Para no ser médico mi madre me diagnosticó bien pronto el síndrome de la unidireccionalidad. También tengo el de la procrastinación y alguno más, pero hoy el que nos ocupa es el primero. Probablemente por no ser médico en lugar de plantearlo así, su forma de plantearlo siempre ha sido: "hija mía, cuando te da por una cosa, te da y del resto de cosas pasas". Pues sí, mamá, la niña te salió unidireccional. Por eso cuando vi que cierta bloguera hablaba maravillas de un cierto libro, que otra más se subía al carro de la adoración y que no eran las únicas, decidí enterarme de qué tenía este libro que a todas volvía locas. ¿Y qué mejor forma de enterarme que recurrir a mi querido Amazon UK y la tarjeta de crédito? Que conste que, incluyendo este, solo me he comprado 6 libros de cocina, así que se puede decir que me lo pienso. Si no me lo pensase y comprase todos los que me llaman un poquito la atención no habría casa dónde meterlos...
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De hecho el sentido de culpabilidad me ha llevado a comprarme algunos de segunda mano. Lo probé con novelas por 1 penique y 2 y pico libras de gastos de envío y tan encantada estaba, que probé con uno de cocina. El problema es que no es lo mismo una novela que un libro de cocina. Por eso el día que abrí uno todo emocionada (comparados conmigo cuando recibo un paquete de Amazonlos niños el 25 de diciembre parece que están con antidepresivos) y tuve que tirarme dos horas despegando páginas pegadas, la alegría se convirtió en...otra cosa.
Volviendo al libro: ¿qué necesita cualquiera que quiera hacer galletas, bizcochos, etc casi todos los días del año? (aparte de un psiquiatra).Una colección de recetas "sanas", pero con chicha. Con chicha me refiero a que estén buenas, que no estén muy vistas y que tengan sabores distintos a los que estamos acostumbrados. Y cuando digo sanas, no me refiero a que no engorden porque eso es imposible, sino a que utilicen ingredientes que nos van mejor porque tienen más proteínas o se digieran mejor, o algo que haga que conservemos el placer de comer una magdalena, eliminando el dichoso sentido de culpabilidad.
Eso es lo que es este libro. Además es uno de esos que, más que una colección de recetas, parece que transmite una filosofía, una nueva forma de hacer las cosas. Está dividido en varios capítulos, cada uno corresponde a una harina distinta y en cada capítulo hay recetas de pancakes, galletas, bizcochos, etc. Como dicen en la reseña del libro y en las distintas recomendaciones: no es un "libro sano" de estos que tienen recetas sin gracia y sin sabor. Son recetas desarrolladas por una antigua "pastry chef" que cuenta cómo ella misma se ha ido dando cuenta de que utilizar estos ingredientes menos comunes puede hacer que un muffin tenga un sabor más interesante que uno hecho a base de harina corriente simplemente, además de ser más sano.
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Solo os digo que me llegó el lunes por la noche y ayer ya hice este bizcocho de aceite de oliva, romero y chocolate. El lunes solo me dio tiempo a hacer el ritual de cada libro nuevo que me llega: me abstraigo del mundo y primero paso las hojas viendo todas las fotos. En ese momento ya surgen los primeros enamoramientos. Luego lo leo de cabo a rabo: desde el prólogo, las reseñas, hasta las listas de ingredientes de cada receta. Por eso cuando iba ayer medio dormida en la ruta volviendo de trabajar, ya iba pensando en el bizcocho que quería hacer: uno de aceite de oliva y romero. El problema es que no tenía la harina de espelta que pide la receta, pero por no esperar, la sustituí por harina integral. Sí, llevo media hora que si harina no convencional por aquí, harina especial por allá, que si qué maravilla y voy y ¡no hago la receta tal cual aparece!. Pero a ver quién tiene todos estos ingredientes en casa, "por si acaso"... Así que los deberes para hoy o mañana son hacer la peregrinación pertinente con la lista de las harinas para ver dónde las encuentro, no sin antes echar mano del "wordreference", porque si sabiendo el nombre en español me va a costar encontrarlas, como vaya con los nombres en inglés...Ya os diré qué tal la búsqueda y volveré a hacer el bizcocho, esta vez con la harina de espelta.
Este bizcocho no es para todo el mundo: es un bizcocho especial porque sabe de verdad a aceite de oliva y a romero. Como además se le añade sal a la masa, tiene ese punto salado cada vez que te encuentras con un cristalito de sal. A mí personalmente, a pesar de la harina y de usar romero seco en lugar de fresco, me ha gustado mucho, así que imagino que haciéndolo en condiciones debe ser una pasada. Además es bizcocho de desayuno: no es denso, pero es consistente, así que espero que lo probéis. Y si la búsqueda de la harina resulta compleja, que sepáis que con harina integral está buenísimo. Por cierto, además ¡es facilísimo de hacer!
PD. Esta es una página web que he creado con mi hermana: www.hermanasarce.com