A VUELTAS CON EL DINERO: FABRICAR DINERO DE LA NADA.

La afirmación es tan inimaginable que nadie la cree. Y sin embargo el dinero es una mercancía especial que el mercado capitalistaquiere someter a las mismas reglaseconómicas y contables que cualquier otra mercancía. Esta pretensión es el origen de todas las crisis económicasconocidas: crisis de producción y oferta, crisis de consumo y demanda, crisis de precios e inflación, y por supuesto crisis de finanzas.

 

Me ocuparé en otro artículo de explicar cómo la misteriosa y delicada función de administrar y gestionar el dinero está en el origen de las crisis económicas que han sido y probablemente serán.

Fabricar algo de la nada es para el ser humano un misterio. El poder de hacerlo es tan inmenso, que lo atribuimos a los dioses, pero nunca lo pensamos de los humanos. Sin embargo los expertos en el “mundo financiero”, saben que las cosas funcionan así, y que en las sociedades modernas el dinero es hoy sólo fiduciario gracias al respaldo de la autoridad del Estado, y que actualmente “se crea de la nada”. La mercancía que el ser humano desea poseer más que ninguna otra (el dinero), se crea misteriosamente de la nada. ¡Es increíble pero cierto!.Yo mismo he ido confirmando mis conocimientos sobre el dinero poco a poco, atónito e incrédulo ante lo que iba descubriendo. Hemos llegado hasta aquí no por una condena de los dioses o por una fatalidad de la naturaleza, sino por hechos y circunstancias históricas que los antropólogos e historiadores económicos explican en sus obras. La especie humana debería prestar mucha más atención a estos especialistas.

Ahora estoy en condiciones de afirmar que el poder del sistema financiero para crear dinero de la nada generando créditocon el dinero de otros es tan enorme que quienes disfrutan de un privilegio tan extraordinario (banqueros y financieros)jamás lo abandonarán de forma voluntaria. Y mucho menos ahora, cuando han conseguido que no solo los ciudadanos, sino también los Gobiernos tengan que acudir al mercado internacional de capitales y al crédito bancario para financiarse.Seguiremos debatiendo en la UE sobre el endeudamiento de los gobiernos y la restructuración de la deuda tan pronto como los griegos hayan confirmado a Alexis Tsipras al frente del Gobierno de su país.

Muchos economistas y políticos de buena fe desconocen cómo funciona el misterio de la creación del dinero, y aceptan crédulamente las explicaciones interesadas que les convienen. La mayoría de los políticos de primer nivel (Presidentes, ministros y primeros ministros etc.) mienten a los ciudadanos con gran desparpajosobre la creación del dinero. Es uno de los primeros “sapos” que deben tragarse tan pronto como acceden al poder. Aunque lo necesitan mucho para sus políticas, nunca hablan de él. En mi opinión si la sociedad civil, organizada política y democráticamente, quiere transitar hacia una economía diferente al capitalismo de crecimiento continuo, será imprescindible que recupere al menos una parte del poder sobre la creación de dinero. Ahora constato que cada vez más estudiosos de la economía “han rasgado el velo de la creación del dinero”, y ya sonnumerosos los economistas que hablan sin tapujos y sin pelos en la lengua de fabricar dinero de la nada creando crédito y endeudando primero a los ciudadanos y después a los Gobiernos. Los propios banqueros y financieros saben que a la larga esta situación es insostenible, pero la aprovechan mientras dure y puedan porque es una situación beneficiosa para ellos ypara la élite de la sociedad.

La última incorporación al club de los “rasgadores del velo monetario” es la de Martin Wolf. Martin Wolf sabe cómo funcionan la fabricación de dinero y el crédito tanto por formación (estudios de economía en el NuffieldCollege de Oxford), como por profesión (editor-jefe de economía del Financial Times). En elcapítulo 6 de su último libro “La Gran Crisis: cambios y consecuencias” explica el fracaso de la ortodoxia económica oficial para prever y gestionar la Gran Crisis financiera de 2007-2008, y utiliza como hilo conductor de sus argumentos, la política monetaria sobre el precio y la cantidad de dinero fabricado y por supuestola idea de creación de dinero y crédito. En su exposición, Martin Wolf, recorre el pensamiento económico sobre dinero y crédito de economistas prestigiosos como KnutWicksell, Ludwig von Mises, Friedrich Hayeck (escuela austriaca),Frank Knigt, Henry Simons, Irwing Fisher, Milton Friedman, (monetaristas), John M. Keynes, HymanMinsky, y Abba Lerner (keynesianos).Lo hace de manera lúcida y sintética. Este conjunto de economistas no son de pensamiento único ultra-liberal, sino académicosque abarcantodo el espectro ideológico del libre mercado.

