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Martes 09 de Octubre de 2012 14:29

EDUCACION

Como prácticamente todos en nuestros países, he vivido en contacto con el sistema educativo desde muy pequeño y hasta una edad relativamente avanzada. Además, tuve la suerte de convivir con mi abuelo materno, Nicolás Escanilla, profesor numerario de la Escuela normal de maestros, autor de al menos un manual sobre pedagogía histórica, diversos artículos, un pequeño libro con obras de Lope de Vega adaptadas a los niños y una obra de teatro nunca publicada.

Ejerció conmigo una pedagogía tolerante, crítica y motivadora. Lástima que la enfermedad de Alzheimer, que padeció al final de su vida, no me dejara disfrutar de ella cuando más falta me hacía.

Mi abuelo sirvió a la República como director del grupo escolar de la inclusa de Madrid. Por ello, por haber permanecido leal a su gobierno legítimo, por estar afiliado al partido comunista y, pienso que sobre todo, por ser hermano del director de la “checa” de San Bernardo, Agapito Escanilla (quien escapó a Moscú), los sublevados le encarcelaron, le desterraron y le quitaron la cátedra y la dignidad de poder alimentar a su familia. Así que el que había sido número 1 de su promoción en la escuela superior de magisterio de Madrid se vio abocado a dar clases particulares en una academia. Todavía hoy, cuando oigo o leo el latinajo ese de “vae victis”, me viene a la cabeza la imagen de mi abuelo hundido en su sillón, envejecido y con la mirada perdida.

La vida quiso que en un momento dado me tocara a mi reparar mínimamente la injusticia: En los sótanos del Ministerio de educación se pudría en el olvido el expediente de rehabilitación de mi abuelo sin que nadie quisiera darle el empujoncito necesario. Ocurrió que en el curso 72/73 fui alumno de Cruz Martínez Esteruelas quien tenia una tertulia fuera de horas de clase con algunos de sus alumnos, entre ellos yo. Poco más tarde lo nombraron ministro, primero del Plan de Desarrollo y finalmente de Educación. Duro poco, pero lo bastante para que yo pudiera contarle lo de mi abuelo y gracias a la tenacidad de su secretario Gerardo Hernández, quien se lo tomó como algo personal, el expediente salió de la cueva, el ministro lo firmó y mi abuelo recuperó si no la cátedra (para eso era muy tarde) al menos una pensión para lo poco que le quedó de vida.

Martínez Esteruelas, quien se tenía a si mismo por progresista (al menos en el sentido de liberal y moderno) fue conocido sobre todo por cerrar la universidad de Valladolid, instaurar la prueba de Selectividad (que ningún gobierno posterior ha eliminado aunque haya tenido varias reformas) y sentarse en el consejo de ministros que dio el “enterado” a las ejecuciones de Puig Antich y Heinz Ches. Debo decir que era mejor persona de lo que todo eso da a entender.

La gran idea maestra de Martínez Esteruelas, que discutía con nosotros prácticamente cada vez que se reunía la tertulia a la que me refiero, era la necesidad casi absoluta de subir las tasas académicas. Nihil novi sub sole.

Razonaba Esteruelas que unas tasas académicas baratas cubren solo una parte del coste real de la educación. Por lo tanto el alumno se beneficia de un efecto de apalancamiento ya que paga, pongamos, 10 y recibe un servicio que vale, pongamos, 100. Comoquiera que no todos pueden pagar ni siquiera las tasas mas baratas, hay una discriminación a favor de los que pueden pagarlas que, para colmo, es pagada por todos. Suena lógico pero es una falacia:

En primer lugar, ¿Cuánto cuesta el servicio que un alumno recibe? Una respuesta fácil es decir que se suman todos los costes relacionados con la educación: Infraestructuras; sueldos de profesores; administración; material, etc. Y se divide por el número de alumnos. Pero esto no nos avanza gran cosa ya que se trata de un coste medio que variará en función del número de alumnos y un aula casi vacía en una materia muy especializada puede coexistir con otra llena en un primer curso de una materia generalista. En puridad, el primer alumno cuesta un pastón (y esta beneficiándose de un enorme apalancamiento) mientras que cualquier alumno N+1, sentado en el suelo de un gran anfiteatro, genera unos costes despreciables, inferiores incluso a lo que paga de matricula. Es el problema de los costes marginales decrecientes que trae de cabeza a los economistas ortodoxos y hace las delicias de las páginas web tipo “last minute.com”.

Por otra parte, las tasas académicas no son el único componente del coste de la enseñanza para el alumno: Alojamiento, transporte, mantenimiento, material, etc, son gastos anejos que incluso ahora que hay universidades un poco por todas partes siguen teniendo su importancia. Existe, sobre todo, el coste de oportunidad: Los ingresos que un joven deja de percibir por seguir estudiando y no entrar en el mercado laboral. Es algo muy variable: Durante la burbuja inmobiliaria, el coste de oportunidad era tan alto que grandes masas de jóvenes dejaron los estudios antes incluso de terminar el bachillerato. Ahora, sin embargo, es difícil pensar que las alternativas al estudio sean muchas. En cualquier caso, incluso tomando en cuenta los costes medios, hay que relativizar el concepto de apalancamiento, que puede ser alto en algunas épocas y moderado en otras. Quizás más alto cuando más se necesita que la gente estudie.

Aún admitiendo que la demanda de educación tiene una cierta rigidez (el personal está dispuesto a hacer sacrificios para que sus hijos estudien) está claro que a medida que las tasas suban algunos tendrán que renunciar a los estudios y el numero de alumnos disminuirá. Comoquiera que los costes globales tardarán en adaptarse (jubilación de profesores, reafectación del uso de edificios, etc), los costes medios subirán por lo que el efecto de apalancamiento (admitiendo que se pueda calcular) se mantendrá intacto pero se dará la paradoja que, como los beneficiarios de ese efecto son menos numerosos, la “injusticia” que quería remediar Esteruelas se intensificará.

