23/05/2015
El amplio mundo de Quincy Jones
En los anteriores artículos que han aparecido en este blog he escrito sobre intérpretes (principalmente), estilos, locales, festivales, instrumentos e incluso del jazz en algunas ciudades, como fueron los dos dedicados a Nueva York y el que escribí sobre Paris. Pero éste, que comienzo ahora, no sé dónde encuadrarlo, porque su protagonista abarca tantas facetas del mundo artístico que no resulta fácil etiquetarlo. Pero me parecía obligado dedicar un artículo a quien ha sido protagonista de tantos hechos en el mundo de la música. Hablar sobre Quincy Jones es tan fácil como difícil. Fácil porque su vida es tan rica y extensa que hay mucho que decir sobre él y sobre lo que ha significado en el mundo de la música y muy especialmente en el jazz y difícil ... por lo mismo, porque es tarea ardua resumir en una pocas líneas esa vida.
Quincy Jones en el Montreux Jazz Festival 2013, homenajeado por sus 80 años
Quincy Jones es ante todo un gran músico y, como tal, un amante de la música. Pero es mucho más que eso, porque sus actividades no se han limitado a lo largo de su extensa carrera a la interpretación y composición. Empezó tocando la trompeta en clubs de Seattle, ciudad a la que se trasladó con su familia desde Chicago, donde había nacido en 1933. Tenía entonces 14 años de edad. Y ahora, además de tocar trompeta y piano, desempeña los roles de arreglista, compositor, director de orquesta, productor discográfico, de cine y televisión, director ejecutivo de medios de comunicación, editor y hasta escritor si consideramos la autobiografía que escribió y publicó en 2001, Q: The Autobiography of Quincy Jones. Y aunque sus orígenes musicales están en el jazz y esta música ha sido su principal dedicación, también ha cultivado otros estilos, como el pop, soul, bossa nova o rock, lo que a veces le ha supuesto la crítica de quienes no entendían este alejamiento del jazz, que por otra parte QJ nunca ha abandonado. Pero una de las facetas de QJ que mayor reconocimiento y agradecimiento merece es la del apoyo y promoción que presta a nuevos y jóvenes intérpretes. A su edad y habiendo sido todo en el mundo de la música es de agradecer esa dedicación suya para dar a conocer nuevos talentos en la interpretación musical. Más adelante volveré sobre ello.
Cuando empezó a escuchar bebop quedó inmediatamente atraído por aquel sonido que revolucionó el jazz en los años 40. La trompeta de Dizzy Gillespie, que fue enseguida su ídolo, y el saxo de Charlie Parker le cautivaron tanto que no paró hasta conseguir una beca en el Berklee College of Music de Boston, donde completó sus estudios de música. De ahí pasó a tocar la trompeta en la orquesta de Lionel Hampton, viajando por medio mundo. Después, en Paris, decidió continuar sus estudios musicales con la célebre profesora Nadia Boulanger y con 26 años Quincy Jones ya dirigía su propia orquesta. Es demasiado extensa la lista de músicos con los que ha tocado, para los que ha hecho arreglos, para los que ha compuesto o a los que ha dirigido como para relacionarlos a todos aquí, pero son innumerables y de lo más variado, además de los más famosos. Es el músico que más premios Grammy ha obtenido, 27, y el que más nominaciones tiene a ellos. Y más records, como el de ser el productor del disco más vendido de todos los tiempos, Thriller, de Michel Jackson, con el que trabajó y grabó en múltiples ocasiones. O también el de ser el productor de la canción que mayores ventas ha tenido en la historia de la música, We are the world, que se grabó con la participación de un buen número de grandes intérpretes en 1985 para recaudar fondos para luchar contra el hambruna en Etiopía. Ha sido nominado a los Oscar en media docena de ocasiones por las bandas sonoras o canciones que compuso para importantes películas, es Doctor Honoris Causa por varias universidades y poseedor de un sinfín de galardones y premios.
Son más de seis décadas, casi siete, las que Quincy Jones ha dedicado a la música, y lo que le queda, seis décadas que comenzó como intérprete y que ha cubierto transitando por todas las facetas imaginables que pueda tener el mundo musical. Ha grabado más de 250 discos como intérprete de trompeta y piano, como director de orquesta o con otros artistas, interpretaciones a las que siempre imprime su enorme sentido del ritmo, algo que lleva muy dentro, recordemos que sus orígenes vienen del bebop, un estilo que se caracteriza por el fuerte protagonismo de la sección rítmica y el uso del fraseo rápido. Toda su música recogida en esos más de 250 discos, desde los primeros que grabó en los años 50 hasta los últimos editados, que incluyen una recopilación de sus mejores temas, como Anthology, Quincy o From Q with love, o el último (creo) en 2014, Bossa Nova/Quintessence. Su disco Anthology contiene verdaderas joyas del jazz, como Harlem Nocturne o Quintessence.
Portada del disco Anthology
Quincy Jones se ha hecho habitual de los festivales más importantes. El de Montreux no se concibe sin su presencia y la de algunos de sus intérpretes promocionados. Y ahora QJ dedica gran parte de su tiempo al descubrimiento y promoción de jóvenes promesas, a través de su productora Quincy Jones Productions. Algunos de estos músicos jóvenes en los que está volcado Quincy Jones me han parecido realmente interesantes cuando he escuchado sus grabaciones.
Alfredo Rodríguez es un buen pianista cubano -Cuba sigue dando muy buenos músicos- que ya ha grabado tres discos. Los últimos dos años, 2013 y 2014, ha tocado en el Voll-Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona.
Andreas Varady es un guitarrista, originario de Eslovaquia, que siendo aún adolescente (ahora tiene 17 años) había tocado ya en un buen número de festivales internacionales (en el de Montreux tuvo su primera actuación en 2012) y en los mejores clubs de jazz de Europa.
Nikki Yanofsky es una joven cantante canadiense de jazz y pop que ha actuado ya en varios países europeos y Japón, además de sus constantes actuaciones en Canadá y Estados Unidos.
Jacob Collier creo que es uno de los intérpretes preferidos de Quincy Jones, quizá porque lo ve como un genio y un músico muy completo. No empezó con la música de jazz hasta los 14 años, antes había estudiado canto. Compone, es vocalista, toca el piano y el contrabajo y es uno de los músicos más visitados en Youtube. Ha tocado ya varios años en el festival de jazz de Montreux y este año repite compartiendo escenario con genios como Chick Corea, Herbie Hancock y Melody Gardot.
Programa del Montreux Jazz Festival 2015. Auditorio Stravinski, 16 de julio
Justin Kauflin es un caso especial y también uno de los músicos predilectos de Quincy. Un chico que empezó a tocar el violín y el piano a los cuatro años y que poco después se quedó ciego debido a una enfermedad de las denominadas raras. Ya en su adolescencia cambió la música clásica por el jazz y estudió con excelentes músicos. En 2014, bajo la dirección de Alan Hicks, interpretó el documental Keep On Keepin' On, que relata la historia de amistad del joven Justin y el gran trompetista y maestro de maestros Clark Terry (fallecido hace tan solo tres meses, en febrero de 2015) y que ha obtenido varios premios y fue nominado a los Oscar como mejor documental. Por entonces ya estaba Justin con Quincy Jones, con quien ha hecho varias giras y actuado también en el festival de Montreux.
Y no solamente los que acabo de mencionar, porque son más los que están en la órbita productora de QJ. Pero el apoyo y promoción de jóvenes intérpretes no se limita a la producción, que a fin de cuentas es una de las actividades de Quincy Jones y para eso creó su propia productora, sino que también promociona a otros músicos sin que sea él el responsable de la producción de los mismos. Tal es el caso, por ejemplo, de la barcelonesa Andrea Motis, trompeta, saxo y voz, de la que ya he escrito en un par de artículos en este blog y una de las grandes realidades ya del jazz en España. En el festival de Peralada, en julio de 2011, Quincy Jones presentó personalmente y apadrinó a varios artistas, entre los que estaban la jovencísima pianista Emily Bear y Andrea Motis, que entonces acababa de cumplir 16 años.
Quincy Jones con Andrea Motis y Emily Bear. Festival Castell Peralada, 20 julio 2011
Quincy Jones, un octogenario que no para de trabajar y que sigue dedicando todo su tiempo a la música, que en definitiva ha sido y es su vida.
8/03/2015
Leandro Barbieri, un Gato con muchas vidas
Hay quien dice que fue su primera esposa, Michelle, quien le puso el apodo de "Gato" a Leandro Barbieri, otros aseguran que fue un amigo de la juventud quien lo hizo. Y ahora (el mismo día que he publicado este artículo) me dice su segunda y actual esposa, Laura, que fue su madre quien le dio el nombre de Gato, porque tocó una noche en dos o tres clubs de Buenos Aires y pasaba de uno a otro a través de los callejones como un gato. Sea cual sea el origen, lo cierto es que en todo el mundo es conocido como Gato Barbieri, uno de los saxofonistas más importantes del jazz y especialmente del jazz latino. Nació en Rosario (Argentina), en noviembre de 1932 (ó 1934, sus biógrafos no se ponen de acuerdo y Gato no les saca de dudas). Así que en el momento que escribo este post Gato tiene 82 (u 80) años y sigue actuando en los clubs y salas de concierto de este mundo y muy especialmente en los de la ciudad en la que reside desde hace 40 años, que es Nueva York. Pero no siempre ha sido así, porque en la vida de Gato Barbieri ha habido algún que otro parón musical.
Gato Barbieri
Quienes hayan leído algunos de mis artículos saben que no suelo extenderme demasiado en las biografías, porque ya hay muchos sitios que las recogen. Y en este caso, aunque sólo me ceñiré a los principales hitos o momentos que han marcado su trayectoria musical, la biografía de Gato es tan extensa que me ocupará algunas líneas más de lo habitual.
Empezó con doce años a tocar el clarinete y cuando escuchó tocar a Charlie Parker le resultó irremediable pasarse al saxo. Todo eso ocurría aún en su Argentina natal, entre Rosario y Buenos Aires, ciudad a la que se desplazó para continuar con sus estudios de saxo. Y allí, en Buenos Aires, empezó a tocar primero en la orquesta del compositor y pianista Lalo Schifrin, en la que los saxos eran Juan Foti, El Gato (altos), Jorge Barone, Arturo Schneider (tenores) y Mariano Grisiglione (barítono) y más tarde con su quinteto Nuevo Jazz formado por Gato, su hermano Rubén (trompeta), Jorge López Ruiz (contrabajo), Óscar López Ruiz (guitarra) y Osvaldo "Pichi" Mazzei (batería). Esta información me ha sido facilitada por una de sus amigas de juventud, Gladys Corral, y por Jorge López Ruiz, a quienes sinceramente doy las gracias.
Y ese fue el inicio de su carrera como músico profesional. En 1962 se trasladó con Michelle, que era de origen italiano, a Roma, recorre algunas ciudades europeas y en Paris conoce al trompetista Don Cherry y se incorpora a su grupo comenzando así una etapa en la que se dedica al jazz de vanguardia y al free jazz que representaba, entre otros, el propio Cherry. Al mismo tiempo se interesa por el cine europeo de la época y participa como intérprete o compositor en algunas bandas sonoras de películas. Como consecuencia de ello se produce un hecho que lo va a lanzar definitivamente a la fama y reconocimiento mundiales. Bernardo Bertolucci le propone que haga la banda sonora de una de sus películas, destinada a ser una de sus más famosas, El último tango en Paris. A partir de ese momento, el año 1972, Gato Barbieri pasa de ser un músico de jazz conocido a ser uno de los más solicitados en todo el mundo. Película y banda sonora están perfectamente acopladas y casi me atrevería a decir que no serían lo mismo ninguna de las dos sin la otra, ambas impregnadas de una sensualidad que ha reconocido el mundo entero.
