Domingo 14 de Abril de 2013 23:31

Monárquicos, republicanos y felipistas

por Juan Pedro Escanilla
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¡Hay que ver como ha cambiado el paisaje! Hace un par de años, incluso uno,  la clientela republicana la componían un puñado de radicales, un puñado de nostálgicos y un puñado de idealistas, en el sentido hegeliano del termino. No mucho para llenar grandes manifestaciones, aunque las banderas tricolores hayan ondeado regularmente en las convocatorias de otros.

De un año para acá, la Casa Real ha multiplicado las meteduras de pata, por decirlo con un término suave, que han ido dejando al descubierto que lo que parecían hechos puntuales y separados: Botswana; Urdangarin, la princesa Corina, etc. encajan perfectamente entre sí, sacando a la luz una imagen de una Corona más preocupada por sus negocios y por su tren de vida que por los problemas que padecen sus conciudadanos. Por si fuera poco, su estrategia de marketing ha sido improvisada (no la habían necesitado nunca) y contraproducente, contribuyendo a enturbiar esta atmosfera de fin de reino en la que la gente necesita poco para salir a la calle.

 

Que haya más republicanos manifestándose es un síntoma, pero no el único: Las intervenciones de los tenores del sistema defendiendo a la monarquía y la figura del rey aumentan a velocidad exponencial y, curiosamente, para hacerlo tienen que bucear en el pasado y recordarnos continuamente como el 23 F, vestido de uniforme y de madrugada, Don Juan Carlos salvó la democracia. Mal tienen que ver las cosas para salir a la palestra de este modo.

 

Otro error, incluso aunque sea verdad: Si lo único que se puede encontrar para defender al rey es algo que pasó hace 30 años, apaga y vámonos. Sin contar con que a mucha gente, ahora, la democracia que salvó Don Juan Carlos les parece incompleta, vieja y agotada y piden un cambio de sistema precisamente para profundizar en la democracia.

 

Otro síntoma de que las cosas van mal para la Corona: Los más avispados de los defensores del sistema dan ya por amortizado a Don Juan Carlos. Ha bastado con un par de ejemplos de fuera, el Papa, la reina de Holanda, para que se encienda la bombilla. De forma que, en la más rancia tradición de la monarquía borbónica, con una historia repleta de facciones dinásticas, se está creando un partido “felipista” en el que aparece hasta algún ilustre socialista pidiéndole al rey que abdique.

 

No es necesariamente una mala idea pero no resolvería gran cosa en el fondo, quizás ganar tiempo, dado que Don Felipe parece estar mejor aceptado que su padre, pero poco más, porque la crisis de la monarquía no es algo aislado y no puede ocultar la crisis general de un sistema cuya clase política está tan deteriorada que ni los dos grandes partidos políticos juntos suman más de la mitad de la intención de voto. La historia no se repite y para sobrevivir como rey Don Felipe tendría que poder encarnar la segunda transición cómo lo hizo su padre, de una forma un tanto surrealista, eso si, con la primera.

 

Pero habrá más pasos en este gran debate al que nos acercamos (que se plantee será ya en sí algo positivo): Hasta ahora, cuando se habla de republica, hablamos de la segunda. La posibilidad de una tercera está aún en la fase de ninguneo, quizás para no conjurarla, no sé. Pero a medida que la borrasca arrecie empezarán a aparecer políticos, incluido alguno extranjero, profesores, locutores y hasta presidentes de patronales, explicándonos los terribles efectos secundarios que la republica puede traer para la estabilidad del país, para nuestra prima de riesgo, la confianza de los mercados, etc. etc.

 

Ese será el momento. Recordad entonces una anécdota que me contó mi hermano Fernando, médico:

 

Una señora fue a su consulta pidiéndole algo para dejar de fumar. Mi hermano le extendió una receta para unas pastilla. La señora, muy de su tiempo le dijo: Pero doctor, he leído en internet que esas pastillas tienen efectos secundarios. Mi hermano le contestó: Tiene Usted razón, pero piense en los efectos secundarios que tiene el seguir fumando y decida Usted.

 

Ni que decir tiene que la señora se llevó la receta.

 

Juan Pedro Escanilla

Juan Pedro Escanilla

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