacer la foto tal cual, y me la tuve que llevar caliente, así que puse un trapo entre el molde caliente y otro mayor frío para intentar no fundir el plástico de la bolsa, vamos que no creo que Mallorca me vaya a copiar el sistema de embalaje, pero fue efectivo.

El resultado después de tanta queja: me encantó y a mi abuelo le pareció la mejor tarta que había hecho. No sé si es cuestión de gustos o cuestión de los dos vasillos de sidra que a los 86 hacen bastante efecto, pero nos gustó a todos. Y al final no fue tan complicada como parece, lo que pasa es que aquí una servidora tiene la vena dramática y exageradora muy desarrollada. Quería haberla acompañado de un helado de vainilla, pero la heladera pasó a mejor vida y está en el servicio técnico y, con las prisas, se me olvidó hasta llevar helado que tenía en la nevera, pero tampoco creo que lo necesite. Y si un postre tan contundente como éste tiene éxito después de la cena de noche vieja, si encima se pilla con hambre....

Bueno, después del rollo característico, a lo importante: la receta en inglés con fotos de los distintos pasos y en español:

RECETA:  molde de diámetro de 23-26cm

Masa base:
140gr harina
1 cucharada de azúcar
115gr de mantequilla cortada en cubitos
1 cucharada de agua fría
media cucharadita de extracto de vainilla
un octavo de una cucharadita de extracto de almendras (como no tengo no lo eché)

1. Mezclar la harina y el azúcar y añadir la mantequilla cortada en trocitos.
2. Mezclar hasta que la mantequilla se haya integrado bien en la masa.
3. Añadir el agua y los extractos y mezclar hasta que la masa sea suave y homogénea.
4. Formar un disco con la masa, forrarlo con papel film y refrigerar.
5. Para colocar la masa en el molde, sacar previamente de la nevera para que alcance la temperatura ambiente y colocar sobre el molde utilizando los dedos.
6. Meter el molde con la masa de la base en la nevera hasta que se enfríe.
7. Precalentar el horno a 190ºC.
8. Hornear la tarta durante 20-30 minutos hasta que adquiera un tono dorado. Si los laterales se bajan durante la cocción, levantarlos presionando hacia arriba con una cucharilla.


Relleno:
250ml nata de montar (35% materia grasa)
200gr azúcar
un octavo de una cucharadita de sal
80gr almendras laminadas
un octavo de una cucharadita de extracto de almendra
2 cucharaditas de Grand Marnier o Amaretto (como no tenía, eché ron)

1. Calentar la nata, el azúcar y la sal en un cazo hasta que empiece a hervir.
2. Seguir calentando hasta que salga espuma.
3. Retirar del fuego y añadir las almendras, el extracto y el licor.
4. Rellenar la base cocida con el relleno, repartiendo de forma uniforme las almendras.
5. Tras 10 minutos comprobar que no se ha formado una costra sobre la superficie y si es así, romper con un golpecito con una cuchara.
6. Seguir comprobando que no se hayan formado costras cada 5-8 minutos.
7. Sacar del horno a los 30 minutos de cocción, cuando la tarta tenga un color dorado y uniforme y no queden zonas de color claro.
8. Enfriar y desmoldar.

 

Domingo 02 de Enero de 2011 19:09

Comienza la andadura

Llevo años visitando como loca blogs de comida y siempre he tenido ganas de crear uno propio. Al final o por falta de tiempo o por falta de confianza lo he ido postponiendo. Ahora que tengo más tiempo quiero empezar. Hasta ahora la proporción de dulce-salado que cocino es aproximádamente del 80-20 (no cuentan ni los filetes a la plancha ni los bocadillos) así que mis dos objetivos al empezar el blog son: aprender a cocinar comida de verdad y documentar mis aventuras en el mundo de los postres. Lo difícil va a ser hacer fotos de la comida antes de comérmela dada mi naturaleza ansiosa... ya veremos cómo se me da....

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