En este enlace https://www.youtube.com/watch?v=_uQNkFmgyzI podéis escuchar a Gato interpretando el tema principal de la película (5:09 minutos).
Comienza así una etapa de abandono del free jazz y búsqueda de formas más melódicas y latinas que incorpora a todas sus composiciones. Son los años inmediatamente posteriores al Mayo del 68, que Gato vivió intensamente, cuando publica El Tercer Mundo y El Pampero que rompen con su estilo anterior convirtiéndose en uno de los representantes más genuinos del jazz latino. En la serie de cuatro discos Chapter (Chapter One a Chapter Four), que graba entre 1973 y 1975, Barbieri incorpora instrumentos y elementos musicales del folclore sudamericano, especialmente del argentino. Esta serie le proporciona un gran éxito, que le lleva a actuar en el festival de Montreux, pero al mismo tiempo sus detractores, que también los hay, aprovechan este nuevo giro musical de Barbieri para criticar abiertamente su desviación y abandono del jazz más puro.
Circulan muchos vídeos por Internet de actuaciones suyas. En este vídeo (8:03 minutos), subido a YouTube por el usuario Cuthbert J. Twillie (no creo que sea el protagonista de My Little Chickadee), Gato interpreta con Carlos Santana en 1977 el tema Europa, uno de los más celebrados éxitos de Santana, con quien Gato Barbieri colaboró en varias ocasiones.
Carlos Santana y Gato Barbieri. "Europa" (directo, 1977)
https://www.youtube.com/watch?v=h4Mrp6wuSwk
Durante unos años Gato sigue en la cúspide de la fama, continúa actuando y grabando discos, pero poco a poco se nota en él y en su música una cierta decadencia y en el año 1983, después de publicar su álbum Bahía, deja de grabar (aunque se editan un par de discos más) y unos pocos años más tarde, sobre 1988, Gato entra en un periodo de parálisis musical que le dura varios años y que se acentúa con el fallecimiento de su madre en 1991 y más tarde el de Michelle en 1995. Su estado de ánimo se deteriora y quizá la conjunción de estos acontecimiento sean causa en parte de los problemas de corazón que empiezan a surgirle y que dan con él en el quirófano. Pero Gato demostró tener fuerza suficiente para aparecer de nuevo en los escenarios y en los estudios de grabación. Era el año 1997 y publicó uno de sus grandes discos, Qué Pasa, al que siguieron Che Corazón (1999) y The Shadow of The Cat (2002).
Una vida tan extensa y tan intensa y que musicalmente ha transitado por diferentes estilos da para mucho. Gato Barbieri ha grabado más de 40 álbumes de estilos muy variados, ha tocado con los músicos de jazz más importantes, ha creado sus propias bandas, le han concedido numerosos premios, fue uno de los protagonistas de la película-documental Calle 54, de Fernando Trueba, excelente película dedicada al jazz latino, y hoy sigue tocando su saxo tenor en los clubs y festivales de medio mundo. En el Blue Note de Nueva York siempre hay sitio para él. Sólo en esta primavera ya tiene programadas cuatro actuaciones en este club neoyorkino. Es admirable comprobar cómo un músico que ya era famoso hace más de 50 años y que casi desapareció de los escenarios y de los estudios de grabación durante un periodo largo de su vida sigue despertando el interés de los aficionados al jazz y sigue llenando de público los locales en los que actúa. Prolífico como compositor y como intérprete hasta ha grabado con su saxo el himno del equipo de fútbol del que es hincha desde su infancia, el Newell's Old Boys de Rosario, su ciudad natal.
No resulta difícil identificar el saxo de Gato Barbieri, siempre con notas largas y desgarradas que quizá tengan su origen en aquellas primeras actuaciones suyas en Argentina donde no sólo tocaba jazz; era una época en la que todas las bandas, cualquiera que fuera su estilo, debían de incluir repertorio nacional en sus actuaciones (tangos, boleros, carnavalitos, chacareras). Gato buscó siempre su propio sonido. Admiró a Parker, a John Coltrane, del que dice que era un genio, a Sonny Rollins y a muchos otros saxofonistas, pero él sabía que no tenía que hacer lo mismo que ellos, que tenía que buscar su propia identidad, su propia sonoridad y vaya si la encontró. Un sonido y un fraseo inconfundibles y una música llena de melodía y a la vez impregnada de ese apasionamiento latino que siempre seduce.
Gato Barbieri ha sido un músico al que no ha importado asumir riesgos, un saxofonista decidido. Y pongo como ejemplo unos de sus discos, Yesterdays, editado en 1974 por Flying Dutchman, discográfica para la que grabó Barbieri en los primeros años 70. Contiene sólo cuatro temas: Yesterdays, A John Coltrane Blues (Village Blues), Marnie y Cariñoso. El primero de ellos, Yesterdays, es un tema compuesto en 1933 por Jerome Kern para el musical Roberta (el tema más conocido de este musical quizá sea Smoke Gets in Your Eyes). Yesterdays es un tema que ha sido interpretado por muchos músicos y vocalistas como Artie Shaw, Billie Holiday, Carmen McRae, Ella Fitzgerald, Frank Sinatra o Barbra Streisand entre otros. Un tema que se ha convertido en uno de los estándares de jazz. En 1944 Coleman Hawkins, considerado como el padre del saxo tenor en el jazz y el primero que lo convirtió en instrumento solista, decide incorporar este tema a su repertorio, hace su propia versión, lo graba y lo toca en numerosas ocasiones. Después del gran Hawkins pocos saxofonistas se han atrevido a tocarlo y uno de esos pocos ha sido Gato Barbieri (también hay una grabación de este tema en la que Sonny Rollins toca junto a Coleman Hawkins).
Portada y contraportada del disco Yesterdays, de Gato Barbieri
La versión de Hawkins es sensacional y de una técnica prodigiosa. Su sonoridad es realmente nítida y su estilo elegante y armónico como corresponde a la balada que está tocando. Creo que nadie le ha superado en la interpretación con el saxo de este tipo de temas, lentos y melódicos. Gato Barbieri ataca el tema de una manera diferente a como lo hace Hawkins. Sus notas son más largas y sus pausas distintas, pero sobre todo la sonoridad de ambos es bien diferente. No trato de comparar ambas versiones para concluir si una de ellas es mejor que la otra, faltaría más, sino de poner de manifiesto lo que es capaz de hacer Gato arriesgándose con un tema que había "hecho suyo" uno de los saxofonistas con mejor técnica de la historia del jazz. Algo similar puede decirse del segundo tema del disco, el de Coltrane.
Ahora, en el 2015, con más de 80 años y algunos problemas de visión, Gato Barbieri sigue siendo tan actual como en los años 70 en que era reconocido como uno de los grandes del saxo y posiblemente el músico argentino de jazz más destacado de cuantos ha habido en la historia de esta música. Estando aún en activo, una trayectoria como la de Gato no podía dejar de aparecer en este blog de jazz actual. Y aunque yo no lo he disfrutado nunca en directo (lo que lamento pero aún no descarto), le debo a él y a su saxo muy buenos momentos escuchándoles.
25/01/2015
Trío, cuarteto y quinteto son formaciones habituales en el jazz, quizá las más frecuentes y a las que estamos más acostumbrados ver y escuchar, pero hubo una época en que las big bands (y ya dejo de escribirlo en cursiva), las orquestas de jazz, dominaron en gran parte de los escenarios musicales que programaban jazz. Unos años en los que el coste de mantener una gran agrupación de músicos no era tan alto como ahora y en los que una big band era sinónimo de música de baile. Ya no es así, pero ahí siguen y seguirán, porque los aficionados continúan demandándolas, porque hay espacio para todos y también porque cumplen una función de formación de nuevos músicos. Doy por sabido que una big band no tiene por qué estar compuesta por un número fijo de músicos, ni siquiera por determinados tipos de instrumentos, sin que puedan añadirse o suprimirse algunos otros, pero por generalizar -que a veces no es malo- diré algo sobre la estructura de una big band. Una big band suele estar formada por un número de músicos que varía generalmente entre 12 y 20 y se compone, también generalmente, de tres secciones de instrumentos: viento-metal, viento-madera y rítmicos. La sección de viento-metal la forman las trompetas y los trombones, aunque pueda añadirse algún otro, como la tuba. La sección de viento-madera suele estar compuesta por saxofones (alto, tenor y barítono, algo menos frecuente el soprano), clarinetes y flautas. Y la sección rítmica por piano, contrabajo, guitarra y batería. Y en ocasiones se añade el elemento vocal, que lo puede aportar un o una vocalista o los propios miembros de la banda. Como pasa con todos los orígenes, el de las big bands no es fácil precisarlo, pues siempre se podrán encontrar antecedentes, pero digamos que nacieron con los estilos New York y Chicago (ya he escrito sobre ellos en algún otro artículo de este blog) en los años 20 del pasado siglo, con las primeras agrupaciones de este tipo entre las que destacaron las de Joe "King" Oliver y, sobre todo, de Fletcher Henderson. Aunque aquellas primeras no pasaban de los 10 ó 12 miembros.
Fletcher Henderson Orchestra (1926)
Y es a partir de finales de la década de 1920 cuando aparecen un gran número de big bands, que se consolidan en la llamada Era del Swing que llega prácticamente hasta la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Fueron muchas, sólo en Estados Unidos hubo más de 300, y no es cosa de relacionarlas (ni podría), pero algunas de las más conocidas fueron las de Benny Goodman, Glenn Miller, Artie Shaw, Lionel Hampton, Count Basie y por supuesto la de Duke Ellington. Algunas continúan aún pese a haber desaparecido sus fundadores, como la Legendary Count Basie Orchestra o la Duke Ellington Orchestra. Al ser las big bands agrupaciones muy enfocadas al espectáculo y música de baile los solos fueron perdiendo protagonismo y sin embargo tuvieron mucha importancia los arreglos orquestales. En los años 50 comienza el declive de las big bands, si bien es cierto que son varias las que se mantienen e incluso aparecen nuevas que se adaptan a los diferentes estilos que suceden al swing. Pero siempre el concepto de big band estará asociado a la era del swing, y muchas de las actuales limitan casi todo su repertorio a los temas que se compusieron en esa época.
Y así enlazo con el momento actual, en el que, aunque las big bands no son las protagonistas principales del jazz, siguen siendo altamente solicitadas por los clubs de jazz y salas de conciertos. Son escasos los festivales de jazz que no incluyen en su programación la actuación de alguna big band y festivales hay casi continuamente. Tan solo para el Newport Jazz Festival de 2015, el más prestigioso de cuantos se celebran en el mundo, ya hay anunciada la actuación de seis big bands, incluida la formada por los alumnos de un centro de educación musical (Massachusetts Music Educators Association). La programación de este festival, por si alguien se anima a asistir del 31 de julio al 2 de agosto, puede verse en http://www.newportjazzfest.org/ También hay muchos centros o clubs de jazz que mantienen su propia big band, como es el caso de uno de los más famosos, el Jazz at Lincoln Center, en New York, cuya orquesta dirige Wynton Marsalis, posiblemente el trompetista más conocido e influyente de la actualidad. Por su orquesta han pasado un buen número de músicos que posteriormente han saltado a la fama y creado sus propios grupos. Hay orquestas que se ajustan a un determinado estilo de jazz, como la Afro Latin Jazz Orchestra, de Arturo O'Farrill, y Estados o países que han creado las suyas, como las All State Jazz Band existentes en varios Estados USA o la Orchestre National de Jazz en Francia (de la que ya hablé en el artículo dedicado al jazz en Paris). En España, que es lo que me pilla más cerca, también hay un gran número de ellas: Sant Andreu Jazz Band, que dirige Joan Chamorro, compuesta por niños y adolescentes y sobre la que ya he escrito, Big Band Jazz Terrassa, dirigida por John Dubuclet, Orquesta Nacional de Jazz de España, creada y dirigida por Ramón Farrán, y muchas otras.