Algunos de ellos acusan a los keynesianos de“estatalistas” porque defienden el papel del Estado y el gasto publico en la economía de libre mercado, pero es una acusación sin fundamento, pues los keynesianos son tan defensores del libre mercado como los monetaristas, pero se diferencian de ellos al considerar que el Estado, al igual que el Mercado, desempeña un papel importante en la gestión de la economía, y no es un intruso al que hay que bloquear, minimizar y expulsar de la economía como pretenden los economistas de la escuela austriaca y algunosmonetaristas. Es cierto que el Estado tiene sus fallos y riesgos económicos, pero no menores que los que tiene el libre Mercado. Cuando la mayoría de los economistas académicos acuerden que tanto el Mercado como el Estado tienen fallos que afectan ala mejora de la economía y al bienestar de los ciudadanos, y que deben ser corregidos, los políticos tendrán que cambiar su discurso.

En relación con el dinero, ni siquiera fueron los keynesianos quienes descubrieron la importancia económica de su creación de la nada. Fueron los austriacos, máximos exponentes de la defensa del libre mercado, y en concreto fue uno de ellos, KnutWicksell, quien detectó yahace más de un siglo, en 1898,que “los bancos tienen la capacidad de CREAR DINERO DE LA NADA respaldado por crédito”. ¿Cómo funciona este proceso?.Martin Wolf lo describe con precisión. Cuando un banco concede un crédito, al mismo tiempo genera un depósito a favor del prestatario. El prestatario, que es deudor del banco y está obligado a la devolución del crédito concedido, transfiere el depósito a un tercero, habitualmente para realizar un pago, lo que automáticamente convierte el depósito en dinero nuevo. Es de este modo tan simple, generando créditos de la nada, como los bancos han creadohistóricamente más del 90% del dinero existente en la economía (dinero bancario).Así fue hasta la crisis financiera de 2008, como comprobaremos más adelante.

A partir de la observación de Wicksell, los austriacos von Mises y Hayeck hicieron sus propios razonamientos monetarios. Mises planteó suprimir la facultad de la banca para “crear dinero de la nada respaldado por crédito” estableciendo la obligación del 100% de reserva de los depósitos bancarios. Mises era sabedor de que los banqueros no aceptarían de buena gana su idea, y propusoacabar por imperativo legal con la creación privada de dinero (dinero bancario o “interior”).Hayeck no fue más afortunado que Mises en sus pretensiones monetarias, y aunque sus ideas sobre la economía de libre mercado y el “laissez faire”acabaron triunfando al inspirar las políticas económicas de Thatcher y Reagan, sus ideas monetarias, centradas en la emisión privada de dinero (dinero bancario), también fueron rechazadas por los políticos. Lo más desconcertante de estos grandes defensores austriacos del libre mercado, es que estaban proponiendo acabar con el libre mercado en el ámbito de la creación de dinero. ¿Por qué?. Porque estaban convencidos de que la creación de dinero respaldado por crédito desestabilizaba la economía y generaba crisis muy perjudiciales para el bienestar y la riqueza de los ciudadanos. Estaban y están en lo cierto, como demostrarán próximas crisis.

Los monetaristas de Chicago llegaron a la misma conclusión que los austriacos: el sistema monetario organizado en torno a la banca “creadora de dinero respaldado por crédito” era inestable y producía crisis desestabilizadoras. Pero los monetaristas fueron un paso más alláque los austriacos, y concretaron sus ideas en el Plan monetario de Chicago. Estábamos ya en la década de 1930 y los gobiernos occidentales buscaban una solución a la crisis de la Gran Depresión de 1929. Los monetaristas, conIrwing Fisher de interlocutor al frente, le ofrecieron a FranklinDelano Roosevelt el sistema monetario del Plan Chicago para superar la crisis, pero no fueron capaces de convencer al Presidente norteamericano. Viniendo de economistas defensores del libre mercado, resultaba chocante que todas las versiones del Plan otorgaran al Gobierno la competencia exclusiva en la creación de dinero (dinero gubernamental) y reservaran para el Banco Central el control exclusivo de la oferta monetaria (cantidad de dinero en circulación).

