En ese mundo de los arrabales aparecen prototipos, como los compadres y los compadritos, en muchos casos, gauchos venidos del campo, quienes desplazados de la campaña y una vez en la ciudad, sin caballos que domar, sin las faenas del campo en que ocuparse, sin adquirir hábitos de trabajo en la ciudad, ante cualquier discrepancia reaccionan y con facilidad se muestran propicios a la pelea. Se dice que, aunque no son amenazantes como los guapos, coinciden con ellos en cuanto hacen del coraje, un valor. Hacia fines del siglo XIX, en ese entorno, empiezan a definirse los prototipos del arrabal, según el Glosario de Voces Lunfardas :
Figura 7. Compadres
Los tahures son los que lucraban con los juegos de azar.
· Los guapos eran hombres valentones, orilleros.
· La percanta era de ínfima categoría, mujer hampona.
· El compadre era el hombre valiente de las orillas, pesado arrabalero.
Figura 8. Gauchos
· Los compadritos, considerados menos guapos que un compadre, imitan a estos, pero no son agresivos ni peligrosos. No obstante, otra gran diferencia es que se trata de muchachos, a quienes les gusta la elegancia en el vestir, lucir su estampa varonil y usar en algunos casos una golilla alrededor del cuello, que recuerda una prenda del gaucho.
· Los malevos son individuos peligrosos y agresivos, traicioneros y castigan a las mujeres para obligarlas a la mala vida[1].
Estos prototipos estaban bien caracterizados, resultaban ser buenos bailarines de tango porque ese ritmo había nacido en ese ambiente. Para ellos, la danza era un motivo de lucimiento, se sentían protagonistas. En ocasiones, ante una rivalidad, optaban por batirse a duelo con el otro.
Viene al caso una cita de Jorge Luis Borges, quien ha dicho:
[…] hablar de tango pendenciero no basta; yo diría que el tango y las milongas expresan directamente algo que los poetas muchas veces han querido decir con palabras: la convicción de que pelear puede ser una fiesta[2].
Pero hay autores que van más allá y afirman que de la habilidad desarrollada en el duelo criollo aprendieron o tuvieron la fuente de inspiración para los pasos en el tango.