Pero como resultaría absurdo, además de imposible, intentar hacer una recopilación de las big band que en el mundo existen, voy a dedicar el resto del artículo a hablar de dos de ellas, como ejemplo y en representación de todas, una estadounidense y otra española, aunque el director de esta última sea también estadounidense. Se trata de Maria Schneider Orchestra y de Bob Sands Big Band.
Maria Schneider es una compositora, arreglista y directora de orquesta norteamericana, nacida en el Estado de Minnesota, que creó su propia orquesta de jazz en 1993, tras finalizar sus estudios de composición en la prestigiosa Eastman School of Music de la Universidad de Rochester y de haber colaborado con algunos de los más acreditados músicos de jazz de los Estados Unidos. Tiene tres premios Grammy y diez nominaciones a ellos y con su big band ha actuado en los festivales más importantes de todos los continentes, de hecho es raro el año que el Newport Jazz Festival no la incluye en su programación, y es habitual de algunos de los clubs más famosos, como el Jazz Standard o el Birdland, ambos de New York. Tiene publicados 7 discos y está preparando el octavo, cuya presentación está prevista para abril de 2015. La formación clásica de su orquesta está compuesta por 5 saxofones, 4 trompetas, 4 trombones, piano, contrabajo, guitarra y batería, más la dirección de Maria Schneider. Su orquesta, considerada por muchos como la mejor big band de la actualidad, tiene una particularidad que, entre otras razones, me ha llevado a incluirla en este post, y es que su repertorio está muy basado en composiciones y arreglos propios. Desde luego que no es la única big band que no limita sus temas a los estándares del jazz, pero en su caso estos son minoritarios frente a los temas compuestos por la propia Maria y a otros que incluye y que nos llevan a distintos mundos, como el latino.
Maria Schneider
Foto y © Dani Gurgel (www.danigurgel.com.br)
Maria Schneider Orhestra en el Montreal Jazz Festival
Desde la aparición de su primer disco en 1994, Evanescence, la orquesta de Maria Schneider se ha convertido en una de las más conocidas y más solicitadas en el mundo entero. En España actuó en el Festival de Jazz de Madrid en noviembre de 2005, en el Centro Cultural de la Villa, y en el de Barcelona en octubre de 2011, en el Palau de la Música. No sólo escuchar su música, sino ver a Maria dirigir su orquesta es una delicia. A veces con su gracilidad parece que bailara sobre el escenario, pero al instante demuestra una fuerza y pasión incontenibles. Como dijo un crítico tras una de sus actuaciones "el vuelo de una mariposa puede desencadenar un huracán".
Sin considerarla una vanguardista, Maria Schneider sí es una innovadora en su forma de componer y hasta de producir y distribuir sus discos. Fue ganadora del primer Grammy otorgado a un disco distribuido exclusivamente a través de Internet, Concert in the Garden, y ahora tiene intención de producir, editar y distribuir su nuevo proyecto, The Thompson Fields, con participación ciudadana a través de ArtistShare.
Bob Sands es un saxofonista originario de Nueva York y también formado musicalmente en la Eastman School of Music de Rochester. Tocó en las orquestas de Lionel Hampton, Dizzy Gillespie, Paquito D'Rivera y con otros grandes músicos antes de trasladarse a España en 1992 donde fijó ya su residencia. En España ha actuado con los mejores músicos de jazz y ha participado en múltiples grabaciones, al mismo tiempo que creó sus propias bandas, no sólo la big band que lleva su nombre, sino otros grupos en formato de trío, cuarteto o quinteto. En el 92 en Madrid empezó a tocar con su cuarteto que completaban Dan Rochlis (guitarra), Javier Colina (contrabajo) y Guillermo McGill (batería) y en marzo de 2000 creó su Big Band. Desde entonces su orquesta no ha dejado de actuar en conciertos, bien sola o acompañando a vocalistas de la talla de Laïka Fatien, Nicole Henry, Jamie Davis o, Tony Hadley. Es habitual ver a Bob en los escenarios de jazz españoles y principalmente de Madrid, ciudad en la que reside. Bob Sands Big Band es seguramente la big band española que más actuaciones realiza a lo largo del año. Lo he visto en varias ocasiones, con su big band o con alguna de sus otras formaciones e incluso colaborando con algún otro grupo (recuerdo una colaboración suya con Ignasi Terraza Trío y Susana Sheiman) en las salas madrileñas, Café Central, Clamores y Bogui Jazz.
El último concierto suyo al que he asistido ha sido en Bogui Jazz, el 23 de enero de 2015, con su big band, que, como en el caso de la de Maria Schneider, está formada por 17 músicos, 5 saxos (que también tocan clarinete y flauta), 4 trompetas y fliscornos, 4 trombones, piano, guitarra, contrabajo y batería. Bob es habitual de Bogui, donde actúa casi todos los meses, a veces habla de esta sala como de su segunda casa. En mi opinión, Bogui es una de las mejores salas de jazz que hay en España en cuanto a la programación, que es muy atractiva y dedicada exclusivamente a esta música, pero resulta algo pequeña y un poco incómoda, sobre todo si no consigues reservar asiento.
Bob Sands. Bogui Jazz, Madrid (23-01-2015)
Bob Sands Big Band. Bogui Jazz, Madrid (23-01-2015)
Pero por otra parte, Bogui Jazz tiene la ventaja de la proximidad, de la cercanía, de que te sientes como en casa, rodeado de un grupo de amigos con los que puedes charlar (eso sí, sin molestar la audición de las actuaciones). Precisamente allí me encontré al excelente crítico musical (aunque él prefiere el término de comentarista) Juan Claudio Cifuentes "Cifu", con el que tuve ocasión de intercambiar comentarios y opiniones. Siempre hay mucho que aprender del maestro Cifu.
Bob Sands Big Band tocó varios temas de los considerados estándares de jazz, como The Song Is You (Jerome Kern), Billie's Bounce (Charlie Parker), Softly, As In A Morning Sunrise (Sigmund Romberg) o Cotton Tail y Main Stem (Duke Ellington) y algunos otros más cercanos en el tiempo, de Terry Gibbs o de Doug Beach, como fue el caso de Big Cat Groove, ya casi al final y con el que Bob quiso demostrarnos su maestría con el saxo en un solo magnífico.
No cabe duda de que resulta meritorio, en los tiempos que corren, mantener una big band y hay que agradecérselo a quienes lo hacen, pero estoy convencido de que gracias a ellos, a cuantos músicos las forman y al público que sigue solicitándolas, las big bands seguirán proporcionándonos en el futuro los mismos buenos momentos que nos hicieron disfrutar ayer y nos están dando hoy.
Y me resta agradecer -lo que hago aquí y ahora- al equipo de Maria Schneider y a Bob Sands la gentileza que han tenido conmigo para facilitarme la elaboración de este artículo.
11/10/2014
Pablo Martín Caminero y su flamenco jazz
Pablo Martín Caminero (foto de Laia Albert)
Es el tercer artículo que publico en este blog sobre un contrabajista (y éste hace el número 25 del total de los publicados), lo que da una idea de la importancia que le doy a este instrumento en los grupos de jazz. Primero publiqué uno sobre Javier Colina, por el que siento una gran admiración y al que he visto en varias ocasiones, y luego escribí sobre Ron Carter, un referente del contrabajo y una verdadera leyenda del jazz, al que vi en Milán este mismo año 2014.
En el artículo que dediqué a Colina hablé algo acerca del papel del contrabajo en el jazz, cité a algunos de los contrabajistas más importantes de la historia del jazz y a varios de los contrabajistas españoles actuales, entre ellos a Pablo Martín Caminero. Pero sólo cité su nombre y ahora, aprovechando que está presentando un nuevo proyecto y que le he visto en un par de actuaciones recientes, me parece oportuno dedicarle este post.
Aunque a veces le gusta presumir de edad madura, Pablo Martín Caminero es un músico joven, nació en Vitoria-Gasteiz, una ciudad impregnada de música de jazz, en 1974 y estudió contrabajo clásico en la Escuela Superior de Música de Viena, donde se graduó en 1999. A su regreso a España, con una sólida formación musical, se afincó en Madrid donde empezó a desplegar sus dotes de intérprete y compositor y más tarde de productor musical. Ha colaborado con multitud de músicos nacionales e internacionales y ha formado varios grupos, con los que ha publicado dos discos con composiciones suyas, Doméstica (en 2005) y El Caminero (en 2010) que fue designado como mejor disco del año 2011 en la entrega de los III Premios BBK Jazz. Dos discos que hay que añadir a algunos más grabados con otras formaciones.
Sin abandonar la música clásica, pues continúa participando en orquestas como BandArt e Hyppocampus, y el jazz tradicional, sus primeras aproximaciones al flamenco se producen en las colaboraciones con Chano Domínguez, Niño Josele, Gerardo Núñez y otros músicos encuadrados en la fusión del jazz con el flamenco. Y aquí lo tenemos ahora, como uno de los máximos exponentes de este género musical que empezó ya en la década de 1960 con Paco de Lucía y Pedro Iturralde y que continúa con un buen número de grandes intérpretes. Pablo Martín Caminero dedica gran parte de su tiempo, grabaciones y actuaciones a la fusión del jazz y el flamenco. No sólo con sus propias formaciones, sino en muchas de las colaboraciones que viene haciendo a lo largo de los últimos años. Y así lo hemos visto con Jorge Pardo o con la guitarra de Josemi Carmona, la trompeta de Enrique Rodríguez "Enriquito" o el cajón de José Manuel Ruiz "Bandolero". Y es que este género musical, que algunos llaman jazz-flamenco y otros flamenco-jazz (no creo que el orden de los factores altere el producto) está cada vez más presente en los locales que ofrecen música en directo, en España y ya en otros países.
En el momento en que escribo este artículo, Pablo se encuentra inmerso en la presentación de su nuevo proyecto, al que ha denominado O.F.N.I. (Objeto Flamenco No Identificado). O.F.N.I. es un proyecto de Pablo Martín Caminero, con composiciones propias, y que ha grabado y está presentando con un plantel de excelentes músicos. Acompañan a Martín Caminero en este proyecto, en formato de quinteto, Moisés P. Sánchez, uno de los mejores pianistas españoles actuales sobre el que ya publiqué un artículo (uno de los primeros) en este mismo blog, Ariel Brínguez con los saxos, el trombonista Toni Belenguer y Michael Olivera a la batería, ¡gensanta, qué quinteto! También han participado en un par de temas Enriquito y Perico Sambeat. Hubo una pequeña y primera muestra de OFNI (tan solo tres temas) el 27 de septiembre en la Sala Berlanga de Madrid, dentro de la iniciativa JazzEñe que organizó la Fundación SGAE y unos días después en el Teatro Filarmónica de Oviedo en el espectáculo "Afectos" que Martín Caminero está presentando junto a Rocío Molina y Rosario "La Tremendita". Pero la presentación oficial de O.F.N.I. tuvo como escenario el Teatro Fernando de Rojas del Círculo de Bellas Artes de Madrid hace tan solo unos días, el 8 de octubre de 2014.
Pablo Martín Caminero presentando su proyecto O.F.N.I.
