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Secretos,voces y murmullos del tango rioplatense
Secretos,voces y murmullos del tango rioplatense

Secretos,voces y murmullos del tango rioplatense (23)

Esa añoranza, estos comportamientos, en las orillas, en cierta forma normales del ser humano en su desadaptación, se mezclan y van a derivar en que, tanto aquellos extranjeros, venidos de tan lejos, decididos a iniciar una nueva vida, así como también los criollos que fueron alejados de su medio, el campo; van a experimentar una remembranza o un sentir muy profundo que es la nostalgia que sentían los gauchos en la ciudad, al recordar el campo; así como aquellos inmigrantes radicados en América, quienes habían dejado atrás su patria lejana y a la que nunca volverían.

Figura 10: dicionario Lunfardo


Como consecuencia natural del proceso de comunicación y de integración, los criollos empiezan a incorporar expresiones italianas en su vocabulario coloquial, a veces palabras foráneas deformadas. De la misma manera, los extranjeros iban adoptando el lenguaje local mezclado con el suyo, lo cual resultó en una mezcla de los dos idiomas.

Se puede añadir que llegaron corrientes de españoles, preferentemente del norte de los Países Vascos y del sur, de Andalucía. Igualmente, italianos de muy al norte, de La Liguria, por ejemplo y también del sur de Italia. En menor cantidad, también hubo procedencia de Francia, de esta manera, se fue conformando el lunfardo.

En aquellos tiempos, hacia la mitad del siglo XIX las distintas culturas se iban mezclando, ya que las dos capitales rioplatenses, Montevideo y Buenos Aires, contaban con una población que era mitad criolla y mitad extranjera, y aun hubo épocas donde los extranjeros eran los más numerosos.

Como dice Daniel Vidart, en su excelente publicación El tango y su mundo:

[…] Toda cultura compleja está cosida, apuntalada con empréstitos […].

[…] El resultado de ese intercambio fue una fusión gradual, imperceptible. Los italianos se acriollaron y nosotros, sin quererlo y sin saberlo, nos italianizamos. Una idea colectiva, empero, sobrevivió al embate del acordeón, de la agricultura y de la polenta. No quisimos renunciar a la sangre charrúa […].

[…] La tan llevada y traída “sangre charrúa” es una idea-fuerza, un mito piadoso de nuestro orgullo nacional.

[…] Esta epopeya popular de la inmigración italiana, silenciada y escamoteada por la historia oficial, no ha tenido otro cancionero que el del tango”[1].

Hay que destacar otro factor, que influyó en la gestación de este ritmo, y es que los extranjeros eran muy dados a cantar al interpretar música con instrumentos, justamente el estilo del cantar enfático de los italianos influyó en el cantar del tango.

Como ya se dijo, al principio lo bailaban en las orillas, los hombres que se consideraban pesados o personajes, luego con mujeres de los bajos fondos. Pero con la presencia de los inmigrantes surgen otros bailarines, sus descendientes, hijos de españoles y de italianos, que se van integrando. Ellos conforman personajes, como son ‘los compadritos’, quienes, sin otras habilidades, bailan muy bien el tango, lo que se considera como un mérito, pues ellos carecen de la valentía que caracteriza al gaucho quien se vio desterrado de la campaña y llegó a la ciudad, sintiéndose desamparado.

El tango, surgido en los bajos fondos, es danza, y esta forma de esparcimiento también comienza poco a poco a ser igualmente, el esparcimiento de la gente honrada: los trabajadores de las fábricas, los conductores de los carros a caballo, los vendedores de productos varios, los obreros, los basureros, las yiras, las lavanderas y planchadoras de los conventillos, quienes en sus ratos de ocio concurrían a los sitios donde se escuchaba y se bailaba esta danza. Es decir, que también empezaban a participar de esa danza gente de los sectores de las capitales rioplatenses, habitados por una población trabajadora, los proletarios.

