Jueves 01 de Septiembre de 2011 19:27

65. Comparando cuatro reales de Sevilla y Toledo

por Ernesto Gutiérrez Guinea
Vota este articulo
(1 vote)

En los 110 años que median entre el comienzo del reinado de Felipe II en 1556 y la muerte de su nieto Felipe IV en 1666, la mayor parte de la moneda circulante de plata en los reinos peninsulares de la Monarquía española era la de 4 Reales y una ley superior a las 900 milésimas. Con independencia de consideraciones económicas y metrológicas, ello era así porque siendo una moneda con un tamaño manejable que permitía una cierta verificación de su autenticidad con un examen visual, aún tenía un valor suficiente para adquirir con ella los alimentos necesarios para nutrir a una familia media durante varias jornadas o comprar objetos de uso domestico como utensilios de cocina  o aperos sencillos para el ganado.
El valor adquisitivo de esta moneda representaba aproximadamente el de un billete de 100€, mientras que el real de a 2, cuyos ejemplares supervivientes muestran un desgaste mucho mayor, representada el de un billete de 5€ que todos conocemos que son los que suelen encontrarse en un estado mas deficiente cuando llegan a nuestra manos. La fuente mas fiable para hacernos una idea de cuál era el uso mas generalizado de los Reales a 2 y de a 4 nos la da los hallazgos de tesorillos de la época sacados a la luz en tiempos posteriores.
En ellos, los Reales de a 2 aparecen frecuentemente asociados con monedas de 8, 4 y 2 maravedís de cobre lo que demuestra su uso predominante en muy pequeñas transacciones, mientras que las monedas de 4 Reales suelen aparecer asociadas con Pesos o Reales de a 8 americanos y con piezas de oro de Medio Excelente, equivalente al Ducado, que dependiendo de la época tenía un valor algo superior al de los Reales de a 8. Por tanto, cabe suponer que los Reales de a 4 eran utilizados para ajustar las transacciones en unos momentos en que los precios que normalmente se ajustaban en maravedís como moneda de cuenta, habían de ser liquidadas en moneda de plata, ya que la acuñación de estos valores en oro hubiera supuesto la acuñación de piezas poco manejables por su reducido tamaño.
Esta necesidad de disponer de monedas de plata de un tamaño del tipo de las de 4 Reales, se evidencia tanto en España como en la América española en forma progresiva a lo largo del reinado de Carlos I, materializándose en la producción bastante extensa de este tipo de moneda en la Ceca de Méjico a partir de su creación en 1535, y en las Cecas peninsulares de Burgos, Granada, Segovia, Sevilla y Toledo, a partir de 1543, según deduce DASÍ del hecho de que en las monedas de Medio Excelente destruidas en esta fecha en Segovia, no existiera ninguna que tuviera la P tumbada como sigla de Ensayador, características de las acuñaciones de múltiplos de Real efectuadas en Sevilla a nombre de Fernando e Isabel, pero emitidos durante el reinado de Carlos I.
Los Reales de a 4 mejicanos se acuñaron a nombre de Carlos y Juana como Reyes de las Españas y los peninsulares a nombre de los abuelos de Carlos, Fernando e Isabel como Reyes de Castilla y León. Las piezas mejicanas llevan en el anverso las columnas de Hércules y en el reverso el escudo de armas de Castilla y León, con castillos y leones alternados, mientras que los Reales de a 4 peninsulares tienen el mismo diseño que los Reales sencillos establecidos por la Pragmática de Merida del Campo de 1497, con el escudo de los Reyes Católicos en el anverso y el yugo y las fechas propio de Isabel y Fernando en el reverso. A ambos lados del escudo figura el valor (IIII) y la marca de Ceca, mientras que en el reverso se hace constar la marca del (Ensayador la mas frecuente en el caso de Sevilla, una P tumbada).
Aunque también se emitieron en las mismas Casas de Moneda Reales de a 2, Reales sencillos y Medios Reales, de acuerdo con los datos disponibles relativos a las cantidades de plata dedicada a la acuñación de cada una de estas denominaciones, es claro que las cantidades que se acuñaron de Reales de a 4 fueron muy superiores a las de cada una de las otras denominaciones. Llama la atención que en Méjico en ese momento no se acuñaran todavía Reales de a 8 (fuera de algún ensayo escasísimo) y que en las Ceca peninsulares la acuñación de Reales de a 8 fuera prácticamente limitada a Sevilla y aún con tirajes muy cortos, teniendo carácter testimonial la producción de las otras Cecas como Burgos, Segovia, Sevilla y Toledo.
Probablemente la causa de ello fue que se consideraba mas practica la emisión de oro en forma de Escudos. Estos son acuñados a partir de Carlos I, con un peso de 3`38 gramos y un valor de 10 Escudos de plata equivalentes a 350 maravedís, en unos momentos en que la proporción del precio de la plata se encontraba en una relación todavía próxima a la de la época de los Reyes Católicos (1 a 11) todavía lejos de la que alcanzó  en la época de los Borbones (1 a 15´5).