(Madrid, Círculo de Bellas Artes, 8 octubre 2014)
No fuimos pocos los que no quisimos perdernos esta presentación y, así, el Teatro Fernando de Rojas se llenó para ver a este quinteto. Gerardo Núñez en su introducción, voz en off, ya nos dijo de qué va el asunto "Este OFNI apareció surcando el cielo a mostrarnos que el flamenco, grande y misterioso como el universo, se expande y se expande sin detenerse un momento, frente a quienes pensaban que era estático, inmutable y congelado. Por los cielos de la música corren de un lado a otro los Objetos Flamencos No Identificados obligándonos a levantar la vista más allá́ de las perspectivas que vemos, y a confirmar que los horizontes no existen." Pues así lo entiende Pablo, que no se para en nada y que ha compuesto unos excelentes temas llenos de ritmo, melodía y armonía. El disco se terminó de grabar en el mes de mayo de 2014. Un disco que no tiene desperdicio.
Si a la gran formación musical que tiene Pablo Martín Caminero le unimos la inmersión que lleva años haciendo en el mundo del flamenco y el contacto con muchos de sus intérpretes, hemos de concluir que conoce todos los secretos para haber llevado a cabo este proyecto, al que auguro mucho éxito. Son sólo siete los temas que ha compuesto Martín Caminero para este proyecto, pero cuánta variedad hay en ellos, qué trabajados y qué manera más sublime de interpretarlos el quinteto. El concierto comenzó con el tema que da nombre al disco, O.F.N.I., a ritmo de bulería, un tema de una gran belleza musical. Para luego continuar con el resto de temas que componen el disco, una soleá, eso sí, de Gasteiz, y hasta un reggaetón de Triana, Trianatrón. Con los estribillos de Es lo que hay, tema en el que participó Enriquito, y Catarsis, un tanguillo que comienza suave y va in crescendo, los asistentes al concierto no podíamos mantener los pies quietos. Luego vino Calabazas y una preciosa balada, Bye bye Baba. Todo intercalado con comentarios de Pablo que nos hicieron sonreír a todos.
Un momento del concierto (Madrid, Círculo de Bellas Artes, 8 octubre 2014)
Enriquito y Pablo Martín Caminero interpretando Es lo que hay
(Madrid, Círculo de Bellas Artes, 8 octubre 2014)
Pero Pablo Martín Caminero y todos los que amamos la música debemos mucho al maestro Paco de Lucía y Pablo tuvo el detalle de cerrar el concierto (y el disco) rindiéndole un homenaje con unos arreglos de falsetas del gran músico de Algeciras. Y ahí acabó la presentación de O.F.N.I.
Moisés Sánchez, Ariel Brínguez, Toni Belenguer, P.M. Caminero, Michael Olivera y ...
Las botellas de Cognac y Armagnac con un grado de envejecimiento de entre 15 y 25 años tienen en su etiqueta las siglas V.S.O.P. (Very Special Old Pale), que un castizo las tradujo por ¡Virgen Santísima! Otro Poquito, mucho más adecuado. Pues con OFNI me pasó lo mismo, me supo a poco lo que escuché en el Círculo de Bellas Artes y en el disco, que ya ha sonado varias veces en mi casa.
Luego subí a la azotea del Círculo con la esperanza de ver algún otro OFNI (o quizás ovni), pero no, yo no los vi. Seguramente Pablo o Gerardo tienen otros ya localizados. Estaremos expectantes. Yo tuve que conformarme con ver a la diosa Minerva y la Luna llena que iluminaron esa noche mágica.
Sólo me queda agradecer a Helena Astorga la amabilidad que ha tenido conmigo al contestarme con prontitud para contrastarme algunas informaciones.
01/07/2014
Ignasi Terraza
Ignasi Terraza
(foto y © de Fernando Prats)
En un artículo anterior publicado en este mismo blog ya salió el nombre de Ignasi Terraza y acerca de él escribía yo "... pero especialmente a Ignasi lo llevo siguiendo hace tiempo, porque lleva mucho sobre los escenarios, lo he visto con otras formaciones y me parece un pianista excelente sobre el que habrá que volver." Pues es el momento de hacerlo y convertirlo en protagonista de este post.
Ya he escrito en varias ocasiones que Cataluña ha dado y sigue dando grandes intérpretes de jazz (por este blog ya han pasado varios) e Ignasi es uno de ellos. Ignasi Terraza es uno de los pianistas de jazz españoles de mayor proyección internacional. Además de haber tenido sus propias formaciones (actualmente Ignasi Terraza Trío) y ser co-fundador en el año 1996, junto a Oriol Bordas y Dani Alonso, de la Big Band Barcelona Jazz Orquestra, en la que sigue tocando, Ignasi ha tocado con grandes músicos nacionales e internacionales. Invidente, perdió la vista a los 9 años, estudió piano en el Conservatorio de Barcelona, a los 14 años descubrió el jazz cuando el afinador que iba a su casa le habló de Tete Montoliu y a los 18 años ya estaba tocando en clubs de su ciudad, al mismo tiempo que iniciaba sus estudios de Informática. Ignasi es la primera persona ciega que obtiene la titulación superior de Informática en España, pero después de compaginar durante algunos años la música con la informática dejó está última para dedicarse por completo a la primera, que a buen seguro le reportará más satisfacciones y desde luego los aficionados al jazz le agradecemos que dedique el mayor tiempo posible a ella.
Lleva más de 30 años tocando jazz por los escenarios más prestigiosos del mundo, su primer premio lo recibió en 1991, primer premio del Festival Internacional de Getxo, con el grupo que formó con David Mitchell (Mitchell-Terraza Quartet), y desde entonces ha recibido varios más, alguno de ellos tan prestigioso como el Jacksonville Jazz Piano Competition que le fue otorgado en 2009 en esa ciudad de Florida. Desde el 2003 es profesor de piano jazz en la Escuela Superior de Música de Cataluña. Ha grabado una veintena de discos, algunos con su trío u otros intérpretes o agrupaciones y alguno en solitario, como es el caso de Sol-IT, editado por Swit Records en 2012. Un doble CD que recoge 24 temas de entre los que interpretó Ignasi en dos conciertos consecutivos en la sala de cámara del Palau de La Música de Barcelona. Y escojo este disco de entre los grabados por Ignasi porque en él podemos escuchar a Ignasi en estado puro y apreciar toda su técnica y creatividad. Él a solas con su piano, de ahí viene posiblemente el título del disco (Solo-Ignasi Terraza), interpretando estándares de jazz (la mayoría de los temas lo son) en una versión personalísima. Porque, sin abandonar nunca la melodía, Ignasi nos regala unas improvisaciones muy personales y llenas de su swing y de su magia. O el último disco (por el momento) de su trío, con Pierre Boussaguet (contrabajo) y Esteve Pi (batería), Live at The Living Room, grabado en directo en Bangkok y con un contenido muy variado en el que hay estándares de jazz, bossa nova, composiciones propias y hasta un par de canciones tradicionales catalanas. Un excelente disco lleno de sensibilidad y de buen gusto.
Otro de sus últimos proyectos ha sido "Imaginant Miró" (Suite Miró), una serie de temas compuestos por Ignasi Terraza e inspirados en cuadros del pintor Joan Miró. Interpretado por Ignasi Terraza Trío, "Imaginando Miró", se estrenó en 2012 en la National Gallery de Washington con ocasión de la exposición monográfica sobre el pintor. En aquella ocasión lo componían únicamente cuatro piezas musicales. Después Ignasi completó la suite, que se presentó en Madrid en mayo 2014 en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Un espectáculo en el que la música de Ignasi se funde con el mundo pictórico creado por Miró. De este proyecto dijo Chema García en El País "El mundo de Terraza-Miró es liviano e ingrávido ... Es éste un jazz de estancias amplias y suntuosas, estilizadas; un jazz elegante". En el espectáculo "Imaginando Miró", al concierto se añade la aportación del videoartista David Cid que complementa las descripciones de los cuadros con imágenes mironianas de video inspiradas en sus cuadros. "Al acercarme a la obra de Miró me he identificado mucho con su forma esencialista de expresión, con su libertad, su colorido, y su precisión, valores que continuamente busco en mi música", son palabras de Ignasi. El disco con la suite completa saldrá en este mes de julio de 2014 y los próximos 8 de agosto y 25 de septiembre se presentará en el Centre Cultural de El Born barcelonés. Atentos. Un proyecto en el que Ignasi ha puesto mucha ilusión.
Imaginant Miró (Ignasi Terraza, Esteve Pi y Horacio Fumero)
Pinchando aquí podéis ver el videoclip promocional de este proyecto.
He tenido la oportunidad de ver a Ignasi en directo en varias ocasiones. La primera de ellas en Café Central de Madrid, con su trío y la cantante Susana Sheiman, una gran vocalista. Susana es madrileña y lleva varios años residiendo en Barcelona y actuando con Ignasi Terraza Trío y con la Barcelona Jazz Orchestra (BJO), una de las mejores big bands de Europa. En aquellos conciertos del Café Central (una semana completa) el trío lo completaban el batería Esteve Pí y el contrabajo Horacio Fumero. Algún contratiempo de última hora debió surgirle a Horacio Fumero la noche que fui yo a verles porque no estuvo e Ignasi no lo sustituyó por ningún otro contrabajista, aunque hubiera podido hacerlo, sino por el saxofonista norteamericano Bob Sands, que lleva más de 20 años residiendo en Madrid y es un habitual en los clubs de jazz españoles. Piano, saxo y batería, además de Susana, una composición de grupo como la que hicieron famosa Lester Young, Nat King Cole y Buddy Rich en los años 40 y 50 del siglo pasado. Ignasi me comentó, porque tuvo la gentileza de concederme unos minutos de charla (gracias Ignasi), que es una experiencia que le interesa. La ausencia de contrabajo hizo que en algunos momentos Ignasi lo supliera tocando en su piano unas notas graves con su mano izquierda fijando el tono para todo el grupo. Magnífico Ignasi. Las otras veces lo he visto en la Sala Clamores de Madrid, formando parte del quinteto de Joan Chamorro y Andrea Motis, con quienes toca de manera habitual. La última ha sido bien reciente, el pasado 28 de junio.
Ignasi Terraza en la Sala Clamores de Madrid (28/06/2014)
Ya publiqué en este mismo blog un artículo sobre Joan Chamorro y la Sant Andreu Jazz Band y otro sobre Joan Chamorro & Andrea Motis Quintet, así que no insistiré demasiado sobre este magnífico grupo que ya he visto en directo en varias ocasiones. Sólo remarcar una vez más el éxito que están teniendo en todas sus actuaciones, que ya no se limitan únicamente a Cataluña, porque ya han actuado en otras regiones españolas y en varios países. Y allí donde van, el lleno está asegurado. Como ocurrió en su reciente actuación en Clamores, donde además del quinteto, tuvimos de nuevo la oportunidad de ver a Magalí Datzira y escuchar su contrabajo y su preciosa voz en varios temas y también a su hermano, Iscle Datzira, un joven saxofonista formado también en la Sant Andreu Jazz Band, en el tema que cerró el concierto, On the sunny side of the street.
Magalí Datzira con Joan Chamorro & Andrea Motis Quintet (28/06/2014)
Aspecto de la sala en el intermedio entre los dos pases del concierto (28/06/2014)
Un concierto en el que el quinteto interpretó más de veinte estándares, como Poor butterfly, Manha de Carnaval, My favourite things, Lady sings the blues, Moddy's mood for love, La chica de Ipanema, The old country, Gloomy Sunday, Cheek to cheek, In a sentimental mood o Bésame mucho.
Ignasi Terraza, Iscle Datzira, Andrea Motis, Joan Chamorro, Magalí Datzira, Esteve Pi y Josep Traver
en la Sala Clamores de Madrid (28/06/2014)
Y vuelvo a centrarme en Ignasi. En nuestra conversación me contó sus proyectos más inmediatos, que son muchos además del mencionado "Imaginant Miró".
Con Joan Chamorro y Andrea Motis estarán en el festival de jazz de Vitoria de este mes de julio.
