Las últimas noticias las ha leído recientemente, pero su pista la vengo siguiendo desde 2001 [1] . Resulta que en el comedor del castillo de Auckland, al norte de Inglaterra, residencia del obispo de Durham, se guardan, desde 1756, una serie de doce cuadros de Zurbarán conocidos como “Las doce tribus de Israel. Jacob y sus hijos”. Son un conjunto de doce lienzos, de grandes proporciones (1.98 metros de alto por 1.02 de ancho) cada uno con una figura de tamaño natural, ambientada en un fondo de paisaje y referida al pasaje del Génesis (49, 1-18) en que Jacob moribundo, bendice a sus doce hijos conjeturándoles el porvenir. Los cuadros ostentan, junto al nombre del personaje representado, un número romano indicativo del orden que ocupan en la relación bíblica. Son: Jacob. Rubén I. Simeón II. Leví III. Judá IV. Zabulón V. Isacar VI. Dan VII. Gad VIII. Aser IX. Neftalí X. José XI. Benjamín (este último es una copia del original realizada en el siglo XVIII).
La historia de estos lienzos es cuanto menos novelesca. Se cree que fueron pintados en el taller de Zurbarán para alguna iglesia o convento de la América hispana. Es conocido el ciclo exportador de este maestro y su taller, especialmente al Perú, a a partir de 1637 o 1638, lo que daría lugar, por imitación de los modelos que habían dado fama al pintor de Fuentetodos, a un comercio masivo de obras de arte realizadas por pintores sevillanos casi desconocidos hacia este floreciente mercado hispanomericano [2] . El barco que los trasportaba a América, quizás a Méjico, se cree que fue apresado por unos corsarios ingleses y su cargamento llevado a Inglaterra donde los cuadros aparecieron en 1756 en poder de un comerciante judío de origen portugués, de nombre James Mendez, establecido en Surrey. Fue a la muerte de dueño, cuando el obispo de Durham, Richard Trevor (1707-1771), que nunca antes había mostrado interés en la adquisición de obras de arte de cuadros, adquirió doce de los trece cuadros por unas 124 libras para colgarlos en el “Long Dining Room” en el castillo de Auckland, luego de la realización de obras de ampliación, iluminación y decoración de este espacio. Únicamente no pudo comprar el último de los cuadros que representaba a Benjamín el cual fue adquirido por un comprado de nombre Jones Raymond y ahora se exhibe en Grimsthorpe Castle, en Lincolshire. No obstante el obispo consiguió que un amigo de Raymond, el artista, copista y crítico de arte Arthur Pond, le hiciera una copia de este lienzo.
Figura interesante la de este obispo Trevor. Fue un decidido defensor de los derechos de los judíos en Inglaterra. Unos años antes de la compra de los “Zurbaranes”, en 1749, había conseguido el apoyo de otros obispos para la aprobación del respaldo del “Jew Bill” que permitía a los inmigrantes judíos naturalizarse británicos. El hecho de comprar los cuadros y exponerlos en el comedor del castillo puede interpretarse como el deseo por su parte de dejar pública constancia ante sus influyentes y distinguidos invitados de que los judíos eran una comunidad valiosa para el porvenir de Inglaterra.
Desde entonces los cuadros, de imponente tamaño, apenas han salido del lugar donde fueron colocados, aunque, en 1995 (del 16 de febrero al 30 de abril) fueron expuestos en el Museo del Prado, en una exposición que lamento haberme perdido. En el catálogo de esta exposición figura un extenso artículo del profesor de Historia del Arte de la Universidad de Alcalá de Henares, Benito Navarrete, en que considera a esta serie como cuadros de la máxima calidad solo comparables a los que pintó Zurbarán para la Cartuja de Jerez, en 1639, actualmente en el Museo de Grenoble[3] . Opinión que no es compartida por otro experto, Enrique Valdivielso, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla quien afirma que no son de lo mejor de la extensa producción del artista: “Están realizados con gran participación del obrador del pintor. Se percibe en ellos el trazo de alguno de sus discípulos. Entonces trabajaban casi en serie. Y del obrador de Zurbarán, que además tenía fábrica y tienda propia salían centenares de cuadros” [4]
Pues bien el asunto es que los Church Commisioners, el organismo que maneja las propiedades y los bienes de la iglesia anglicana, esta tratando de vender estos cuadros cuyo valor en el mercado del arte se estima en unos 24 millones de dólares. La razón de la pretendida venta es clara: la iglesia anglicana necesita dinero. Con la venta de las pinturas, cuyo coste de mantenimiento y seguridad es elevado, se podría atender -dicen- las necesidades de las parroquias pobres y de la clerecía durante al menos diez años. La progresión de las hipótesis de venta no acaba en las pinturas, el propio castillo de Auckland, que ahora alquila sus instalaciones para eventos como bodas, podrá estar también en el punto de mira de las enajenaciones.
La posible venta ha levantado críticas en la comunidad anglicana (en especial por parte del director del Museo Británico Neil Mac Gregor y del ex obispo de Durham, Tom Wright), por eso sus promotores han encargado a una agencia de relaciones públicas que vaya “allanando el terreno” antes de proceder en los próximos meses a su venta en la casa de subastas Sotheby´s.
Lo ideal dicen los expertos es que no se desmembrara la colección, si no que, si llegara a venderse, sería conveniente que fuera aparar a un solo comprador. Hay quien dice que ya hay bimillonarios rusos tras de ella. Hasta el momento ningún responsable cultural o de museos español se ha pronunciado sobre un posible interés de la colección para su adquisición por el Estado español agobiado financieramente en una época de “vacas flacas”. Ahora bien, a muchos españoles, entre los que me cuento, les gustaría que esta colección, pintada en España, por un maestro español de la talla de Francisco de Zurbarán, (aunque fuera con ayuda de su taller) retornara a España, su patria de origen. El esfuerzo económico, con la ayuda de patrocinadores privados, merecería la pena y las generaciones actual y futuras lo sabrían valorar y agradecer. Amén que quiere decir “así sea”.
Notas
[1] “La Iglesia anglicana pone en venta su colección de Zurbarán”. El País 21.09.01
[2] Este mismo año hemos podido ver uno de estos cuadros “americanos” de Zurbaran en la exposición “Pintura de los Reinos. Identidades compartidas en el mundo hispánico”, en concreto, “Santiago el Mayor, perteneciente a la serie “el Apostolado” de l colección de la Orden Franciscana Seglar del Convento de San Francisco de Lima.
[3] No he podido comprobar este aserto en el catálogo citado, que no tengo, pero contrasta este juicio con el del mismo historiador recogido en el diario El Pais de 21.09.01: “Es una serie de una calidad muy variable, donde, sin ser autógrafa, intervinieron el pintor y su obrador. Es la primera de ellas y existen otras dos en América pintadas por el taller. Por el conjunto hago una estimación de mil millones [de pesetas], como mucho”.
[4] Zurbarán "el anglicano", El País, 6 de febrero de 2011