El historiador Suetonio, en su obra "Vida de los doce césares", escrita en latín, relata que, poco antes de morir, Nerón pronunció, con otras, la frase "Qualis artifex pereo!" Esta frase ha sido forzada históricamente para hacerle significar lo que de ninguna manera se propuso dar a entender su autor.
La difamación oficial ha traducido esta frase por "¡Qué gran artista muere conmigo!", "¡Vaya muerte para tan gran artista!" y otras traducciones equivalentes e injuriantes, que no tienen otro objeto que alimentar la idea de que Nerón sufría una especie de locura paranoica a causa de un desmedido aprecio por su propia capacidad artística.
Puede disculparse que la traducción de la lapidaria frase utilice un pequeño giro, pues en ocasiones el latín clásico presenta una concisión y flexibilidad inimitables. Pero, como puede advertirse, ni el adjetivo "gran" aparece en la polémica frase, ni hay ningún elemento que indique a priori que "artifex" haya de tener el sentido de "artista" y no cualquier otro de los posibles (1). Por consiguiente, dicha traducción está viciada y es arbitraria y tendenciosa.
Vamos a repasar con cierto detalle el último día de Nerón, y podremos entender con precisión lo que quiso decir (2). Preste el lector especial atención a las tres frases resaltadas en negrita.
Era la noche del 8 de junio del año 68 de nuestra era. El prefecto del pretorio, Ninfidio Sabino, por su propio interés se decidió a traicionar a Nerón e hizo creer a los guardias pretorianos que el césar había huido a Egipto. Y, prometiéndoles un donativo doble del habitual en estos casos, les ganó para la causa de Galba.
Cuando Nerón se despertó a la mañana siguiente, observó que todos los servidores de palacio lo habían abandonado. Tras muchas idas y venidas, localizó finalmente a su liberto Faón, que ofreció esconderlo en su casa de campo, situada a 4 millas de Roma. Estaba Nerón vestido con túnica y descalzo, y para evitar que lo reconocieran se envolvió en un manto viejo, se cubrió la cabeza y se tapó el rostro con un pañuelo. Luego montó a caballo e inició el camino acompañado por el propio Faón, su secretario Epafrodito, Sporo y alguien más cuyo nombre se ignora.
Tras sufrir varios incidentes menores, llegaron por fin a la proximidad de la casa de campo. Despidieron a los caballos para pasar desapercibidos y hubieron de atravesar un sendero cubierto de zarzas en el que Nerón no podía avanzar salvo haciendo tender ropas bajo sus pies. Llegaron a la tapia de la casa y, mientras esperaba a que abrieran alguna entrada, Nerón cogió en la mano agua nauseabunda de una charca, y antes de beberla dijo: “¡He aquí la famosa agua de Nerón!”
Finalmente, lo que pudieron abrir fue un agujero por debajo de la tapia. Nerón hubo de arrastrarse sobre las manos para poder pasar y llegó hasta el cuarto más próximo, en el que se acostó sobre un jergón cubierto con una vieja manta. Animábanle cuantos le acompañaban a que sin demora evitase los ultrajes que le esperaban. Entonces pidió que abriesen un foso delante de él, a la medida de su cuerpo, que lo rodeasen con algunos pedazos de mármol, si se encontraban, y que llevasen agua y leña para tributar los últimos honores a su cadáver; a cada orden que daba se ponía a llorar, y repetía: “Qualis artifex pereo!”
En medio de estos preparativos, llegó un correo a entregar una carta para Faón; la cogió y leyó en ella que el Senado le había declarado enemigo de la patria y le hacía buscar para castigarle de acuerdo con las leyes antiguas. Preguntó en qué consistía este tormento y le contestaron que en desnudar al criminal, sujetarle por el cuello con una horca y azotarlo con varas hasta la muerte. Aterrado, cogió entonces dos puñales que había llevado consigo, probó la punta y volvió a envainarlos, diciendo que no había llegado todavía el momento fatal. También a veces se decía en griego: “Esto no es propio de Nerón; es necesario decidirse; vamos, despierta.”