Con el trío (Pierre Boussaguet y Esteve Pi) actuarán este verano en el Festival de Marciac, uno de los festivales más famosos de Francia, harán una pequeña gira por Alemania, y la primera semana de Septiembre estarán en el Café Central de Madrid y también en septiembre estarán en el festival de Colmar (Francia) acompañando al famoso trompetista norteamericano Terrell Stafford.
Con la BJO destaca la gira que acaban de hacer con el trompetista John Fadis, presentando el nuevo cd tributo a Dizzy Gillespie "Dizzy's Bussiness". y en septiembre tocarán en Perpignan.
Tiene programadas actuaciones con músicos internacionales: a finales del mes de julio una colaboración con los guitarristas franceses Boulou Ferrer y Christian Ferrer con Pierre Boussaguet, unos de los mejores representantes actuales del estilo Django.
Ignasi se ha interesado también por el flamenco, y ha comenzado dos colaboraciones: una con el guitarrista Josemi Carmona, y otra con el cantaor Joaquín Gómez "el Duende". Son proyectos de encuentro de jazz con flamenco, buscando el poder dialogar juntos desde sus respectivas raíces.
Y más. Conviene estar atentos, porque merece la pena asistir a sus conciertos. Algunas de estas programaciones pueden verse en la agenda de su web (http://www.ignasiterraza.com/).
26/03/2014
Ron Carter, más que un contrabajista de leyenda
Ron Carter en el Festival Jazz sous les pommiers. 2011 Coutances (Francia)
© RETRAC PRODUCTIONS INC.
"Creo que el bajista es el estratega en cualquier grupo, y debe encontrar un sonido del que esté dispuesto a ser responsable." ("I think that the bassist is the quarterback in any group, and he must find a sound that he is willing to be responsible for."). Es la frase que aparece en la página de inicio de la web de Ron Carter (roncarter.net).
En el artículo sobre Javier Colina (El contrabajo de Javier Colina) escribí algo acerca de la importancia del contrabajo en los grupos musicales y especialmente en el jazz y di algunos nombres de los primeros contrabajistas de jazz y de algunos de los más importantes y entre ellos estaba Ron Carter, que ha tenido una gran influencia en muchos de los contrabajistas actuales. De entre los que siguen en activo, y Ron Carter a sus 76 años (nació en Ferndale, Míchigan, en mayo de 1937) aún lo está, ha sido y es el contrabajista de referencia para cuantos han seguido su escuela, que son muchos. Compositor y bajista, Ron Carter tiene numerosos premios, distinciones y nominaciones, ha tocado con los mejores músicos y orquestas, fue director artístico del prestigioso Instituto Thelonious Monk y actualmente es Profesor Emérito Distinguido del Departamento de Música del City College de Nueva York. Y por supuesto sigue grabando y actuando en directo. Lleva cerca de 60 años tocando el contrabajo y ha contribuido como nadie a la evolución de este instrumento y a su consideración de básico en las bandas de jazz. En una entrevista que concedió a Mike Hennessey Carter dijo: “Cuanto mejor sea la calidad del tono del contrabajista, cuanto mejor sea su sonido, mejor podrá atraer la atención de los otros miembros de la banda. Y el contrabajista debe sentir que es realmente el encargado de fijar la dirección de la música, siempre que sea competente y vigoroso y se pueda ganar la confianza de sus colegas. He tratado de seguir ese punto de vista con todas las bandas diferentes con las que he tocado”.
Comenzó estudiando chelo cuando tenía 11 años, instrumento que más tarde cambió por el contrabajo cuando ingresó en la Eastman School of Music de Rochester. Eran los primeros años de la década de los 50 del siglo XX y por aquel entonces no era fácil ver a un músico de raza negra en las orquestas sinfónicas. Quizá fuera ese el motivo por el que se decidió a abrazar el jazz, aunque sin apartarse del todo de la música clásica. Se graduó en 1959, pero unos años antes ya estaba tocando en diferentes grupos de jazz en Nueva York y en algunas otras ciudades de los Estados Unidos. Después formó parte del famoso quinteto de Miles Davis entre los años 1963 y 1968, sustituyendo a Paul Chambers y dejó el quinteto cuando Davis, que ha pasado por todos los estilos posibles, se adentró en el free jazz (estilo que más tarde abandonó). A Carter lo sustituyó el inglés Dave Holland en el quinteto de Davis. Entre las numerosas formaciones en las que Carter ha participado destaca también el quinteto VSOP con Herbie Hancock, Tony Williams, Wayne Shorter y Freddie Hubbard, los conciertos y grabaciones del cuarteto que formó con Sonny Rollins, al saxo, McCoy Tyner al piano y Al Foster a la batería o posteriormente el grupo con Hancock, Williams y Wynton Marsalis. Altamente prolífico, Ron Carter ha grabado más de 30 discos como líder, ha participado en más de 2.500 grabaciones con otros intérpretes y ha compuesto la música de varias películas. Y es que Ron Carter es algo más que un contrabajista que ha creado escuela. Carter es uno de los músicos más importantes de la historia del jazz y su contribución a esta música como compositor, instrumentista y formador ha sido y sigue siendo enorme.
Ha tocado en los clubs, teatros, auditorios y festivales más importantes de todo el mundo y ha estado varias veces en España (perdón porque me centre más en lo que es más próximo para mí). Palma, Valladolid, San Sebastián, donde recibió el premio Donosti Jazzaldia en 2010, Barcelona y Madrid lo han visto actuar con su Golden Striker Trío. La última vez que actuó en Madrid lo hizo en el Teatro Lara en marzo de 2013, acompañado por el guitarrista Russell Malone y el pianista Donald Vega, que sustituía a su pianista habitual, Mulgrew Miller, que falleció en mayo de ese mismo año. No pude asistir a ese concierto, yo que vivo en Madrid, y ha tenido que ser en Milán donde lo haya visto en directo por primera vez. Coincidió un viaje mío reciente a Milán con una actuación suya durante dos días en el Blue Note milanés y no podía dejar pasar la oportunidad de ver a Ron Carter en directo y por añadidura conocer el Blue Note de esa ciudad. Así que, con suficiente antelación, compré un par de entradas para el mismo día de mi llegada a Milán, que era el segundo y último de su actuación.
Entrada del Blue Note Milano
Programación de Blue Note Milano de marzo 2014
El Blue Note de Nueva York se inauguró en el año 1981 y es considerado uno de los clubs de jazz más famoso del mundo. A raíz de su éxito, se abrieron otros Blue Note en modalidad de franquicia en otras ciudades. Actualmente se mantienen cuatro: Nueva York, Tokio, Nagoya y Milán. Todos son parecidos (personalmente no conozco los dos de Japón), amplios, con una decoración moderna, buena acústica y buena iluminación. El de Milán ha sido el último en abrir sus puertas, en marzo de 2003. Tiene una muy buena distribución de sus mesas, lo que permite una visibilidad perfecta del escenario desde cualquier lugar, incluida su barra. Uno va a estos lugares a escuchar buen jazz, pero también a tomarse una copa y en eso falla estrepitosamente el Blue Note milanés. Pedimos un mojito (yo que suelo pedir whisky) y un "Aida jazz" (un cóctel sin alcohol) que se quedó casi entero en la mesa. El mojito era todo hielo picado, con algunas gotas de ron, un poco de soda o bebida parecida más el añadido de unas hojas de hierbabuena y una rodaja de limón. Por lo que me sirvieron a mí, a buen seguro que de una botella de ron sacan más de cien mojitos. Eso sí, tan caro como el mejor.
Minutos antes del concierto de Golden Striker Trio (Blue Note Milano, 19 marzo 2014)
Pero vayamos al concierto que es lo que interesa. En el Blue Note de Milán suele haber dos pases, el primero a las 21:00 y el segundo a las 23:00. Nosotros fuimos al segundo. No estaba lleno pese a que la programación era muy atrayente. Quizá la hora y que fuera miércoles contribuyera a ello. Salió Ron Carter al escenario con los dos músicos que le acompañaron en este concierto. El pianista Donald Vega y a la guitarra Anthony Wilson, que formará parte del trío sustituyendo a Russell Malone en esta gira por varios países europeos en 2014. Donald Vega es un excelente pianista de origen nicaragüense y formado en Estados Unidos que lleva con Ron Carter y su Golden Striker Trio desde el fallecimiento de Mulgrew Miller. Anthony Wilson es un guitarrista, compositor y arreglista estadounidense, con varios discos y premios en su haber y que forma parte del cuarteto que acompaña habitualmente a Diana Krall.
Concierto de Ron Carter Golden Striker Trio (Blue Note Milano, 19 marzo 2014)
Ron Carter con su porte distinguido y su elegancia habitual, corbata y pañuelo a juego, pero sobre todo con su contrabajo, que toca con una maestría forjada a lo largo de más de sesenta años, nos ofreció un concierto que, aunque breve (es lo que tiene lo de los dos pases independientes), satisfizo mis expectativas y creo que las de todos los allí presentes a tenor de los aplausos que recibió. Tocaron temas clásicos y alguna composición propia, como Candle light. Y Ron Carter se lució especialmente en Laverne walk, un tema compuesto por otro contrabajista de leyenda como fue Oscar Pettiford. Otros tres temas muy conocidos fueron The Golden Striker, My Funny Valentine y Soft Winds. Y hubo algunos temas más, no muchos porque el concierto, como ya he dicho, fue corto, rondando una hora de duración. Supongo que a los empresarios de Blue Note les resulta más rentable este modelo, así lo hacen en todos sus clubs y en muchos otros, pero creo que el espectador agradecería poder asistir a dos pases con un pequeño intermedio entre ambos.
Y cierro este artículo reiterando la satisfacción que me ha producido ver en directo a una de las grandes estrellas y leyendas del jazz actual y de todos los tiempos.
02/02/2014
Joan Chamorro & Andrea Motis
En el mundo de la música ha habido varios casos de éxito temprano y fulgurante, figuras que desde muy jóvenes han destacado y de las que pronto se ha visto que su proyección podía ser enorme. Y ahora nos encontramos con uno de estos casos, aunque lleva ya algún tiempo causando sensación. Porque no puede decirse que Andrea Motis sea un proyecto de estrella en el mundo del jazz, Andrea Motis es la nueva revelación del jazz & blues vocal en España.
Ya publiqué un artículo en este mismo blog sobre Joan Chamorro y la Sant Andreu Jazz Band (la big band más joven de Europa y quizá del mundo) y en él ensalzaba la gran labor que Joan está haciendo en la formación de jóvenes intérpretes. La Sant Andreu Jazz Band es una escuela de formación musical y un grupo integrado por jovencísimos músicos, entre 8 y 18 años de edad, que tiene su sede en el barrio de Sant Andreu de Barcelona y que está causando sensación en el mundo entero. Y Joan Chamorro, además de ser el director de esta escuela de música, tiene sus propios grupos de jazz, en algunos casos incorporando intérpretes de la SAJB. Cuando conocí su proyecto fui a ver una de sus actuaciones al Jamboree Jazz Club de Barcelona (28 octubre 2012) y fue entonces cuando escribí y publiqué el artículo mencionado. En aquella ocasión Joan Chamorro presentó a Magalí Datzira, una joven contrabajista y vocalista que posee una voz preciosa. También estuvo Andrea Motis con su trompeta, pero aquella noche en el Jamboree la estrella era Magalí y a ella estuvo dedicado el concierto. De eso ha pasado ya más de un año y en ese tiempo he vuelto a ver a Joan Chamorro y Andrea Motis un par de veces, las dos en la Sala Clamores de Madrid y en ambas con un enorme éxito. Inteligentes los responsables de Clamores al contratarlos.