                                          

FIGURA 65.1


Por tanto, nada tiene de extraño que el caudal de plata americana que comenzaba a llegar a la Casa de Contratación de Sevilla se concentrara en su propia Casa de Moneda, así como que una parte significativa, entrado ya el reinado de Felipe III, llegara a Toledo que había sido en cierto modo la capital imperial en tiempo de Carlos I y que se encontraba en esos momentos en plena pujanza, gracias a su posición central dentro del Reino de Castilla, cuando Madrid aún no había comenzado su despegue.
La producción masiva de plata en Potosí permite en 1574 el comienzo de la acuñación en cantidad significativa de piezas de 8 Reales, siendo Rincón el primer Ensayador de su Casa de Moneda, ya con los cuños del diseño del escudo coronado en el anverso y armas de Castilla y León en el reverso, que será característico de las emisiones de Potosí hasta la crisis de 1652. Este diseño es en cierta medida semejante al dispuesto en la orden de Felipe II de 23 de Noviembre de 1566, por él que las Cecas peninsulares de: Sevilla, Toledo, Granada, Valladolid y Segovia empiezan a emitir 8 Reales con este diseño y la leyenda PHILIPPVS D.G. HISPANIARVM REX, si bien en las emisiones de Potosí y las posteriores de Méjico se añadirá el título ET INDIARVM a la leyenda (Rey de las Españas y de las Indias).
Estas emisiones peninsulares no fechadas, nunca fueron muy cuantiosas ya que cuando los procedimientos de acuñación empiezan a permitirlo, en los años finales del siglo XVI, la llegada de la mayor parte de la plata americana en forma de Pesos amonedados hacia innecesaria su acuñación en la península. Esta orientación de las Cecas americanas hacia la producción de Pesos (8 Reales) relegando la producción de moneda fraccionaria exportable, determinó que este tipo de moneda se hubiera de producir en su mayor parte en las Cecas peninsulares, principalmente, por las razones que hemos apuntado, Toledo y sobre todo Sevilla.

                                           