Sea lo que sea, el tango apareció para ser bailado. Sus compases se empezaron a oír en los suburbios del Bajo, donde se concentraba “la mala vida”. Lo bailaban los milicos, los trabajadores de mataderos, los carreros, los artesanos, los gauchos desterrados, los peones, marineros, los hombres que buscaban diversión.

De ahí que, cuando los militares tenían “día libre” se improvisaban reuniones con guitarras y enseguida se formaba el baile sobre los pisos de tierra que debía ser mojada, cada cierto tiempo para que no se desprendiera polvo. La iluminación era con velas de sebo o con faroles a kerosene.



[1] Vidart, Daniel. “Los italianos en el nuevo mundo”. El tango y su mundo. Montevideo: Ediciones Tauro, S.R.L. 1967, p. 114.


En virtud del clima de dificultades creadas en la adaptación de los extranjeros, aparece un aspecto curioso: un culto al coraje, es como hacer del coraje un valor, es la razón por la cual los compadres que frecuentaban o habitaban en los bajos fondos llevaban siempre un cuchillo consigo, se juegan la vida, hacen del coraje un ingrediente de la hombría, lo que deriva en intentar solucionar los problemas con el arma que llevaban bien guardada.

En ese medio, incluso acostumbraban a batirse a duelo, algo muy difundido, de ahí que varias letras de tango hacen alusión al Duelo criollo -título de un tango-, lo cual era considerado como un ritual, con el cual se estaba cumpliendo con un código de lamoral.Los motivos más comunes que motivan el duelo son problemas de faldas o de rivalidad en cuanto a ideología política u otros temas.

 

Figura 9. Lenguaje en el Arrabal.

En esos tiempos, las aceras, a manera de alumbrado público, estaban iluminadas con faroles, el encuentro para batirse a duelo tenía lugar allí, en general en horas de la noche.

Todo sucedía según estas costumbres: a la hora indicada, los personajes aparecen cada uno por su lado, caminando despacio, vestidos con elegancia; se encuentran bajo la tenue luz de la luna y de los faroles, al comenzar la acción, cada uno con una daga o con un cuchillo. En esa primera etapa, avanza, cada uno con compás de pies, dando pasos, hacia delante y alguno hacia atrás, haciendo movimientos que recuerdan a una danza, incluso con cierta cortesía, se ha dicho que de allí derivaron los pasos llamados cortes y quebradas en el tango. En determinado momento, se quedan quietos, frente a frente, es el momento de la definición, las cuchilladas son rápidas, de uno contra el otro, de repente uno de los dos cae, lentamente hasta el suelo. El vencedor queda inmóvil, limpia el cuchillo y se aleja. A veces llegan acompañados de alguien, como un padrino, que observa todo de lejos.

En ese mundo de los arrabales aparecen prototipos, como los compadres y los compadritos, en muchos casos, gauchos venidos del campo, quienes desplazados de la campaña y una vez en la ciudad, sin caballos que domar, sin las faenas del campo en que ocuparse, sin adquirir hábitos de trabajo en la ciudad, ante cualquier discrepancia reaccionan y con facilidad se muestran propicios a la pelea. Se dice que, aunque no son amenazantes como los guapos, coinciden con ellos en cuanto hacen del coraje, un valor. Hacia fines del siglo XIX, en ese entorno, empiezan a definirse los prototipos del arrabal, según el Glosario de Voces Lunfardas :


Figura 7. Compadres

Los tahures son los que lucraban con los juegos de azar.

· Los guapos eran hombres valentones, orilleros.

· La percanta era de ínfima categoría, mujer hampona.

· El compadre era el hombre valiente de las orillas, pesado arrabalero.


Figura 8. Gauchos

· Los compadritos, considerados menos guapos que un compadre, imitan a estos, pero no son agresivos ni peligrosos. No obstante, otra gran diferencia es que se trata de muchachos, a quienes les gusta la elegancia en el vestir, lucir su estampa varonil y usar en algunos casos una golilla alrededor del cuello, que recuerda una prenda del gaucho.

· Los malevos son individuos peligrosos y agresivos, traicioneros y castigan a las mujeres para obligarlas a la mala vida[1].