Joan Chamorro y Andrea Motis Quintet (Clamores, 8 sep 2013)
Escribí algo sobre la trayectoria musical de Joan Chamorro, pero no demasiado sobre Andrea Motis, de la que poco sabía. Andrea Motis nació en Barcelona y empezó a tocar la trompeta a los siete años y a los trece debutó como cantante en la SAJB. La conocí cuando tenía 17 años y ahora, con 18 y las actuaciones que lleva, ha crecido musicalmente y se le nota una mayor soltura en el escenario. Toca la trompeta y los saxos alto y soprano y tiene una maravillosa voz que empezó enamorando al público de Cataluña y que ya ha llegado a otros muchos rincones de España y del mundo, porque Chamorro y Motis no paran de actuar. Y aunque siguen siendo los escenarios catalanes los que más frecuentan, también han actuado en otras provincias españolas y en varios países (Francia, Suiza y Brasil y pronto lo harán en Turquía, Italia e Inglaterra), han grabado tres discos, Joan Chamorro presenta Andrea Motis, Feeling Good y Live at Jamboree, ya están preparando el siguiente y algunos de sus vídeos que hay circulando por Internet han superado las 300.000 reproducciones. La SAJB es una cantera de buenos músicos y habrá que estar pendiente de ellos.
He leído en algún sitio comparar su voz con la de Norah Jones y yo siempre digo que las comparaciones son absurdas (además de odiosas), que Andrea no imita a nadie, que siempre le han gustado mucho Billie Holiday y Sarah Vaughan y que de lo que sí se puede hablar es de diferentes estilos y maneras de interpretar y el de Andrea Motis, que está abriendo su carrera musical al ámbito internacional, está más en la línea del de las actuales Norah Jones o Stacey Kent, con una voz íntima y suave, que de otras vocalistas. Aunque esa voz íntima y suave de Andrea tiene también la fuerza y sabiduría suficientes como para interpretar temas con registros diferentes. De nuevo Cataluña nos presenta una estrella del jazz que unir a otras vocalistas catalanas ya consagradas, como Laura Simó, Carme Canela o Silvia Pérez Cruz (que ya pasaron por este blog), con el valor añadido de que además de ser una magnífica cantante y de una gran belleza, como ellas, es también una excelente instrumentista. Seguiré su evolución, porque con su juventud y con lo que hemos visto de ella hasta ahora, se le adivina una gran carrera musical.
Andrea Motis se atreve con todo tipo de temas. Con canciones clásicas que hace suyas y nos las devuelve en una personalísima versión llena de sensibilidad, dulzura y encanto con esa voz tan limpia y armoniosa que posee. Cuando la escucho interpretar Feeling Good o My Baby Just Cares For Me, canciones que hemos oído tantas veces a Nina Simone; o algunos temas de su admirada Sarah Vaughan, o Summertime, ese tema de Porgy and Bess que compuso George Gershwin y que han versionado las y los más grandes; o el Desafinado de Tom Jobim o hasta el Hallelujah de Leonard Cohen, pienso que cómo es posible que esta joven que acaba de dejar la adolescencia, haciendo suyos estos temas y tan diferente, me llegue tanto como cuando los he escuchado por algunos de mis intérpretes predilectos. Pero así es. No sé qué parte de "culpa" tiene Joan Chamorro en el éxito que están teniendo, supongo que mucha. Ahora mismo Joan Chamorro y Andrea Motis son dos de las figuras con mayor proyección que hay en el jazz en España.
Lo más habitual es que Joan (contrabajo, saxos y en ocasiones voz) y Andrea (voz, trompeta y saxos) estén acompañados en sus actuaciones por Ignasi Terraza al piano, Josep Traver con la guitarra y Esteve Pi a la batería. A los tres ya los vi con Joan y Andrea en otra ocasión, pero especialmente a Ignasi lo llevo siguiendo hace tiempo, porque lleva mucho sobre los escenarios, lo he visto con otras formaciones y me parece un pianista excelente sobre el que habrá que volver. Y así, con esta formación, se presentaron en Clamores el 30 y 31 de enero y el 1 de febrero de 2014. Y para no desaprovechar la oportunidad de verlos y escucharlos me fui a Clamores el jueves 30 y así poder disfrutar de una noche de buen jazz.
Su repertorio suele estar basado en temas clásicos, lo que es de agradecer, y estilos variados y así empezaron tocando I cried for you, un tema que ha formado parte de la banda sonora de varios films y que han interpretado, entre otros, Billie Holiday y Sarah Vaughan, dos de las cantantes referentes de Andrea, y continuaron con otro tema que popularizó enormemente Sarah Vaughan, You're not the kind. Un giro con Manha de carnaval, para después seguir con estándares de jazz.
Joan Chamorro y Andrea Motis Quintet (Clamores, 30 enero 2014)
Joan, que es un maestro del escenario, con un carácter alegre y un sentido de la vida enormemente positivo, con buen rollo y que maneja a la perfección los tiempos del directo, supo desde el principio cómo conectar con el público madrileño que, por otra parte, estaba deseoso de escucharles.
Joan Chamorro y Andrea Motis (Clamores, 30 enero 2014)
Pasaron a la bossa nova con Chega de Saudade, de Tom Jobim y Vinicius de Moraes, y terminaron la primera parte del concierto con My Baby Just Cares For Me, una composición de la era del swing, y que nadie se atrevió a bailar pese a la petición que Joan hizo al público (no había espacio para hacerlo).
Andrea Motis (Clamores, 30 enero 2014)
En el segundo pase hubo más temas clásicos de jazz, como But not for me (siempre hay que incluir algo de George Gershwin), y también un bolero, Bésame mucho, que forma parte del contenido de su segundo disco. Y por allí andaba Magalí Datzira, que les había acompañado a Madrid y que subió al escenario para interpretar con ellos un par de temas. Magalí, una joven promesa de la Sant Andreu Jazz Band de Joan Chamorro.
Magalí Datzira con Joan Chamorro y Andrea Motis Quintet (Clamores, 30 enero 2014)
Finalizaron su actuación entre aplausos, bravos y peticiones de ¡otra, otra! y yo me quedé pensando ¿serán capaces de irse sin que escuchemos su versión de Feeling Good? Pero faltaba la propina y esa fue. Su interpretación de este famoso tema de los años 60 del siglo pasado, que da nombre a su segundo disco, me resulta de una gran belleza y más aún escuchándoselo en directo. Y es así como quiero terminar este post, con algo que no me cansaré de repetir: id a ver y escuchar música en directo, es otra historia.
15/12/2013
Chano Domínguez
Chano Domínguez
© Blue Note. Foto: Lourdes Delgado
Tenía grandes deseos de escribir algo sobre este excelente pianista español que es Chano Domínguez y aprovechando que lo he visto el pasado día 12 de diciembre en la Sala Clamores de Madrid, lo hago ahora y lo hago con mucho gusto porque es un músico al que admiro, además de ser uno de los pianistas españoles de jazz con mayor proyección y reconocimiento internacional.
Chano Domínguez es, junto a Michel Camilo, Gonzalo Rubalcaba, Danilo Pérez y la saga de los Valdés (Bebo, ya fallecido, Chucho y Chuchito) uno de los pianistas de jazz latino más solicitados en todo el mundo en los últimos años. Hay otros grandes pianistas de jazz actuales que han hecho incursiones en la música latina, como es el caso de Chick Corea, pero que no los veo encuadrados en este género. Y dentro del jazz latino, Chano es uno de los máximos exponentes de la fusión del jazz y el flamenco y uno de los artífices de que el jazz que se hace en España tenga una gran aceptación internacional.
Sebastián (Chano) Domínguez nació en Cádiz en 1960 y comenzó de niño a tocar la guitarra que le regalaron sus padres, él y ella grandes aficionados al flamenco. Unos años más tarde descubrió el piano, que ya no ha abandonado en toda su trayectoria. En los últimos años de la década de 1960 empezaron en España las primeras experiencias de lo que vino a denominarse como rock andaluz, con la formación de varios grupos. Pero fue ya bien entrada la década de 1970 cuando este género se consolidó con grupos como Imán, Guadalquivir, Triana y otros y con músicos tan importantes como Luis Cobo "Manglis", Andrés Olaegui, Kiko Veneno o Tomás Vega. Y aprovechando este tirón del rock andaluz, Chano Domínguez creó el grupo Cai en 1978, en el que también estaban Diego Fopiani (percusión), Paco Delgado (guitarra) y José Vélez (bajo). Cai se disolvió en 1981 y fue entonces cuando Chano Domínguez derivó hacia el jazz-flamenco sin abandonar ya esa senda. Tras su paso por el cuarteto Hiscádix, el trío que formó con Javier Colina (contrabajo) y Guillermo McGill (batería) es el que le adentró definitivamente en el mundo del jazz. Ha recibido numerosos premios y ha tocado con los más grandes del jazz y actuado en los mejores clubs y auditorios de todo el mundo. Tiene editados alrededor de 20 discos y otros tantos en colaboración con otros artistas. Y sigue grabando. Es el único intérprete español que aparece en la película Calle 54, dirigida por Fernando Trueba sobre el jazz latino. Pero una vez más digo en este blog que sobre la biografía y discografía de los músicos que en él aparecen hay otras fuentes más interesantes a las que acudir.
Para Chano la música es intemporal y universal y no entiende de barreras. Como dice Nat Chediak sobre Chano en su Diccionario de Jazz Latino -en algún otro artículo he hablado de este libro-, "Hay quienes se ocupan de crear fronteras en la música. La función del gaditano es cruzarlas". Porque eso es lo que ha hecho Chano durante toda su vida musical, no pararse en los límites, cruzarlos y transitar por ellos y es así como ha conseguido que desde Wynton Marsalis a Paquito D'Rivera lo reconozcan como uno de los mejores pianistas actuales. Y esto que digo puede probarlo un hecho. En el año 2009 se cumplió el 50º aniversario de la publicación de uno de los álbumes más míticos de la historia del jazz, Kind of Blue, de Miles Davis, editado por Columbia Records (el siguiente de Miles Davis fue Sketches of Spain, pocos meses después). Y Chano recibió el encargo de grabar, como homenaje a Davis, una revisión de ese disco y, añadiendo dos temas más de Davis al original que tenía cinco, lo grabó en directo en el Jazz Standard de New York, editado por Blue Note con el título de Flamenco Sketches. Un proyecto que sólo unos pocos privilegiados se atreverían a afrontar. Porque si es cierto que los temas de Kind of Blue han sido reinterpretados y grabados en varias ocasiones por distintos músicos, el de Chano es diferente a cualquier otro, porque en él no hay viento ni metal, sólo piano, percusión y bajo. Creo que es su último disco, aunque me consta que ya ha terminado otro y está preparando el siguiente.
Y antes de centrarme ya en el concierto del jueves 12 de diciembre de 2013 en la Sala Clamores de Madrid, creo necesario decir algo sobre Marina Albero, que compartió escenario con Chano ese día y los dos días siguientes, 13 y 14.
Marina Albero es una de esas intérpretes que nació en el seno de una familia musical, en este caso, una familia dedicada a la música tradicional y antigua. Nació en Barcelona en 1979 y empezó a estudiar solfeo y piano a los ocho años. Con quince años de edad se trasladó con su familia a Cuba, donde permaneció dos años y continuó con sus estudios musicales. A su vuelta a España, en 1997, permaneció colaborando con el grupo familiar de música tradicional al mismo tiempo que siguió estudiando, participando y colaborando con distintos grupos y creando sus propios proyectos, como el actual, Maram, un grupo de música experimental que ha creado con Marc Egea y Mariona Sagarra. Marina toca varios instrumentos, principalmente piano, vibráfono y salterio. Su primera colaboración con Chano Domínguez fue en 2006, cuando Chano puso en marcha su proyecto New Flamenco Sound (NFS) y con él sigue colaborando y dando conciertos por todo el mundo.