Probablemente las presiones políticas de los banqueros sobre el Presidente norteamericano, que de joven había trabajado en financieras de Wall Street superarona los argumentos técnicos de los monetaristas.Lo cierto es que el Presidente norteamericano del “New Deal” acabó apoyando las tesis keynesianas sobre la demanda agregada, el empleo, el precio del dinero y el papel del gasto público del Gobierno, y aparcó el Plan Chicago de los monetaristas.Pocos estudiosos de la economía son conscientes de la importancia de esta decisión del Presidente F.D. Roosevelt, una decisión política que dio el triunfo a las ideas keynesianas durante más de 40 años. Después de la segunda guerra mundial las economías occidentales entraron en los 30 años gloriosos del keynesianismo, añosque trajeron la produccióny el consumo masivos, la expansión del empleo y el gasto público,el crecimiento de los salarios y el polémico “Estado del Bienestar”.

Las cosas se complicaron cuando a mediados de la década de 1970 la inflación y el desempleo coincidieron en darle un revolcón a la economía capitalista de libre mercado. La crisis de “estancamiento con inflación”surgida cuando yo me encontraba en el ecuador de mis estudios de economía y el dictador Franco en sus últimos años de vida, dio a los monetaristas la oportunidad de propugnar sus recetas económicas en sustitución de las keynesianas.Con la crisis de los 70, la preocupación de los economistas viró hacia el control de la inflación sacrificando a este objetivo la inversión pública,el gasto público de la demanda agregada y la calidad del empleo. Los académicos españoles no me explicaron este viraje, probablemente porque ellos mismos lo desconocían, pero al inicio del siglo XXI lo descubrí por mi mismo analizando las consecuencias de las políticas del FMI y del Banco Mundial en las décadas de 1980 y 1990.

También descubrí que los políticos de la derecha habían aprovechado el momento político para ampliarel ámbito de las preocupaciones de los monetaristas poniendo en cuestión no sólo el tamaño del sector público, sino también la actividad económica del Estado y la política fiscal (recaudación de impuestos). Junto con las tesis keynesianas, la derecha política arrojó a la basura en la década de 1970 la política económica en la que yo había sido instruido, y durante 40 años hemos vivido y seguimos viviendo el libre mercado en estado puro y el crecimiento irracional de las finanzas. La política económica gubernamental, caso de existir, tenía y tiene un único objetivo: facilitar el funcionamiento del libre mercado sin importar sus fallos ni consecuencias.

Cuando los mecanismos keynesianos basados en el control del precio del dinero (tipo de interés) para regular los niveles de demanda agregada y de empleodemostraron su incapacidad para reactivar la economía azotada por el estancamiento con inflación, los políticos de la derecha ideológica, con Reagan y Thatcher a la cabeza, se volvieron definitivamente hacia los monetaristas. Para estos lo esencial era controlar la cantidad de dinero fabricado (oferta monetaria) para controlarasí los niveles de inflación.Con los políticos de su parte, los monetaristas se pusieron manos a la obra, pero pronto descubrieron que la oferta monetaria era más complicada de definir y controlar de lo que pensaban, algo que debían haber previsto habiendo sido los inventores del Plan Chicago. Este Plan constatótanto la resistencia de los políticos de los años 30 a su aceptación, como lo difícil que era que el sistema financiero privado renunciara a la facultad de crear de dinero de la nada y aumentar la oferta monetaria,una oferta que los monetaristas querían controlar atribuyendo al Estado el monopolio de la creación del dinero. ¡Precisamente ellos, defensores de la competencia y el libre mercado no querían libertad de mercado en la creación de dinero!.

Cuando los monetaristas comprobaron la resistencia de los políticosde derechas a monopolizar la creación del dinero, centraron sus esfuerzos en conseguir al menos que el Banco Central ya que no podía controlar la oferta monetaria, se independizara del Gobierno y controlara la inflación.A la ideología política de derechas le venía bien cualquier idea que debilitara el poder económico del Estado, y la idea de arrebatar al Estado el control sobre el Banco Centralera mucho más atractiva para los conservadores que la de arrebatar a la banca privada el control sobre la creación de dinero, así que los políticos de derechas apoyaron la pretensión de los monetaristas de reforzar la independencia del Banco Central. ¿Quién manipuló a quien en este juego?.Las cosas fueron despacio porque retirar a un Gobierno el control de su Banco Central era retirarle también el poder de crear dinero gubernamental a conveniencia, pero al final lo consiguieron. Hoy día los Bancos Centrales han escapado del poder de los Gobiernospara caer bajo el control del sistema financiero privado.Algunos economistas tratan de ocultar este hecho todo lo que pueden, y aunque esta es una de las claves de la crisis financiera de 2008, nunca lo reconocerán: El vigilante cayó y sigue en manos de los vigilados.