Estos prototipos estaban bien caracterizados, resultaban ser buenos bailarines de tango porque ese ritmo había nacido en ese ambiente. Para ellos, la danza era un motivo de lucimiento, se sentían protagonistas. En ocasiones, ante una rivalidad, optaban por batirse a duelo con el otro.

Viene al caso una cita de Jorge Luis Borges, quien ha dicho:

[…] hablar de tango pendenciero no basta; yo diría que el tango y las milongas expresan directamente algo que los poetas muchas veces han querido decir con palabras: la convicción de que pelear puede ser una fiesta[2].

Pero hay autores que van más allá y afirman que de la habilidad desarrollada en el duelo criollo aprendieron o tuvieron la fuente de inspiración para los pasos en el tango.



[1] Las denominaciones aludidas se tomaron de Daniel Vidart, op. Cit., p. 201

[2] Borges José Luis, publicación de 1955.

Figura 6. Milonga en el Conventillo. Obra de A. Hugo Puebla

Este ritmo y su danza constituyeron un factor que contribuyó al proceso de integración de culturas entre nativos, criollos y emigrantes europeos.

Como es de imaginar, de ese entramado social inicialmente brotan sentimientos encontrados, de rebeldía, resentimiento y rivalidad entre los criollos o nativos, por un lado, y los inmigrantes, por otro. Este fenómeno, paradójicamente, va abriendo paso a la integración de las dos culturas.

Este fenómeno se dio en la población de los suburbios, entre los diferentes grupos de criollos corridos del campo y los emigrantes europeos, quienes vinieron a echar raíces en América. La reacción de los criollos frente al arribo masivo del emigrante europeo fue de cierto rechazo, en ocasiones se burlaban de ellos; no obstante, con el tiempo empiezan a fraternizar, juegan a las cartas, conversan, comen en camaradería, y así van intercambiando sus costumbres y su cultura. Justamente en esa convivencia se va mezclando el lenguaje de los extranjeros con los criollos, y resulta el “Cocoliche” para los italianos del sur y el “Yacumino” para los italianos del norte. También va a aparecer el “Lunfardo”, que iba a derivar de los lenguajes citados, y después sería empleado en las letras de los tangos de la primera etapa.

En este entorno, los comportamientos de los pobladores y el trato entre ellos serán parte del ambiente donde surgen personajes como los ‘Guapos’, quienes pelean para demostrar su valía y coraje; en fin, esa vida en los arrabales, se considera la semilla del tango.

Con el transcurso del tiempo y superada la resistencia inicial entre los criollos y los foráneos, comienza a producirse en los suburbios de las ciudades un entendimiento. Es decir, un ambiente de tolerancia entre los criollos desclasados –de raza blanca y de raza negra– y los indígenas y gauchos. Estos últimos se alejaron del campo debido a que en la campaña se empezó a emplear el alambrado para cercar la propiedad, los pedazos de tierra de cada uno; con ello perdieron su libertad.

En las palabras de Daniel Vidart: “se mezcla la Europa latina con la América mestiza[1].

Con la interrelación de los distintos grupos humanos ubicados en las capas sociales con menos recursos, los habitantes de los suburbios comienzan a integrarse y a compartir pobreza con los recién llegados. En muchos casos, vivían muchas familias en un mismo edificio, especialmente en las construcciones denominadas “conventillos”.

Quizá por este aspecto sociológico, por el ambiente donde transcurría y donde empezó, o por la forma como se bailaba el tango, este ritmo no era aceptado por las élites criollas.



[1] Vidart, Daniel. op. cit. El tango y su mundo

Cuando se hacen aproximaciones a la historia del tango aparecen dos interrogantes que deben ser resueltos, con el fin de identificar claramente su evolución. El primero es ¿cuál es el origen del término ‘tango’?, y el segundo es ¿cuál es el origen de la música y de la danza?