Hacía muchos años que no asistía yo a un concierto de jazz con vibráfono en directo. Creo que desde que vi a Lionel Hampton en el Palacio de la Música de Madrid, puede que fuera en 1969 ó 1970. Sí he escuchado grabaciones y visto vídeos de algunos de los vibrafonistas más famosos. En varias ocasiones han actuado juntos Chick Corea (piano) y Gary Burton (vibráfono), distintos instrumentistas pero los mismos instrumentos que esa noche en Clamores, y como soy enemigo de las comparaciones no voy a caer en ello ahora. Parece que fue Gary Burton quien introdujo definitivamente la utilización de cuatro mazos o baquetas, en lugar de dos, con las que percutir las láminas del vibráfono, aunque algunos músicos ya las habían utilizado antes ocasionalmente. Una técnica que se me antoja harto complicada y que Marina Albero usa con una maestría digna de admiración.
Y ahora ya sí, me centro en el concierto de Clamores. Fue una agradable sorpresa para mí. Porque la música de Chano la conozco bastante, aunque es uno de esos intérpretes que no te cansas nunca de escuchar, pero a Marina la conocía poco, sólo de su participación en NFS con Chano y otros ocho músicos y de algún vídeo que he visto últimamente, y desde luego no la había visto nunca en directo y me entusiasmó.
Chano Domínguez y Marina Albero en Sala Clamores de Madrid (12-12-2013)
El concierto tuvo un repertorio muy completo. Composiciones propias, como la que lo abrió, Marcel, un bonito blues a piano solo compuesto por Chano dedicado a su hijo, o Jacaranda, que está incluido en su disco Hecho a mano. Tocaron también temas de algunos genios del jazz, como Django, del pianista John Lewis, Monk's Dream, de Thelonious Monk y Ana María, del saxofonista Wayne Shorter. Una incursión por Sudamérica, con Gracias a la Vida, de Violeta Parra y Los ejes de mi carreta, de Atahualpa Yupanqui, dos versiones preciosas. Y el público vibró (vibramos) cuando Chano y Marina tocaron Carrousel y más tarde Rumba pa'Jerry, un tema que Chano compuso dedicado al trompetista y bonguero Jerry González y que tantas veces hemos escuchado con Chano, Jerry y el cajón de Israel Suárez "Piraña", o con Chano y Paquito D'Rivera, pero la versión que nos ofrecieron esa noche no tiene nada que envidiar a ninguna otra. La limpieza y claridad de sonido del piano de Chano y del vibráfono de Marina y el ritmo de esos temas contagió de entusiasmo a todos.
Chano Domínguez (Clamores 12-12-2013)
Marina no sólo había llevado el vibráfono, sino también el salterio, instrumento que domina a la perfección. Y ella con su salterio nos ofreció un par de temas, el primero con Chano al piano, Cardamomo y el segundo sola con su salterio, Psoleá. El salterio, un instrumento con un sonido dulce y claro, así nos llegó tocado por Marina, y del que hay pocos instrumentistas en Europa. Cerraron el concierto, con el piano y vibráfono y una composición de Miles Davis, Blue in Green, uno de los temas que están incluidos en el disco Flamenco Sketches.
Marina Albero (Clamores 12-12-2013)
Recojo y hago mías las palabras que escuché decir a alguien del público, próximo a mí, sobre el diálogo piano-vibráfono, algo así como "momentos impresionantes también con retos improvisados (a mí me lo han parecido) de Chano hacía Marina, el primero desafiando con su piano y Marina contestando con su vibráfono y su maestría. Magistrales los dos". Lo que resulta demostrativo del nivel del concierto y de lo que disfrutamos los que a él asistimos.
Agradezco a Chano y Marina la gentileza que tuvieron al acceder a hablar conmigo unos minutos antes del concierto.
20/05/2013
New York (II)
Un recorrido por algunos clubs de Manhattan
Atardecer desde Top of de Rock, con Central Park en segundo término
El artículo anterior (y éste que aquí inicio ha de considerarse continuación de aquel) lo terminé diciendo que escribiría sobre algunos de los locales de jazz de New York, de los muchos que hay. Así que voy a ello.
También escribí en ese artículo que hay varias guías y webs en las que orientarse y cité el ejemplo de la de Gordon Polatnick, que puede verse en http://www.ny.com/clubs/jazz/.
Cuando uno pasa seis días con sus seis noches en New York (como fue mi caso) y es aficionado al jazz querría ir cada tarde o noche a escuchar esta música a un local diferente, pero la disponibilidad no es total, hay muchas cosas que ver en New York y además no sólo de jazz vive el hombre. Y entonces surge la duda ¿elegir local? ¿elegir intérprete? ¿elegir estilo? Pero tampoco es cosa de comportarse como el asno de Buridán, indeciso, y dejar que pasen los días sin haber ido a ninguno de ellos. Claro que también ¿cómo no ir a Blue Note? el club de moda y en el que actúan los más famosos músicos, ¿cómo no asistir a una actuación de la Jazz at Lincoln Center Orchestra que dirige Wynton Marsalis? o ir al 55 Bar, el más antiguo de todos y uno de los speakeasies de los años de la prohibición, o al Village Vanguard o ir a ver la inmensa figura y escuchar la enorme voz de Sweet Georgia Brown (sí, como el famoso tema que compusieron en 1925 Ben Bernie y Maceo Pinkard con letra de Kenneth Casey) en el Arthur’s Tavern o al Smoke que nos describe Elvira Lindo en su libro Lugares que no quiero compartir con nadie o al Small o al moderno Blue Smoke Jazz Standard o a oír música afrocubana o latin jazz al Zinc Bar o a tantos otros. Y como no sería lógico que escribiera sobre lo que no he visto, me limitaré a aquello que he vivido.
Casi sobre la marcha (uno de ellos ya lo había reservado antes de emprender viaje) fuimos (el viaje fue familiar) a tres locales muy distintos a escuchar tres estilos también diferentes. Y estos fueron.
Una noche en Blue Note
Blue Note es uno de los clubs de jazz de mayor prestigio en el mundo (hablo del de NY, también lo hay en Tokyo, Nagoya y Milan). No se trata de uno de esos locales "de toda la vida" que existen en algunas ciudades de Estados Unidos y que tienen un sabor especial, porque abrió sus puertas en 1981, pero actualmente es uno de los más importantes. Basta repasar su calendario de actuaciones para darse cuenta de ello al comprobar que en este club actúan los músicos más célebres. Un club con muy buena acústica y una decoración agradable. Así que fue una de mis elecciones. Además, nuestros días en NY coincidieron con la actuación de Hiromi Uehara en Blue Note. Y si tenía interés en conocer Blue Note, qué decir de las ganas que tenía de ver a Hiromi en directo, después de escuchar grabaciones suyas y verla en algunos vídeos que hay en Internet. Y para evitar problemas reservé mesa con varios días de antelación e hice bien porque el local se llenó. Y allí nos fuimos, a ver y escuchar a Hiromi acompañada por el bajista Anthony Jackson y el baterista Simon Phillips, dos excelentes instrumentistas. Hiromi: The Trio Project. Un concierto en el que tocaron los temas del último CD que ha grabado el trío, Move, y que se acaba de poner a la venta en marzo de 2013. Move es el segundo CD de este trío y el noveno de Hiromi. Un disco que describe el "tiempo de un día", desde el despertar (Move) hasta el final del día (11:49 PM), los últimos 11 minutos antes de medianoche.
Entrada de Blue Note
Escenario de Blue Note
Hiromi Uehara es una joven (34 años) compositora y pianista japonesa, que empezó de niña a dar clases de piano. Los conocimientos adquiridos en su infancia y adolescencia en Japón a los que añadió posteriormente los del Berklee College of Music de Boston (donde fue alumna de Oscar Peterson y Ahmad Jamal) y sus cualidades innatas han hecho de ella una auténtica virtuosa del piano con una técnica depuradísima. Es capaz de embelesarte tocando temas melódicos o de música clásica, u otros más rítmicos en los que todo su cuerpo se llena de energía y es entonces cuando miras a sus manos y da la impresión de que el número de sus dedos se duplica. Uno se pregunta cuánta disciplina y cuántas horas de ensayo hay detrás de su virtuosismo. Como alguien ha dicho sobre la actuación de Hiromi: "brutal".
¿Cómo catalogar su estilo? La propia Hiromi ha dicho: "No quiero poner un nombre a mi música. Otras personas pueden darle un nombre a lo que hago. Es sólo la unión de lo que he estado escuchando y lo que he ido aprendiendo. Tiene algunos elementos de música clásica, tiene algo de rock, tiene algo de jazz, pero yo no quiero darle un nombre".
Para mí y creo que para cuantos estábamos allí será una noche difícil de olvidar. La vida se compone de instantes y algunos hay que gozarlos al máximo. Resultó espectacular ver a este trío. Lástima que, como se sirven cenas (el público podría ir ya cenado o hacerlo después, New York es la ciudad que nunca duerme), el ruido de los platos resultaba algo molesto, sobre todo en los temas más suaves y melódicos, como fue en la interpretación de Fantasy, el segundo de los temas que componen la Suite Escapism.
Un ambiente agradable en Arthur's Tavern
Pues también nuestra segunda noche de jazz fue un gran acierto. Me gustó mucho tanto el local como la música que escuché en él. No pude ir a ver a Sweet Georgia Brown, como era en principio mi deseo, porque sólo actuaba jueves y viernes. El jueves fue el día de mi llegada y resultó complicado y el viernes tenía reserva en Blue Note. Pero lo que vimos y escuchamos nos entusiasmó.
Empezaré por el local. Arthur's Tavern es un pequeño bar/club, inaugurado en 1937, ubicado en el West Village (como muchos otros) y que tiene un encanto y sabor especiales. Su programación es más o menos fija y es de los pocos en que no se cobra la entrada y las consumiciones tienen un precio bastante asequible. El local estaba lleno, pese a que el día era lunes, con un ambiente juvenil, simpático, informal y muy agradable.
Entrada de Arthur's Tavern
El magnífico ambiente de Arthur's Tavern
Esa noche tocó un grupo de House Rockin' Blues (así estaba anunciado), formado por James Lewis (guitarra y voz), Francesco Beccaro (bajo) y Jason Patterson (batería), que cautivó con su música a cuantos allí estábamos. A ellos se unió en algunos temas otro joven cantante (supongo que amigo del grupo) con una extraordinaria voz. Además, nosotros tuvimos la fortuna de conseguir una mesa en primera línea, junto al escenario, y apreciar de cerca sus interpretaciones.
Lo que no acabo de entender es esa costumbre de anteponer el término House a muchos estilos o géneros de música, desde que se empezó a denominar Chicago house y más tarde house music a un tipo de música disco hacia 1980.
Desde que John Mayall, allá por la segunda mitad de la década de 1950, aprovechando el éxito que ya había alcanzando el rock, comenzara a fusionar el jazz y el blues con el rock, han sido muchos los intérpretes y los grupos que han hecho este tipo de música, empezando por el propio grupo que creó Mayall, John Mayall & the Bluesbreakers, en el que tocó Eric Clapton antes de crear Cream junto a Jack Bruce y Ginger Baker, todos ellos británicos. Cream (que yo descubrí en aquella época a través de mi hermano Fernando) fue una banda magnífica y mítica que marcó el camino a muchas otras, aunque sólo durara poco más de dos años, entre 1966 y 1968 (los tres se han vuelto a juntar posteriormente en algunas ocasiones puntuales y ya dejo de hablar de Cream porque de seguir haciéndolo puede alargarse este post en demasía).
