Esta reflexión es estratégica, como confirmanlos acontecimientosde cada día. Podemos aparcar de momento el problema del PSOE y sus primarias. No hay novedades en el guión político previsto.Pero sí las hay en la revolución tecnológica. Vivimos en un cambio permanente. Lo próximo es la expansión de la nube y el internet de las cosas.
Las máquinas son, desde el origen del ser humano, su herramienta de trabajo. Podríamos seguir la evolución de las sociedades humanas siguiendo la evolución de sus máquinas, desde la más simple como la palanca o la carretilla a la más compleja como el robot inteligente. La capacidad de innovación humana ha creado nuevas máquinas y perfeccionado las pre-existentes. ¿Con qué objetivo?.La respuesta a esta pregunta aclarala actitud del hombre ante las máquinas. Si el objetivo de las máquinas es facilitar la calidad de la vida del hombre en la Tierra, las máquinas son bienvenidas y vistas como un aliado liberador. Pero si el objetivo principal es incorporarlas al proceso productivo para que el dueño de ellas las utilice en maximizar su ganancia económica, prescindiendo del trabajo y del modo de vida de los afectados, las máquinas son vistas como un rival del humano y generan desconfianza. El primer brote deviolencia del ser humano contra las máquinas se generó al principio del siglo XIX. Se llamó “ludismo” (del rompe-máquinas inglés Ned Ludd). El movimiento estaba encabezado por pequeños artesanos, que propugnaban la destrucción de las máquinas. Paranuestra fortuna el movimiento ludita, no triunfó. Sin la productividad de las máquinas “tontas” y su aplicación a la industrianunca hubiéramos alcanzado la economía de producción y consumo masivo de la que hoy disfrutamos.
¿Podemos esperar nuevos brotes de “ludismo”en el siglo XXI?.Pudiera ser, pues aunque el objetivo social de mejorar la calidad de vida de las personas es lo más importante, el factor clavedel movimiento “ludita” del XIXpersiste. Si entonces las máquinas “tontas” amenazaron el modo de vida de una clase social - los artesanos - y estos se irritaron con ellas, hoy las máquinas “inteligentes” amenazan por igual el modo de vida de los trabajadores manuales e intelectuales y sus salarios. Entonces y hoy, los afectados,en lugar de irritarse con el objetivo económico del empresariado capitalista que se apropia en exclusiva de la productividad que las máquinasgeneran en la economía, se desahogan combatiendo las máquinas. Los dueños del capital llevan más de 200 años apropiándose de la hiper-productividad de las máquinas y la inteligencia artificial,y en el siglo XXI, como en el XIX, no parecen dispuestos a repartir la productividad que las máquinas generan.Antes al contrario, cada vez son más codiciosos y acumulan más y más capital financiero. Esa actitud conduce al desastre y a la decadencia social o a la revuelta popular y la rebelión.¿Acaso alguien espera que la gente se quede sin ingresos y no haga nada?.
Desde la primera revolución industrial, la visión de la máquina que se ha impuesto es su visióneconómicacomo factor de producción, relegando incluso a un segundo plano su visión militar como arma de guerra. La Historia nos enseña que durante siglos el objetivo militar fue el incentivo más importante parala innovación y mejora de las máquinas.Innovar para matar más y mejor y conquistarterritorio y poder. Este incentivo todavía conserva su importancia, pero desde la revolución industrial del XVII, el incentivo militarha dejado paso al incentivo económicodel capitalismo industrial.Podemos ver la guerra mundial de los nazis como una alianza entre la visión militar y la visión económica de las máquinas. Hoy se siguen inventando nuevas máquinas para matar más y mejor (complejo industrial-militar), pero hoyprincipalmente se inventan para ganar más y más dinero.
Pero dando un paso más, no sólo los trabajadores sino tambiénlos empresarios del siglo XXI pasaránpor el trance que pasaron los artesanos ingleses del XIX. Estos últimos se enfrentaron a máquinas “tontas”, mientras que el empresariado del XXI se enfrentará a máquinas “inteligentes”, pero lo hará por la misma razón que los artesanos del XIX:porquela inteligencia artificial de las máquinasmodernasno sólo amenazan los empleos de los trabajadores, sino que también amenazanel modo de vidatradicional del empresario capitalista. ¿Por qué?, Porque las máquinas inteligentes constituyen la base de la economía colaborativa y de coste marginal próximo a cero. Producir a coste marginal próximo a cero significa producir a ganancia próxima acerosi se respeta la competencia económica, y la ganancia próxima acero acaba con el modo de vida del empresario capitalista. Ya hemos visto algunos pequeños empresarios como los taxistas oponiéndose a la economía colaborativa y la competencia. No tardaremos en ver a algunos empresarios de las grandes industrias verticales en la misma batalla. Mientras esto llega, compruebo asombrado que el objetivo social de utilizar la productividad de las máquinas para mejorar la calidad de vida de las personas es lo que ni ha preocupado ni preocupa a los políticos.Pero esta vez tendrán que afrontar el problema o la sociedad avanzada perecerá y la democraciay la política con ella. ¿Acaso los políticos perderán su empleo sin hacer nada?.