4.1 Origen de su nombre

El vocablo “tango” se conocía desde la época de la Colonia y se le daba ese nombre a los instrumentos de percusión traídos por los esclavos africanos. En el idioma de estos esclavos, la palabra “tang” significaba “tocar”, en ese caso, el tambor. Esa palabra tenía para ellos muchas acepciones. En realidad, los “tangos de los negros” eran candombes, y cuando iban a candombear, decían ir a “Tocá Tangó”.

Otra raíz etimológica nos dice que viene del antiguo español, donde la palabra “tangir” significaba tocar un instrumento, que en español antiguo equivalía a “tañer”[1]. En la América indígena se conocía ese término. También en Andalucía se conocía la expresión “tanguillo”, para denominar a un ritmo de esa región.

4.2 Origen de la música y la danza

Cuando se habla de los orígenes del tango, se pueden hallar cuatro posibles raíces: el candombe -música y baile traídos por los esclavos-, la milonga, la habanera y el tango andaluz.

Figura 5. "Candombe", óleo sobre cartón Pedro Figari

El candombe: Al referirse al candombe, el musicólogo uruguayo Lauro Ayestarán cuenta que durante la Colonia, antes de la década de 1820, los esclavos celebraban ceremonias coreográficas, en las calles de Montevideo, como expresión cultural[2]. En ellas, los grupos de raza negra hacían contorsiones, vestían de colores fuertes y golpeaban los tambores, en danzas que simulaban pasajes de su vida, tareas agrícolas, guerras o romances. El tango tomó el ritmo machacón del candombe.

Milonga: Con relación a la milonga, el mencionado musicólogo nos dice que aparece en el folklore uruguayo a partir de 1870, y que sus notas son acompañadas por un incipiente baile de pareja, pero no hay mayor información al respecto.

De igual forma, se empleaba el término “milonga” para referirse a una forma melódica de la payada, razón por la cual, en algunos casos, el payador se iba transformando en milonguero. Por ello, varios autores dicen que el tango desciende de la milonga, y de allí tomó la coreografía.

La habanera: En cuanto a la habanera, danza aparecida en Cuba en la primera mitad del siglo XIX, el citado autor nos dice que entre 1860 y 1890 tenía mucho auge en los salones y en el teatro; un ejemplo de ello es la canción Me gustan todas. Se puede decir que la habanera tuvo influencia en los elementos melódicos y en la emotividad del tango.

El tango andaluz: Este ritmo fue popular entre 1857 y 1880. A propósito de este género, el escritor uruguayo Horacio A. Ferrer nos dice que el tango se fue gestando: con unos acordes modulados sacados de la polka, o unos bajitos robados a una habanera, o unos adornos tomados de los tangos españoles […]”[3]

En cuanto al baile propiamente dicho existen versiones en el sentido de que este surgió como danza varonil, cuando los “compadritos” trataron de imitar la costumbre de los negros de bailar al son de los tambores.

De allí parece haberse tomado la improvisación en los pasos del tango, y cuando este ritmo llega a los prostíbulos, se incorporan las mujeres de ese ambiente al baile de los hombres. Quizá ese podría ser el origen del baile en pareja de hombre y mujer; es decir sobre este tema de la danza se ha escuchado una curiosa historia acerca de sus inicios, que tomaba como protagonistas a tres personas que representaban a aquella sociedad orillera: un italiano, a quien le llamaban ‘Tano’; un español de Galicia, a quien le llamaban ‘Gallego’, y un criollo apodado ‘El Negro’, por ser de raza negra, descendiente de esclavos. Los tres eran vecinos del barrio donde se empezó a conocer el tango, el barrio Goes, en Montevideo. Los tres amigos, mientras disfrutaba del descanso del domingo, recorrían los sitios nocturnos donde se bailaba y se bebía caña o vino.

