“El 50% de las profesiones que conocemos hoy podrían desaparecer de aquí a 20 años, a medida que se perfeccionen la robótica y la inteligencia artificial”. Estas palabras no son mías. Están tomadas de Carlo Ratti, catedrático de arquitectura y urbanismo en el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Las utiliza en la “Carta a un amigo taxista” publicada en el diario El País del pasado 9 de junio, para convencer a los taxistas que es mejor adaptarse que oponerse a las nuevas tecnologías.
El mismo diario comenta el 13 de julio una encuesta realizada por las Universidades de Yale y Oxford a 352 expertos en inteligencia artificial que matiza ese plazo al punto de titular el artículo con un contundente “Las máquinas no nos jubilarán hasta el 2140”. Nadie puede prever el futuro, pero pienso que no me moriré sin asombrarme más de lo que ya me he asombrado hasta aquí. Y confieso que ha sido mucho. He visto nacer la televisión, el matrimonio de la informática con las telecomunicaciones, los ordenadores y los móviles. ¡Casi nada!.
Carlo Ratti hace un breve repaso de la Historia de la movilidad para acabar concluyendo que “las palabras cruciales para reanudar una discusión son TRANSICIÓN Y REDISTRIBUCIÓN. TRANSICIÓN para poder digerir los vuelcos tecnológicos actuales sin que nos aplasten. REDISTRIBUCIÓN porque es fundamental saber a quién irán a parar los beneficios de este nuevo mundo. ¿A quien ha invertido capital o a quien ha permanecido parado?”.
A continuación el profesor Ratti formula una propuesta: “Sería posible cobrar impuestos a los robots o a las nuevas inteligencias artificiales. No es una boutade, me refiero a cobrar impuestos sobre el capital y transferir ese dinero a quien ha perdido el puesto de trabajo. Una propuesta desgraciadamente rechazada hace unos días en el Parlamento Europeo pero que de pronto ha encontrado un defensor inesperado: Bill Gates.”
Es precisamente esta idea novedosa de que tributen las máquinas la que animó a mi buen amigo Paco a enviarme el artículo de Carlo Ratti y pedirme que escribiera algo sobre el asunto. Cada vez son más las personas convencidas de que las nuevas tecnologías están cambiando nuestra forma de vida, de pensar y de trabajar y que en la práctica los avances de la inteligencia artificial acabarán con casi todos los empleos. Hace unos días el Ministro del PP Álvaro Nadal disertó en el foro Retina del diario El País sobre la duración de la jornada y la productividad. Los políticos de todos los partidos (derecha centro e izquierda) siguen sin darse cuenta de que el problema no es la duración de la jornada, sino el colapso del trabajo y el ingreso vinculado al trabajo tradicional tal y como lo hemos concebido durante los últimos 250 años.
La sociedad del futuro es la sociedad del tiempo libre y el ocio. El objetivo político más importante ya no es el pleno empleo como sigue diciendo la política con minúsculas, sino el pleno ocio, como debe de empezar a decir la Política con mayúsculas. El paraíso no es el lugar del que nos expulsaron por malignos, sino el lugar al que tenemos que llegar para demostrar que el “homo sapiens” no es una especie maligna. Pero si el objetivo es el pleno ocio y el entretenimiento ¿cómo deberíamos organizarnos social y económicamente?.
Cada vez más ciudadanos piensan que el modelo de sociedad actual en el que una minoría del 1% de la población se apropia y disfruta del 90% de la riqueza no se sostiene. ¿Cuál es la alternativa?. Si la mayoría de la población pierde sus empleos e ingresos. ¿Quién pagará la fiesta?. En mi opinión la pagarán los robots y la publicidad. Ese es un mundo raro y distinto, dirán los pesimistas. No tan raro ni tan distinto del que ya disfrutamos. ¿Quién paga desde hace un siglo las Emisoras de Radio y la mayoría de Cadenas de Televisión que disfrutamos?. Lo paga la publicidad y no creo que haya político que se le ocurra exigir ahora que los radio-oyentes paguen por escuchar la radio y los televidentes por ver televisión. ¿No es la publicidad en Google, Facebook y otras tecnológicas la que paga los numerosos servicios gratuitos que tenemos en Internet?. ¿Por qué deshacer algo que funciona?. Ya estamos jugando en ese territorio y ahora lo que falta es hacer una reforma fiscal profunda para incorporar la tributación de los robots. Así es como el Estado dispondrá de suficientes ingresos para todos y podrá distribuir la riqueza generada abonando una renta básica universal. ¿Pero cómo se hace eso?.
Uno de los efectos de la gran crisis económica de 2007-2008 es que ha disparado la generación de nuevas ideas económicas. 10 años después de la crisis, tengo 5 libros de cabecera cuya lectura recomiendo porque recogen parte de las nuevas ideas económicas, que no son tan nuevas, pues algunas de ellas ya fueron expuestas por el genial economista inglés J. M. Keynes.
Mi primer libro de cabecera está escrito en 2009 por el ingeniero español José María de Espona, nacido en Cádiz en 1963. El libro publicado por AMAZON en 2009 describe magistralmente el impacto de las nuevas tecnologías sobre los diversos sectores económicos y adelanta situaciones que estamos viviendo en estos momentos y que viviremos más activamente en los próximos años.
Mi segundo libro de cabecera es de un austriaco nacido en 1972, profesor universitario vinculado al movimiento Attac, que se dedica a implantar poco a poco un modelo económico alternativo que denomina “La economía del bien común”. El libro publicado por la Editorial DEUSTO del Grupo Planeta en 2012 diseña un modelo económico alternativo que intenta superar el histórico antagonismo entre capitalismo y comunismo para maximizar el bienestar de la sociedad.
Mi tercer libro de cabecera es de un economista y prolífico pensador estadounidense que escudriña el futuro, y que en “La sociedad de coste marginal cero”, publicado en 2014 por la Editorial PAIDOS del grupo Espasa Libros analiza la aparición de un sistema económico nuevo al que denomina “procomún colaborativo”.
Mi cuarto libro de cabecera está editado en 2014 por la editorial LIBROS DE LA CATARATA. Su autor, Antonio Quero, un militante del PSOE experto en instrumentos financieros, propone un modelo alternativo para reformar el sistema financiero, convencido como está de que sigue vigente la afirmación de Mervyn King, gobernador del Banco de Inglaterra entre 2003 y 2013, “de todas las maneras posibles de organizar la banca, la peor es la actual”.
Finalmente mi quinto libro de cabecera es de Rutger Bregman, un joven pensador europeo nacido en 1988 en Holanda. Publicado en 2016 por Editorial SALAMANDRA, el autor anima en “Utopía para realistas” a la ciudadanía a luchar por conseguir un mundo sin fronteras, una semana laboral de 15 horas y una renta básica universal, tres objetivos que comparte mucha gente.
En 2017, al contrario que en 2008, los políticos progresistas pueden alegar falta de valor pero no falta de ideas nuevas.
José Ángel Suárez González.
Alcobendas, 13 de julio de 2017.