Este estilo (rockin' blues) se ha denominado a lo largo del tiempo de varias maneras, jazz-rock, blues-rock, electric-blues o blues contemporáneo, siempre teniendo en cuenta que su origen es el rhythm and blues (R&B). Esta clase de fusiones son difíciles de clasificar. Y si hacemos caso de la cantidad de nombres que se vienen dando últimamente a distintos (?) géneros de música dentro del jazz, del blues y del rock, se podrían llenar varias páginas sólo con relacionarlos. No soy muy amigo de tanta "atomización". El caso es que la banda que vimos en Arthur's Tavern me impresionó muy gratamente. Y aquí dejo el enlace a un vídeo de una de sus actuaciones de aquella noche.
La última noche a Village Vanguard
Y en esta ocasión, nuestra última noche en NY, mis expectativas no acabaron de satisfacerse del todo. Y no es que no me gustara el local o el grupo que tocó esa noche, pero intentaré explicarme. Village Vanguard es un club muy famoso, de los más antiguos que existen, se inauguró en 1925 cuando el jazz en NY empezaba a estar en sus mejores momentos. Es un local agradable, con una iluminación cálida y buena acústica y los músicos que escuchamos son realmente buenos, se trataba de Terell Stafford Quintet, con Terell Stafford a la trompeta, Tim Warfield en el saxo, Bruce Barth al piano, Peter Washington con el contrabajo y el baterista Dana Hall, todos ellos grandes músicos.
Entrada de Village Vanguard
Terell Stafford es uno de los mejores trompetistas estadounidenses del momento y actualmente es Director de Estudios de Jazz y de la Cátedra de Estudios Instrumentales en la Universidad de Temple. Durante varios años tocó en la banda del pianista McCoy Tyner, quien le introdujo en el estilo Bebop. También estuvo tocando en la Jazz at Lincoln Center Orchestra, que dirige Wynton Marsalis y es posible, al menos es mi impresión o me inclino a creerlo, que Marsalis le haya contagiado o imbuido esa seriedad y disciplina características de su orquesta que hace que el músico se distancie un poco del público y no conecte con él. Y para mí, no cabe duda, el jazz en directo necesita de una conexión músico-público que en esta ocasión no se dio. Así que, aun reconociendo la gran categoría de los músicos, el concierto resultó algo frío. Creo que hasta abusaron de los "solos" sin la ligazón necesaria y en detrimento del concepto armónico que ha de tener cualquier interpretación musical. Quizá también la seriedad que transmitían los músicos (todos ellos encorbatados) y que el local no estuviera lleno contribuyeran a esa frialdad.
Y ese fue mi recorrido por los clubs de jazz de Manhattan. Me hubiera gustado ampliarlo a más locales, pero no pudo ser por falta de tiempo. Estuve en algunos otros, fuera de horario de actuaciones y sólo por conocerlos ¿con vistas a un próximo viaje? no es fácil, pero nunca se sabe. Como decía Jacques Vaché, "los viajes forman a la juventud" (y a los demás también, añado).
28/04/2013
New York (I)
Desde los inicios hasta hoy
Vista de Manhattan desde el puente de Brooklyn
Bueno, bueno, New York. Brooklyn, Queens, The Bronx y por encima de todo Manhattan con sus barrios, una locura para los amantes del jazz (y de algunas otras cosas). Porque si New Orleans es la cuna del jazz y sigue siendo un paraíso para esta música, New York es la ciudad donde más actuaciones de jazz hay y en la que todos los músico de jazz sueñan tocar en algún momento de sus vidas, la meca del jazz. Y ya que acabo de pasar una semana en New York, no me queda otra que dedicarle un par de artículos. Éste es el primero.
Pero empezaré por el principio, por decir brevemente cómo llegó el jazz a New York y cómo se consolida lo que terminó conociéndose como estilos Chicago y New York. Es difícil precisar cuál es el origen del jazz, porque cualquier manifestación artística tiene unos antecedentes. En el caso del jazz los antecedentes son las manifestaciones musicales de los esclavos africanos liberados tras la finalización de la Guerra de Secesión de Estados Unidos en 1865 (algo sobre esto puede leerse en el artículo dedicado al estilo Dixieland, tercer artículo en este mismo blog). Cuando esa música de origen africano, que cristaliza en el blues, gospel o ragtime, se encuentra con la música occidental llegada de Europa, que le aporta la armonía y melodía, se produce una conjunción entre ambas que es lo que "puede dar" origen al jazz. Lo anteriormente dicho es discutible y opinable (y por eso el entrecomillado), porque si leemos lo que han escrito algunos musicólogos e historiadores de este tema veremos que hay opiniones diferentes. Lo que es incuestionable es que estas primeras manifestaciones musicales de jazz se producen en algunos Estados del Sur, principalmente en Tennessee y Louisiana. Y la capital de Louisiana no es otra que New Orleans. Y aquí sí que ya está todo el mundo de acuerdo en que, sean cuales sean sus antecedentes y orígenes, el jazz se consolida en New Orleans.
Y eso ocurrió en los últimos años del siglo XIX y primeros del XX, periodo en que New Orleans se convirtió en una ciudad alegre, con música en las calles, importante vida nocturna, numerosos bares y clubs y aumento de la prostitución. Y esto hizo que sus autoridades municipales adoptaran la decisión, en el año 1897, de circunscribir estas actividades a una zona o barrio concreto de la ciudad, que se denominó Storyville, tomando su nombre del concejal que lo propuso, Sidney Story. Storyville se convirtió así en un barrio de ocio, lleno de clubs nocturnos en los que recalaron todos los músicos de la ciudad para tocar, dando origen a las primeras bandas de jazz importantes. Y así fue hasta el año 1917 en que las autoridades federales, por encima de las municipales, decidieron acabar con esa situación y aprobaron el cierre e incluso la demolición de muchos edificios para construir un nuevo barrio. Pero a esas alturas ya eran muchas las bandas e intérpretes que se habían hecho famosos y ante esa situación decidieron emigrar a otras ciudades, principalmente Chicago y New York, ciudades altamente pobladas y con suficiente vida nocturna y locales en los que actuar, además de ser ciudades en las que había dinero. Varios de estos músicos, como Jelly Roll Morton, Joe King Oliver o Louis Armstrong, que ya estaba tocando con King Oliver, se incorporaron a orquestas locales que tenían una mayor presencia de músicos blancos y más basadas en los aspectos melódicos y los arreglos orquestales escritos que en la rítmica y la técnica de improvisación que llegó de la música hot de New Orleans. La conjunción de estos dos estilos, la aportación que hizo cada uno de ellos al otro, más la incorporación de algunos instrumentos nuevos como el saxofón y la consolidación de los "solos" como parte integrante de las interpretaciones fue lo que creó un estilo nuevo que se reconoció definitivamente como New York con la aparición de la orquesta de Fletcher Henderson. El estilo New York se mantuvo como imperante durante la década de 1920 y hasta la llegada de la llamada era del Swing.
Los diferentes estilos de jazz se han ido sucediendo y superponiendo sin desbancar ninguno de ellos a su precedente y conviviendo todos. Y en New York, que es una ciudad cosmopolita donde las haya, así es, porque si buscas Dixieland lo tienes, al igual que Blues, misas Gospel, Boogie-Woogie, Swing, Bebop, Cool, Latin o cualquier otro estilo, si bien es cierto que no olvida que fue la ciudad que creó un nuevo estilo de componer e interpretar jazz que revolucionó esta música abriéndola al mundo entero.
Y ahora debería dar un salto en el tiempo para situarme en la actualidad del jazz en New York. Pero antes de entrar en materia, de hablar del panorama actual del jazz en New York, de sus locales y de algunas de las actuaciones a las que he podido asistir, quiero hablar de la visita que hice, muy especial para mí, a la Casa Museo de Louis Armstrong. Si hay un músico que el mundo entero, aficionados o no, identifica con el jazz, ese es Armstrong. Nacido en un barrio pobre de New Orleans, empezó a tocar la corneta y más tarde la trompeta en la banda del reformatorio para niños abandonados en el que pasó algunos años de su infancia, quizá fuera ese el motivo por el que se ocupó tanto de los niños durante su permanencia en New York, que fue la mayor parte de su vida. Cuando salió del reformatorio con trece años, empezó a tocar en algunos de los locales de Storyville, compaginándolo con trabajos esporádicos que iba consiguiendo. Fue entonces cuando conoció al trompetista Joe King Oliver. Tras el cierre de Storyville, King Oliver marchó a Chicago y cuando creó su propia orquesta llamó a Armstrong para que se uniera a ella. Dos años más tarde, en 1924, Louis Armstrong estaba tocando con una de las mejores orquestas de New York, la de Fletcher Henderson. A partir de ahí su carrera fue fulgurante, convirtiéndose en el músico de jazz más conocido internacionalmente. Su enorme popularidad es comparable a la alta consideración que ha tenido siempre de la crítica más exigente. Y esa unión del aplauso cuantitativo y cualitativo es algo que han conseguido muy pocos.
Así que nos fuimos (el viaje fue familiar) a ver su casa de Corona en Queens, en la que vivió con su cuarta y última esposa, Lucille, desde 1943 hasta su fallecimiento en 1971, y que ha sido declarada monumento histórico. Necesitaba yo respirar, sin ningún tipo de fetichismo, el ambiente de esa casa, además de visitarla por el interés que tienen los objetos, colecciones y grabaciones que en ella se exhiben. Las visitas son guiadas cada hora dentro del horario establecido, que puede consultarse en su web http://www.louisarmstronghouse.org. Fui a verla y aquí dejo una pequeña muestra fotográfica de mi visita.
Fachada principal y jardín de la Casa Museo de Louis Armstrong
Placa conmemorativa de la designación como monumento histórico
Como en muchos otros lugares, no se permiten las fotos en el interior.
Y ahora sí, ya me centro en el panorama actual del jazz en New York y en las interesantes propuestas que ofrece, empezando por relacionar algunos de los clubs y locales más conocidos.
La mayoría de los clubs de jazz de New York se encuentran en Manhattan y quizá el más antiguo de todos sea el 55 Bar, abierto en 1919, que fue una de las tabernas en las que se servían bebidas alcohólicas clandestinamente en la época de la prohibición (locales conocidos con el término de speakeasy), un local pequeño con una entrada difícil de identificar y donde hay actuaciones de jazz todos los días. Otros locales que se pueden incluir en el grupo de los que perduran desde antes de la segunda guerra mundial son el Village Vanguard, abierto en 1925 y que es uno de los clubs de jazz más famosos del mundo, y Arthur's Tavern que existe desde 1937 o ya años más tarde Birdland (1949), tomando el nombre de uno de los saxofonistas más grandes de esa época (y de todas), Charlie Parker, apodado "Bird", un club que ha tenido dos ubicaciones diferentes antes de la actual, situada en el Midtown, en la calle 44 y no muy lejos de Times Square.
Birdland Jazz Club Birdland fue un club de jazz que marcó una época en las décadas de los 50 y 60 del siglo XX, años en los que pasaron por este club los mejores intérpretes del momento, y que en los últimos tiempos ha vuelto a ser un referente del jazz mundial. Otros locales más actuales y conocidos mundialmente son Small, Smoke, Jazz Standard y por supuesto Blue Note y Jazz at Lincoln Center que se encuentra dentro del Time Warner Center. Y dejemos para los más snobs y económicamente fuertes el Café del Hotel Carlyle, donde Woody Allen toca el clarinete con la New Orleans Jazz Band todos los lunes. Pero hay tantos clubs, restaurantes y locales en New York en los que escuchar jazz que quizá lo mejor sea remitir a los lectores a alguna de las webs que los recogen y una de las más completas es la de Gordon Polatnick, que se puede visitar en http://www.ny.com/clubs/jazz/ y hay unas cuantas más. Cada uno de estos locales merecería un artículo específico, pero para ese menester sería necesario haber estado algo más de una semana. Así que me centraré sólo en algunos de ellos, pero eso será en el siguiente artículo.