Entre las muchas anécdotas que llegan gracias a la tradición oral, se ha escuchado la siguiente. Por esa zona donde reinaba el tango, vivía Leonardo Durante, un argentino que residía en la capital uruguaya. Cuenta Durante que en un domingo, como de costumbre, los tres amigos entraron a una sala de baile. Una vez adentro, el Tano, ya algo bebido, pidió en voz alta que interpretaran una habanera, y la orquesta accedió a la petición. Muy animado, El Tano sacó a bailar a una parroquiana, y en vez de posar la mano en la cintura de su compañera, la abrazó a la altura de la cintura con fuerza y así continuaron la danza. Resultó que los allí presentes los aplaudieron; la orquesta continuó interpretando la habanera, y los demás contertulios comenzaron a bailar imitando al Tano y su compañera.

Al cabo de un rato, un músico se acercó a los amigos y preguntó ¿A esto cómo lo llamamos?, y el Gallego, mirando a El Negro, contestó: “Llámenlo ‘Tango’”. El Tano dio la aprobación a ese nombre y, mientras miraba a El Negro dijo en forma jocosa: “Vamos ver si a éste lo prohíben igual que al tuyo”. De ahí en adelante, los domingos se daba a conocer una invitación: “A bailar tangos”.



[1] Ver: Vidart, Daniel. El tango y su mundo. Montevideo: Ediciones Tauro S.R.L. 1967.

[2] Ayestarán, Lauro, op. cit . “El candombe, la chica y la bambula, entre 1820 y 1888”, p. 151.

[3] Ferrer, Horacio Arturo. El libro del tango. Buenos Aires: Editorial Galerna. 1977.

Figura 4. Ritmo arraigado en una sociedad predominantemente masculina

Para establecer la época en que surgió este género, hay que remontarse a los tiempos de la Colonia en el territorio uruguayo. El musicólogo Lauro Ayestarán[1] relata que la gente de raza negra acostumbraba a celebrar candombes. Es el nombre que se le daba a los bailes que se realizaban, anticipándose a la abolición de la esclavitud, la cual fué decretada por un bando o reglamento, extendido por las fuerzas patrióticas en el año 1814, en los tiempos en que gobernaba el libertador José Gervasio Artigas. Posteriormente en enero de 1816, el Cabildo de Montevideo dictó un bando sobre orden público, mediante el cual prohibía dentro de la ciudad los candombes, baile conocido por el nombre de ‘Tangos’. La Policía, a pedido de los pobladores de Montevideo, prohibió el ritmo de los negros -música y baile al son de los tambores- en horas de la noche, con el argumento de que el ruido no dejaba dormir.

Las luchas por la independencia iban culminando, el día 25 de agosto de 1825, la ilustre Asamblea de Representantes reunida en el departamento de Florida proclamó en Uruguay el Grito de Independencia. El 7 de septiembre de 1825 se declaró la abolición de la esclavitud. Vinieron tiempos difíciles porque libraron batallas contra brasileños, por un lado, y contra argentinos, por otro, de las cuales salieron triunfantes los ejércitos uruguayos. Poco después, se dictó y se juró, el día 18 de Julio de 1830, la primera Constitución de la República. Fue elegido primer Presidente al general Fructuoso Rivera, y lo sucedió en la presidencia el general Manuel Oribe (1835-1838). Entonces se planteaban disputas por la tierra, entre los propietarios y los ocupantes. Rivera se sublevó contra Oribe y asumió Fructuoso Rivera como tercer Presidente.

En 1839, se desató la Guerra Grande, en esos combates se crearon las divisas Blanca y Colorada. Oribe dictó un decreto por el cual dispuso que los defensores del gobierno llevarían un cintillo blanco, como Defensores de las Leyes, y, por otro lado, Rivera adoptó la divisa colorada. De allí derivó la formación de los dos Partidos Políticos tradicionales, el Partido Colorado (Liberal) y el Partido Blanco (Conservador). Luego de muchas incidencias se firma la paz en octubre de 1851. Este hecho dió lugar al inicio de una época de desarrollo y progreso.

En este contexto y hacia la década del sesenta, se empieza a escuchar por primera vez, en la zona donde habitaban las capas sociales menos favorecidas, en los bajos fondos de Montevideo, una tonada llamada tango.