La Gran Crisis financiera de 2008 complicó de nuevo las cosas y avivó el viejo debate monetario entre keynesianos y monetaristas. Mientras debatían si lo relevante era el precio del dinero (tipo de interés) o la cantidad de dinero en circulación (oferta monetaria), el sistema financiero privado enloqueció fabricando todo el dinero bancario que le venía bien (crédito privado), mientras que los Gobiernos se quedaban sin la posibilidad de crear dinero gubernamental (déficit público). El desequilibrioentre dinero bancario y dinero gubernamental fue tal que se produjo la crisis de 2008 y la ruina de los mercados financieros. La clave de todo el tinglado es que los inversores se fían sólo del dinero gubernamental y lo necesitan para sus operaciones económicas. Cuando el desequilibrio entre dinero gubernamental y dinero bancariosupera ciertos límites, los mercados financieros colapsan y muchos inversores se arruinan.  Sucedió en 2008 y tardará en volver a suceder, pero sucederá de nuevo. Los economistas llaman a esta situación “problema de liquidez”, y deberían llamarlo “problema de confianza” ya que ahorradores e inversores ensituaciones de gran desequilibrio entre dinero bancario (activos financieros) y dinero gubernamental, sólo se fían de este último, considerando el dinero bancario un activo financiero más de entre los muchos existentes, y esa es la realidad pues según ya hemos explicado el dinero bancario se crea de la nada como dinero respaldado por un crédito. Esto no significa que el dinero gubernamental no se cree también de la nada, pero ese es otro debate.

En circunstanciasde desequilibrio extremo como en 2008,el dinero gubernamental tiene que acudir al rescate del dinero bancario a fin de salvar a ahorradores e inversores. Lo hace en forma de políticas de expansión cuantitativa (EQ) que es lo sucedido entre 2008 y 2014.En ese periodo, Ben Bernankey la Reserva Federal regaron varias veces los activos financieros con el helicóptero del dinero gubernamental. Ahora Janet Yallen tiene el reto de cortar el riego sin causar destrozos en la economía. El uso del “helicóptero del dinero” es lo que diferencia la política monetaria de la zona euro de la del dólar. Martin Wolf lo ha medido desde 1980. Ese año de cada 100 dólares, 94 eran dinero bancario y sólo 6 dinero gubernamental. En 1990, 93 dólares eran dinero bancario y sólo 7 dinero gubernamental. En el 2000, la oferta monetaria gubernamental se había expandido hasta 13 dólares de cada 100. Pero en 2008, cuando se produjo la Gran Crisis financiera, el dinero gubernamental se había reducido de nuevo a 10 dólares de cada 100, y el dinero bancario se había expandido a 90.A partir de 2008, llegó Ben Bernanke con su helicóptero y expandió el dinero gubernamental hasta 35 dólares de cada 100.Un porcentaje nunca visto en la época moderna. Por el contrario, entre 2008 y 2014 el Banco Central Europeo nunca regó los activos con el “helicóptero del dinero”. La Zona Euro optó por la “política de austeridad y el control del déficit público”. En esas estamos aún.

Para salir de la crisis, los políticos deben aprender no sólo de la crisis financiera de 1929 que puso en valor el papel del Estado como sujeto económico, sino también de la crisis económica de 1970, que puso en valor los peligros económicos de una inflación descontrolada. El futuro económico pasa por una alianza dekeynesianos y monetaristas. Los keynesianos tienen razón cuando alertan de las insuficiencias del libre mercado para hacer crecer la economía y el empleo, por lo que defienden el papel económico del Estado para incrementar el bienestar y la riqueza de los ciudadanos. Por su parte los monetaristas también tienen razón cuando alertan de los peligros económicos de una inflación descontrolada por lo que plantean la necesidad de establecer mecanismos de control de la inflación. Entre ellos limitar el poder de los agentes económicos (Estado y sistema financiero) para crear dinero de la nada, y dotar de independencia al Banco Central para controlar, con criterios técnicos, la creación de dinero y el volumen de la oferta monetaria (de nuevo un Plan Chicago o similar).

Necesitaremos políticos con esta visión integradora para salir de la crisis. Mientras tanto iremos dando tumbos de un lado para otro y de mal en peor hasta que una crisis financiera devastadora produzca los efectos catastróficos de una Gran Guerra global, arruinando a la mayor parte de la gente. Lamentablemente es a base de sufrimiento como la especie humana avanza.
José Ángel Suárez González.
Novellana, 28 de agosto de 2015.