FIGURA 65.2


Esta tendencia, que comienza con la moneda no datada, se consolidó con la introducción de la fecha en las acuñaciones de Felipe II a partir de 1588 y si las monedas fechadas son en verdad mas raras que las no fechadas, se debe básicamente a que se emitieron durante menos años, ya que las cantidades anuales de plata dedicada a su acuñación en Sevilla y Toledo, permanece prácticamente constante a lo largo del periodo. Es a partir de 1611, bien entrado el reinado de Felipe III, cuando las cantidades de 4 Reales emitidas en Sevilla y Toledo explosionan prácticamente de manera simultánea con un número de ejemplares supervivientes muy alto, lo que nos indica las tiradas tuvieron que ser muy elevadas. Estos altos tirajes terminan en Toledo en torno a 1624, mientras que en Sevilla la acuñación abundante de 4 Reales termina con las emisiones del Ensayador Gaspar de Talevere (G) al final del reinado de Felipe III en 1621.
Por todo lo antedicho, puede afirmarse que la rareza relativa de las emisiones de 4 Reales de Felipe II (las fechadas) y de Felipe III, en Sevilla y en Toledo, tienen una rareza equivalente, al menos en las fechas y Ensayadores mas asequibles como son las del Ensayador V en Sevilla de 1613 a 1615, y del Ensayador P en Toledo, de 1611 a 1624. Evidentemente existen fechas mas difíciles de encontrar que otras, especialmente fuera de estos periodos, pero ésto ocurre tanto en Sevilla como en Toledo.
Todo lo dicho en cuanto a rareza, cambia substancialmente con las emisiones de 4 Reales a nombre de Felipe IV a partir de 1621, reinado durante el cual, especialmente en sus primeros años (hasta 1624), la emisiones de Sevilla pasan a tener una rareza doble que las de Toledo, sin que hasta ahora puedan formularse hipótesis plausibles sobre las causas. En cuanto a conservación media de los ejemplares supervivientes y dificultad de encontrar ejemplares con excepcional conservación, la situación es aproximadamente equivalente en Sevilla y en Toledo.
La pieza cuya fotografía se muestra en la Figura 65.1 es un 4 Reales de Felipe III acuñado en Sevilla en 1618 con el Ensayador G (Gaspar de Talevere). Con el Ensayador V se emiten 4 Reales en Sevilla de 1617 a 1621, mientras que las piezas conocidas con el Ensayador V terminan en 1616 y con el Ensayador D en 1618. El anverso de la pieza tiene  un aspecto tosco que no es característico de las de este Ensayador sino que se debe a un calentamiento excesivo del cospel en el momento de la acuñación. Los fallos de acuñación que presenta la pieza por defecto del cuño, serán las que caracterizaran todas las acuñaciones sevillanas hasta el final de los años 30 del siglo XVII.
No obstante estos defectos, la visibilidad de los datos de identificación de la pieza es muy elevada: la Ceca (S), el Ensayador (G) y los 3 últimos dígitos de la fecha (618). En cuanto a su conservación, podemos decir que es bastante alta, llegando al VF- como se acredita en las zonas que están libres de defectos de acuñación como el castillo del cuartel inferior derecho del reverso. La apariencia del gastaje del anverso, solo afecta realmente a las parte altas, ya que el resto se debe a la temperatura de acuñación. A esta conservación le correspondería, considerando una rareza normal y la escala de precios que venimos empleando, un valor de 330€ que rebajaremos en un 25% a causa de los defectos de acuñación apuntados, llegando a un precio de mercado de 159€, a lo que también contribuye la conservación de la pátina original.

                                         

FIGURA 65.3


La pieza de la FIGURA 65.2 es un 4Reales de Felipe IV acuñado en Sevilla en 1627 con el Ensayador R (Rivas). En la pieza es reconocible (aunque débilmente) la sigla R del Ensayador y encima de ella, una pequeña porción de la parte superior de la marca de Ceca (S). No obstante, la atribución a Sevilla es segura, aparte del hecho de que el Ensayador R no actuó en 1627 en ninguna otra Ceca, por la existencia de las 4 líneas inclinadas que van desde la enseña de Austria a los 4 vértices del cuartel en el que se encuentra. El corte del cospel junto a la parte superior del último dígito de la fecha (el 7) puede en ciertos casos hacernos dudar entre 5 o el 7, pero este tipo de 5 en este `periodo de Sevilla, a diferencia de otras Cecas como: Méjico, Potosí o Toledo, tiene la parte inferior con curva, a diferencia de Sevilla donde el 7 tiene exclusivamente 2 tramos rectos, como es éste el caso.
La moneda tiene buen relieve de acuñación aunque su desgaste es generalizado, por lo que no podemos pasar del grado F+. La mayor parte de las superficies se encuentran libres de defectos de acuñación por lo que el aspecto de la pieza, que además mantiene su pátina original, es agradable. Al tratarse de un Felipe IV de Sevilla, debemos considerar a la pieza como rara, con un valor doble a las de esta misma Ceca para Felipe III y las de Toledo de 4 Reales de Felipe IV. Por tanto, su valor en esta conservación sería de 540€. Este valor lo debemos reducir a un precio de mercado de la tercera parte, 180€, como consecuencia de la escasa visibilidad de Ceca y Ensayador así como la de los dos primeros dígitos de la fecha.
En la FIGURA 65.3  tenemos un 4 Reales de Felipe II acuñado en Toledo en 1592 con el Ensayador Alejo de Montoya cuya sigla viene representada por una M dentro de un círculo, situada debajo de la sigla de la Ceca, consistente en una T superada por una pequeña O (Toledo). Este tipo presenta la variante de de inscribir la fecha al comienzo de la leyenda del anverso, antes del nombre del rey, práctica seguida en Toledo durante 1591 y primera parte de 1592. Por la situación de la fecha y lo reducido del cospel en relación al tamaño del escudo, solo suele ser visibles, como en este caso, las partes bajas de los 4 dígitos de la fecha, lo que en un examen apresurado de la pieza, puede llevar a pensar que se trata de un ejemplar no fechado. De hecho, en las ediciones de CAYON hasta 1980, no aparece como variante. No obstante, su rareza es similar a la de la pieza con la fecha en vertical a la derecha del escudo (FIGURA 65.4).