Se aproximaban ya los jinetes que tenían orden de cogerle vivo y, cuando los oyó, recitó el verso griego “Oigo el paso veloz de animosos corceles” y se clavó en seguida el puñal en la garganta, ayudado por su secretario, Epafrodito. Respiraba aún cuando entró el centurión; quiso vendarle la herida fingiendo que llegaba para socorrerle y Nerón le dijo: “Es tarde”; y añadió: “¡Cuánta fidelidad!” Al pronunciar estas palabras expiró.
Había recomendado con vivas instancias a sus compañeros de fuga que no abandonasen su cabeza a nadie y que, fuese como fuese, le quemasen entero. Icelo, liberto de Galba, que acababa de salir del encierro donde lo arrojaron al comenzar la insurrección, concedió la autorización para hacerlo.
Vamos a analizar las tres frases resaltadas en negrita.
En la primera frase, "¡He aquí la famosa agua de Nerón!", el emperador hace referencia a su bebida predilecta, también llamada "aqua Neronis" y "aqua decocta". Se preparaba con un procedimiento que permitía obtener higiénicamente agua muy fría, y que consistía en hervir el agua, filtrarla y depositarla en jarros de vidrio que se sumergían en nieve. Plinio el Viejo (3) escribe que fue Nerón el primero en utilizar este procedimiento para enfriar el agua, e hizo de ella su bebida favorita. Por consiguiente, es una fina ironía la que, desde su frustración, hace Nerón al referirse a ella cuando ha de beber el agua nauseabunda de una charca.
La tercera frase seleccionada, "¡Cuánta fidelidad!", se la dedica Nerón al centurión del que sabe con toda seguridad que viene a detenerle, aunque finja el deseo de ayudarle. Por consiguiente es una ironía pues, de nuevo, da a entender claramente lo contrario de lo que está expresando.
La segunda frase, "Qualis artifex pereo!", que hemos dejado para el final por motivos obvios, es usada por Nerón después de dar cada orden concreta para que le construyeran una sepultura improvisada (recordemos: que abriesen un foso delante de él; que fuera a la medida de su cuerpo; que lo rodeasen con algunos pedazos de mármol, si se encontraban; que llevasen agua y leña para tributar los últimos honores a su cadáver). Una sepultura que es una completa chapuza. De nuevo, la frase de Nerón es otra ironía, pues está dando a entender que va a morir haciendo de artesano de tres al cuarto. De ahí que mejor traducción sea algo así como "¡Vaya un artesano que se malogra!"
NOTAS
(1) Para ayudar a los lectores, recordaremos el significado de cada palabra aislada:
- qualis, quale es un pronombre relativo e interrogativo. Como relativo puede significar cual, tal cual, como; a veces forma pareja con talis (tal) si bien frecuentemente este último va sobreentendido. Como pronombre interrogativo puede traducirse por qué, cuál, qué clase de, de qué modo.
- artifex, artificis es un sustantivo masculino de la tercera declinación. Su significado puede ser: artífice, artesano, artista; maestro en un arte; creador, autor. Como adjetivo puede significar: hábil, diestro; hecho con arte.
- pereo, peris, perire, perii, peritum es verbo latino, irregular, de la cuarta conjugación, intransitivo. Su significado puede ser: irse, desaparecer; perecer, morir; consumirse, malograrse. La forma verbal pereo corresponde a la primera persona del singular del presente de indicativo activo. En otras palabras, podría significar: desaparezco, perezco, muero, me consumo, etc.
(2) El texto que presentamos a continuación es un resumen de los capítulos 47 a 50 del libro Nerón de la obra "Vida de los doce césares" de Suetonio, y del libro LXIII del epítome que se ha conservado de la "Historia de Roma" de Dión Casio. Para los últimos momentos de Nerón preferimos la narración de Suetonio porque es mucho más detallada. Tanto Dión como Suetonio tomaron esta información, muy probablemente, de la obra, hoy perdida, del historiador y político Cluvio Rufo, que llegó a ser cónsul en tiempos de Claudio y presentador de Nerón en sus actuaciones en juegos y concursos.
La obra "Anales" de Tácito no puede ayudarnos en esta ocasión porque está perdido el texto correspondiente a los dos últimos años del principado de Nerón.
(3) Plinio el Viejo, "Historia Natural", XXXVI, 40.