Por otra parte, hacia fines del siglo XIX, en el Viejo Continente, se va desarrollando la corriente filosófica del Modernismo[2], que llega muy pronto a Uruguay. Una de sus manifestaciones en el país fue la labor innovadora en la educación del reformador de la enseñanza José Pedro Varela, quien en 1870 promovió cambios revolucionarios, entre los que se cuenta el paso de la enseñanza básica primaria a ser pública, gratuita y obligatoria, régimen que se iría perfeccionando con el tiempo. Igualmente, hacia la mitad del siglo XIX, se inaugura la Universidad de la República, por iniciativa de un experto en la materia, Alfredo Vázquez Acevedo.

Hacia la década de 1860, surge en la región rioplatense, en los arrabales, un ritmo para ser bailado en sitios nocturnos donde se expenden bebidas alcohólicas y, en particular, en los prostíbulos, en las inmediaciones del puerto. A esos ambientes de los bajos fondos concurren hombres solos a beber, son marineros, peones, milicos, pequeños delincuentes, gente del hampa y también trabajadores honestos; se baila a la luz tenue de las velas o de faroles de kerosene gasolina, pues no había llegado la electricidad.

En ocasiones, se dice que lo bailaban entre hombres, pero en realidad era una forma empleada para el aprendizaje de esa danza y no tenía otra connotación. A esa época corresponden trozos musicales como el denominado Dame la lata. Este nombre alude al hecho de que para entrar a algunos sitios, se pagaba y se entregaba un trozo de lata como boleta de entrada. El tango nació así, en las orillas de las dos capitales Montevideo y Buenos Aires, por eso se le denominaba “música orillera”. En este punto es necesario resaltar que se trataba de una música que solamente se bailaba, era una danza con un ritmo rápido y con cierta picardía, muy arraigada en ese medio. Esta música era interpretada por pequeños grupos de tres o cuatro personas con instrumentos como la guitarra, el violín y la flauta.

Se puede anticipar que al hablar del género tango se destacan dos etapas bien diferenciadas, desde la perspectiva musical: la primera es cuando el tango era solamente música que se bailaba, y la segunda, a partir de 1917, cuando surge el tango cantado, que continúa hasta la actualidad.



[1] Ayestarán, Lauro. El folklore musical uruguayo. Montevideo: Editorial Arca. 1994, pp. 151 y ss.

[2] Término que deriva del nombre Edad Moderna. Se le llamó así por el movimiento ocurrido con la renovación de la Iglesia Católica, y que se adapta a las exigencias del nuevo pensamiento, que le atribuye más importancia a la racionalidad.

Este ritmo arrabalero está inmerso en la idiosincrasia de los pobladores de las dos orillas, en particular de las dos capitales, Montevideo y Buenos Aires. Ellos se han acostumbrado a vivir en constante coloquio con el microcosmos del tango y, por ello, en el exterior se identifica a estos dos países vecinos, con muchas semejanzas entre sí, con este género musical popular.

En este mundo del tango se da un fenómeno peculiar, porque cantantes, compositores, directores de orquesta o instrumentistas han nacido en Uruguay o Argentina y han actuado en ambas orillas del río más ancho del mundo. Por lo mismo, el ritmo y sus artistas están ligados tanto a Uruguay como a Argentina.

Por factores geográficos, dada la vecindad entre las dos repúblicas es fácil el desplazamiento entre ambas por distintos medios de transporte. Algunos factores históricos, en el curso de las luchas por la independencia, así como también aspectos sociológicos, como las emigraciones europeas, hacen más evidentes las vinculaciones entre estas dos naciones. El caso de la emigraciones europeas, tan numerosas, es particularmente significativo, pues se puede decir que llegaron casi a poblar esa región rioplatense durante el siglo XIX y comienzos del XX; además, estos extranjeros encontraron en las dos capitales americanas, grupos humanos culturalmente similares entre si, lo cual constituye otro factor que ha contribuído a que el tango se desarrolle, se asimile y se viva en las dos repúblicas.