                                           

FIGURA 65.4


La conservación de la pieza es bastante buena, con un desgaste que solo afecta a las partes altas del escudo y en especial, al león y al castillo de los cuarteles inferiores del reverso, mientras que los de las superiores muestran un alto grado de detalle. La pátina es original y las corrosiones son mínimas, lo que también contribuye a la belleza de la moneda. Por todo ello, asignaremos a la pieza un grado VF que corresponde a un valor de 400€ que reduciremos en un 25% hasta un precio de mercado de 300€, por no ser visible (lo que suele ser normal en esta variante) la parte inferior de los cuatros dígitos de la fecha.
Como complemento de la pieza mostrada en la FIGURA anterior, en la FIGURA 65.4 se incluye la fotografía de la otra variante conocida de 4 Reales de Felipe II acuñado en Toledo en 1592 con el Ensayador Alejo de Montoya en la que la fecha aparece en vertical a la derecha del escudo del anverso, igual que en las emisiones de Sevilla. El 2 del último dígito de la fecha se representa con la letra Z que será característica de las emisiones de esta época hasta los primeros años de Felipe IV.
Aunque este Ensayador ya trabajaba en Toledo cuando la monedas no se fechaban (antes de 1590), a mediados de 1592, manteniéndose el Ensayador, se opera un cambio no solo en la situación de la fecha, sino en el arte que tiende a hacerse mas descuidado, como aparece hasta en las últimas emisiones de este tipo ya en 1596 con el Ensayador Rodríguez del Castillo (C).
La pieza tiene una conservación bastante buena manteniendo en los lugares menos elevados el brillo original de acuñación, como en el espacio entre la corona y el escudo en el anverso y los fondos de los cuarteles del reverso, con gastaje únicamente en las partes altas, por lo que su conservación es claramente VF, lo que nos da un valor de 400€ que deben reducirse a un precio de mercado de casi la mitad, 210€, ya que la visibilidad de la Ceca y el numeral con el valor (IIII) situados a la izquierda del escudo, sobre el Ensayador, son muy reducidos.

                                            

FIGURA 65.5


Por último para terminar con el análisis de los 4 Reales de Toledo de Felipe II fechados, tenemos en la FIGURA 65.5  en ejemplar acuñado en 1596 ya con el Ensayador Melchor Rodríguez del Castillo (C). En esta pieza  como ya anunciamos antes, el arte es mucho mas descuidado incluso que en la anterior, ya que el gran número de ejemplares de 4 Reales acuñados en Toledo en esta fecha debió de exigir que los cuños se utilizaran para la producción de mucha piezas con cada uno, por lo que aunque las piezas se encuentren, como en este caso, en buena conservación, la figuras en los distintos cuarteles del escudo del anverso aparecen desdibujadas. Como característica diferenciadora con respecto a las emisiones de Sevilla, aquí el número del valor (4) aparece en cifre arábiga, debajo de la Ceca y Ensayador.
La legibilidad de los datos identificativos es bastante completa: Ceca, Ensayador, denominación y año, en parte merced a la circunstancia del gran tamaño de modulo de la piezas de 4 Reales emitidas este año, que en ocasiones a primera vista parecen de 8 Reales en lugar de 4 Reales, por sus dimensiones, lo que también lleva a que el espesor de la plancha sea bajo. La pieza tiene solo desgaste en sus partes mas elevadas aunque lo gastado de los cuños con los que se emitió, pueda hacer pensar otra cosa, ya que pese a haber sido limpiada para intentar quitar corrosiones, conserva algo de brillo original, señal de que su circulación fue bastante escasa. Por ello le asignaremos un grado VF- que corresponde a un valor de 330€, que reduciremos a un precio de mercado de 210€ por la existencia de corrosiones y vanos en el centro del escudo que afean algo la pieza.

 

Ultima modificacion el Jueves 01 de Septiembre de 2011 19:51
Ernesto Gutiérrez Guinea

Ernesto Gutiérrez Guinea

E-mail: Esta dirección electrónica esta protegida contra spambots. Es necesario activar Javascript para visualizarla

Ultimos articulos de Ernesto Gutiérrez Guinea

ir arriba