El resultado de esta ceguera políticaes que muchos ciudadanos empiezan a percibir que las máquinas les dejarán pronto sin fuente de ingresos: el empresariado porque la economía colaborativa y de coste marginal próximo a cero suprime sus beneficios; el trabajador porque la máquina inteligente suprime su empleo, su salario y a la postre su pensión. ¿Cómo reaccionarán los humanos cuando se vean sin trabajo y sin fuentes de ingresos?. Verse sin trabajo es algo que a nadie desagrada pues el sueño de cualquier humano es dejar el trabajo forzoso, pero si el precio a pagar por dejar el trabajo forzoso es no tener ingresos (salario, pensión etc.), me temo que los humanos se pondrán nerviosos y de nuevo se enfadarán con las máquinas, ahora inteligentes, en lugar de enfadarse con el sistema económicoinjusto. ¡Me gustaría equivocarme!.
Los hechos expuestos son un argumento poderoso a favor de establecer una renta básica universal, una iniciativa política que se acabará imponiendo con toda seguridad. Si el capitalismo no lo hace por las buenas, lo hará por las malas para asegurar su propia supervivencia. Establecer una renta básica universal no es sólo una obligación moral. Es algo ineludible para que el sistema económico de libre mercado funcione, y nos obligue a reinventar la sociedad y los principios económicos y políticos en los que se fundamenta el capitalismo. La emergente economía colaborativa o de coste marginal próximo a cero se acabará imponiendo al capitalismo de maximización de la ganancia, simplemente porque el capitalismo de mercado conduce a la economía de coste marginal próximo a cero en su afán por maximizar el beneficio y la competencia. Para que funcionen los restos que queden del capitalismo de mercado, necesitaremos la renta básica universal como instrumento de distribución de la riqueza.
Desde mediados del siglo XX las máquinas son cada vez más inteligentes y los automatismos (autómatas) se han generalizado.La próxima ola tecnológica del “internet de las cosas” los universalizará. No creo que nadie discuta que las máquinas inteligentes se van apropiando poco a poco de nuestras vidas y nuestros oficios. Hay aviones y trenes que se conducen solos (drones y lanzaderas) y dentro de poco se generalizarán los coches y camiones de conducción autónoma. Guardamos en nuestros bolsillos una máquina mucho más inteligente que nosotros y que nos ayuda a vivir (controla nuestros paseos y carreras, nos ubica, nos informa, nos asesora al comprar, lee nuestro pulso y pronto nos detallará el estado del corazón o de otros órganosvitales internos). Algunos robots ya limpian nuestras casas y antes de que finalice el siglo XXI, los robots guiarán la mano del cirujano en el quirófano y harán e irán a la guerra por nosotros. El cambio social, político y económico será brutal, pero seguirán cumpliéndose dos de las ideas que el experto Nicholas Carr expone en “Atrapados. Cómo las máquinas se apoderan de nuestras vidas” y que han llamado mi atención de manera especial:
1. “La industrialización no nos convirtió en máquinas, y la automatización no nos convertirá en autómatas” (pg. 228), pero -y esto lo añado yo -, afectará a nuestro modo de vida.
2. “El ser humano materia orgánica es cada vez más prescindible” (pg. 227) y tendremos la tentación de sustituir lo orgánico efímero por lo biónicoduradero - añado yo -.
Cada ciudadano tiene la responsabilidad de reflexionar política y socialmente sobre estas dos ideas, porque si la primera es a nuestro favor, la segunda nos pone en entredicho y deja nuestra vida en manos de las máquinas inteligentes. Por su parte, los políticos deberían estar pensandoen cómo afrontar los cambios profundos que necesita una sociedad altamente automatizada, pero se entretienen en nimiedades que afectan a su ego y a su futuro político. No comprenden nada de lo que se nos viene encima.No entienden que la gran crisis de 2008 sólo fueuna advertencia.
Alcobendas, 31 de marzo de 2017.
José Ángel Suárez González.