Con el propósito de situar mejor el nacimiento de este género musical, en los aspectos mencionados anteriormente, se analizarán las distintas facetas del mencionado género.

Como una primera aproximación a la gestación de este ritmo es pertinente remontarse a los albores del siglo XIX, etapa de las luchas por la independencia, la cual culmina en la segunda década del siglo veinte XX, cuando Uruguay y Argentina se consolidan como dos repúblicas independientes.

Paralelamente ocurre el arribo al continente americano de una gran emigración que escapaba de Europa, por problemas económicos y políticos. Dicha emigración atravesaba el Océano Atlántico, y al arribar a la costa este de Sudamérica, los barcos bordeaban en dirección al sur la costa este de Brasil, más al sur la costa este de Uruguay, hasta internarse en el Río de la Plata en dirección de este hacia el oeste. Atracaban primero en el puerto de Montevideo, ubicado en la orilla norte del río. Grupos grandes de emigrantes descendían del barco, y luego las embarcaciones continuaban navegando hacia el oeste hasta llegar al puerto de Buenos Aires, situado en la orilla sur-oeste del citado río, donde desembarcaban otros grupos de emigrantes.

Fueron familias enteras y aún poblaciones por miles, procedentes en su mayoría del sur de Europa, en particular de España e Italia. Factores tales como la marginación de sus tierras, las epidemias, las dificultades para trabajar en la agricultura o la poca integración a la vida de las ciudades, impulsó a estos migrantes a echar raíces en una América que le abrió los brazos. Estos grupos humanos se establecieron preferentemente en las dos capitales, e iniciaron una vida de mucho trabajo y sacrificios para labrarse un porvenir.

Este fenómeno sociológico dio lugar a una inevitable integración cultural entre criollos y extranjeros. Dentro de los criollos, la población estaba integrada por ‘gauchos’, como se le denomina a los campesinos, y por indígenas guaraníes: en el caso de Uruguay, lo habitaban las tribus charrúas, chanáes, y yaros, que poblaban esas tierras antes de la llegada de los españoles y más adelante iban a padecer una política de exterminio.


Figura 3. La plaza Independencia a principios del siglo XX.

Tanto los gauchos como los indígenas llevaban una vida libre y no conocían fronteras. No obstante, años después de la independencia, se vieron desplazados del campo por la aparición del alambrado, pues cada pedazo de tierra fue adquirido por propietarios latifundistas. En aquel entonces, la población estaba conformada por indígenas; así como también por gauchos nativos, descendientes de los conquistadores y africanos y llegados en la época de la Colonia y afrodescendientes dejados en libertad después de la Independencia en Uruguay.

Estos grupos humanos, a los que se sumó la emigración procedente de Europa, conformaron un mosaico que se entremezcló y fue semilla de lo que sería más adelante el tango. Esta expresión artística, eminentemente popular de música, danza y, más adelante, canto, es algo emblemático, transfronterizo, convirtiéndose en una expresión músico-cultural.

 

 

El tango en lo musical es un valor de la cultura criolla, tiene sus raíces entre 1865 y 1880 y es originario de la zona del Río de la Plata, por lo cual es tanto uruguayo como argentino. Se constituye como una expresión cultural eminentemente citadina, y como género se inició en un comienzo, sólo como música y, más adelante, se le incorporó el canto. Una vez unida la música y el canto, hacia 1920, llegó a popularizarse en Europa y Estados Unidos. Desde entonces, y especialmente con la voz del intérprete Carlos Gardel, el tango ha quedado arraigado en el corazón de esta región, donde se hermanan, en raza, cultura, historia, geografía, campaña y otros aspectos, dos países, Uruguay y Argentina, que están ubicados uno en cada orilla del río más ancho del mundo, motivo por el cual se le llama “río ancho como mar” .

El tango no se puede ubicar en un solo país, puesto que esta música, tan popular y representativa de una región, se ha forjado en las dos capitales.

