Hay veranos que no necesitan serpientes para mantenernos en vilo. El que acaba de terminarse con las primeras tormentas del equinoccio nos ha obsequiado, de la montaña rusa de la prima de riesgo a las caricaturas de Mahoma, con una colección de estampas digna de los periodos más depresivos de Goya, incluyendo la más que probable confirmación de la salvajada de un hombre que quema a sus dos hijos hasta el ADN. ¿De verdad que aprendió esas técnicas en el ejército español? No deja de ser inquietante.
Pero si hay algo que merezca ser destacado en este verano de calor y declaraciones inútiles es la asombrosa sensación de flash back que supone haber tenido durante varias semanas en primer plano de la tele a José Manuel Sánchez Gordillo, eterno alcalde de Marinaleda, mostrándonos la imagen que hubieran tenido Cristo o el Ché Guevara de haber sobrevivido tanto como él.
¿Qué ha pasado para que estemos reviviendo escenas de hace 30 años? ¿porqué vuelven a primer plano ocupaciones y asaltos a supermercados?:
En algunas costas existen formaciones rocosas de escasa altura que solo se hacen visibles cuando baja la marea, de forma que el paisaje puede cambiar radicalmente de un momento a otro: de bronco e irregular a placido y calmado o viceversa.
Algo así ha pasado en nuestra historia reciente: Marinaleda, y todo lo que significa, no desapareció del primer plano porque su doctrina de la autogestión, su lucha radical pero incruenta, fueran inadecuadas o pasos en falso. Marinaleda se eclipsó simplemente porque la marea de progreso, libertad y bienestar económico, conseguida por medios diferentes, ni mejores ni peores, hizo que desapareciera de nuestras preocupaciones e intereses.
Ahora que la marea baja y el islote vuelve a emerger, nos damos cuenta de que Marinaleda siempre estuvo ahí. Adaptada al modelo general, por supuesto. No hay más que entrar en su página web para ver que, retórica aparte, ha tenido una evolución similar a la de muchos otros pueblos españoles: Mejora de las infraestructuras, servicios de calidad, cobertura social, etc. El plus, lo que hace que ahora miremos hacia allí, es que han mantenido, al ralentí pero en funcionamiento, el concepto de combate social.
La pregunta clave es ¿Se debe esto simplemente a la personalidad de su alcalde? Es probable que el carácter de Sánchez Gordillo haya contagiado a muchos de sus convecinos, pero no parece que haya habido un relevo generacional y, desgraciadamente, ese parece haber sido el paradigma en toda la izquierda, radical o moderada.
En la que es probablemente la mejor película sobre las aventuras del Barón De Munchausen (T. Guilliam 1988), el barón, ya anciano, tiene que volver a las aventuras con sus decrépitos compañeros para salvar la ciudad. No es la única vez que el cine ha tratado la historia de viejos héroes obligados a retomar el servicio activo (la mejor, sin duda, Unforgiven, de Clint Eastwood, 1992, que demuestra que se puede ser buen cineasta siendo mal político). Pero la vida no debería parecerse al arte.
Durante años, en organizaciones sindicales y políticas se ha impuesto la consigna de renovación a todo precio, de forma que generaciones enteras de "viejas guardias" han salido de los aparatos burocráticos de unos y otras. Quizás con razón, pero ese movimiento no ha generado ni un sólo líder nuevo con suficiente carisma para hacer frente a la que está cayendo.
Así que no ha dejado de ser un poco deprimente poner el telediario y que sea este Robin Hood de olivar, con la barba encanecida, el único al que veamos plantarse ante el sistema