En el periódico El País, de Uruguay, con motivo del centenario del nacimiento del historiador del tango Gerardo H. Matos Rodríguez, acaecido el 18 de marzo de 1897, se lee este párrafo:

[…] Muchos aficionados a este género, de aquellos se habían mantenido ajenos a su proceso – incluso varios que lo apostrofaron– penetraron en su estudio y llegaron hasta las investigación profunda, curiosos y deseosos de descubrir el por qué de su fascinación popular y, sobre todo, la explicación de su permanencia más que secular. Historiadores, científicos, filósofos, músicos de todos los niveles, etc. han pretendido dar con la clave del misterio […] como si las cosas del sentimiento que excede a la razón, tuvieran explicación alguna (marzo de 1997).

Por su parte, Jaurés Lamarque Pons, compositor uruguayo de música sinfónica, caracteriza al tango de la siguiente manera: “El hombre rioplatense no hace ni canta el tango para divertirse; lo sufre en su expresión natural. Y por eso convierte al tango en la más cálida definición de dos pueblos, el uruguayo y el argentino irreversiblemente hermanados[1]

Rubén Carámbula ha expresado al respecto: “El tango rioplatense es un fragmento cantado de nuestra vida. Si cada uno de nosotros escribiera su propia historia, estoy seguro que constituiría un argumento para una letra de tango[2].

También el escritor Juan Carlos Legido ha expresado el sentir del tango al afirmar que “El pueblo ha sintetizado y simplificado las cosas con un dicho: ‘la vida es un tango’ ”[3].

Asimismo, el escritor argentino Jorge Luis Borges, lo ha definido como: un sentimiento que se baila” [4].

Finalmente, el norteamericano Waldo Frank, autor del libro América hispana (1931), ha calificado este baile como: “la danza popular más profunda del mundo[5].



[1]Lamarque Pons, Jaurés. “El tango nuestro de cada día”. Colección Testimonios: Tango rioplatense. Montevideo: Ediciones de La Plaza-Editorial ARCA. 1997, p. 95.

[2] Legido, Juan Carlos. “La orilla oriental del tango”. Colección Testimonios. Montevideo: Publicación mensual Fundación Tango, julio 1993, p. 13.

[3] Ídem

 

[4] Carriego, E. 1955.

[5] Vidart, Daniel. “Realidad e imaginación del tango danza”. Tango Antología. Montevideo: Biblioteca uruguaya fundamental, centro editor de América Latina. 1969, p. 66.

 

 

INTRODUCCIÓN

Este trabajo está orientado a exponer las circunstancias y el entorno en que apareció este género musical citadino, durante el siglo XIX, así como las cambiantes características de las distintas etapas, que el tango ha atravesado, y sin perder vigencia, sigue atravesando hasta la actualidad. Esta evolución, se ubica en el tiempo y se integra, dentro del marco de los cambios históricos, políticos, filosóficos, económicos, sociales, culturales y tecnológicos que se han operado con el paso de los años en la región del Río de La Plata, en particular en la República del Uruguay; sin desconocer que Argentina también es la tierra del tango. En fin, se presenta como un proceso acorde con el constante desarrollo de esta sociedad hasta hoy.

Este ritmo, que al principio consistía en música bailable y más adelante estuvo acompañado del canto, como también de la danza, nacido en los suburbios o arrabales de Montevideo y Buenos Aires, se fue extendiendo poco después más allá de las capitales rioplatenses, y se ha conocido e interpretado, con gran acogida, en varios países de toda América y de Europa, e incluso en Japón. Viene al caso resaltar que ante el mundo constituye una expresión cultural popular que representa a estos dos países hermanados. Más aún, quedó arraigado e integrado en la identidad de la población de los dos territorios situados a orillas del río más ancho del mundo. En virtud de estos aspectos, se puede concluir y afirmar que el tango tiene dos patrias. En conclusión, no se puede ubicar en un solo país; es un producto cultural que se ha forjado en común, en dos naciones vecinas y hermanas, Uruguay y Argentina en general y, en particular, en sus respectivas capitales. Por estas razones, se sostiene que el tango es genuinamente rioplatense.


 

 

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