Ahora que los estudiantes vuelven a salir a la calle a defender su derecho a unos estudios de calidad accesibles a todos los que tengan ganas y capacidad para cursarlos, no está de más recordar estas viejas discusiones que demuestran que la subida de las tasas académicas no tiene ningún fundamento económico, ni de justicia social o fiscal. Son sólo un capitulo más del desmantelamiento del Estado del Bienestar que se está llevando a cabo de forma tan concienzuda como corta de miras: Recaudar un poquito más en tasas no resolverá el problema del déficit pero dejará a muchos jóvenes sin alternativa al paro y deteriorará la calidad de nuestro capital humano cuando más se necesite. Ni un ministro de Franco lo habría hecho peor.

Jueves 04 de Octubre de 2012 09:10

MARINALEDA

Hay veranos que no necesitan serpientes para mantenernos en vilo. El que acaba de terminarse con las primeras tormentas del equinoccio nos ha obsequiado, de la montaña rusa de la prima de riesgo a las caricaturas de Mahoma, con una colección de estampas digna de los periodos más depresivos de Goya, incluyendo la más que probable confirmación de la salvajada de un hombre que quema a sus dos hijos hasta el ADN. ¿De verdad que aprendió esas técnicas en el ejército español? No deja de ser inquietante.

 

Pero si hay algo que merezca ser destacado en este verano de calor y declaraciones inútiles es la asombrosa sensación de flash back que supone haber tenido durante varias semanas en primer plano de la tele a José Manuel Sánchez Gordillo, eterno  alcalde de  Marinaleda, mostrándonos la imagen que hubieran tenido Cristo o el Ché Guevara de haber sobrevivido tanto como él.

 

¿Qué ha pasado para que estemos reviviendo escenas de hace 30 años? ¿porqué vuelven a primer plano ocupaciones y asaltos a supermercados?:

 

En algunas costas existen formaciones rocosas de escasa altura que solo se hacen visibles cuando baja la marea, de forma que el paisaje puede cambiar radicalmente de un momento a otro: de bronco e irregular a placido y calmado o viceversa.

 

Algo así ha pasado en nuestra historia reciente: Marinaleda, y todo lo que significa, no desapareció del primer plano porque su doctrina de la autogestión, su lucha radical pero incruenta, fueran inadecuadas o pasos en falso. Marinaleda se eclipsó simplemente porque la marea de progreso, libertad y bienestar económico, conseguida por medios diferentes, ni mejores ni peores, hizo que desapareciera de nuestras preocupaciones e intereses.

 

Ahora que la marea baja y el islote vuelve a emerger, nos damos cuenta de que Marinaleda siempre estuvo ahí. Adaptada al modelo general, por supuesto. No hay más que entrar en su página web para ver que, retórica aparte, ha tenido una evolución similar a la de muchos otros pueblos españoles: Mejora de las infraestructuras, servicios de calidad, cobertura social, etc.  El plus, lo que hace que ahora miremos hacia allí, es que han mantenido, al ralentí pero en funcionamiento, el concepto de combate social.

 

La pregunta clave es ¿Se debe esto simplemente a la personalidad de su alcalde? Es probable que el carácter de Sánchez Gordillo haya contagiado a muchos de sus convecinos, pero no parece que haya habido un relevo generacional y, desgraciadamente, ese parece haber sido el paradigma en toda la izquierda, radical o moderada.

 

En la que es probablemente la mejor película sobre las aventuras del Barón De Munchausen (T. Guilliam 1988), el barón, ya anciano, tiene que volver a las aventuras con sus decrépitos compañeros para salvar la ciudad. No es la única vez que el cine ha tratado la historia de viejos héroes obligados a retomar el servicio activo (la mejor, sin duda, Unforgiven, de Clint Eastwood, 1992,  que demuestra que se puede ser buen cineasta siendo mal político). Pero la vida no debería parecerse al arte.

 

Durante años, en organizaciones sindicales y políticas se ha impuesto la consigna de renovación a todo precio, de forma que generaciones enteras de "viejas guardias" han salido de los aparatos burocráticos de unos y otras. Quizás con razón, pero ese movimiento no ha generado ni un sólo líder nuevo con suficiente carisma para hacer frente a la que está cayendo.

 

Así que no ha dejado de ser un poco deprimente poner el telediario y que sea este Robin Hood de olivar, con la barba encanecida, el único al que veamos plantarse ante el sistema

Jueves 20 de Septiembre de 2012 10:51

Nadie debería morir en la cárcel

Cuando los antiguos egipcios morían, al menos los que tenían medios para hacerse embalsamar, se presentaban ante Osiris quien ponía en un platillo de una balanza el corazón del difunto y en el otro una pluma. Sólo si ésta lograba vencer el peso del corazón lastrado con todos sus pecados el difunto era admitido al más allá. Un más allá más aburrido que el paraíso de los musulmanes y menos relajante que el cielo de los cristianos pero más allá al fin y al cabo.

Si algún día hubiera que buscar con urgencia una pluma blanca para salvar el alma del presidente Rajoy yo traería a colación esta pequeña frase, tan breve como redonda, pronunciada en el fragor de la batalla mediática a propósito de la excarcelación, por motivos de salud, del etarra Bolinaga: “Nadie debería morir en la cárcel”.

Creo que fue sincero. Para un hombre acostumbrado a tratar de escurrirse entre las rendijas de los problemas, esta vez lo dijo claro y, visto lo que le estaba cayendo desde su propio bando, con un valor que raras veces se le supone: No es Salmerón, dimitiendo para no firmar unas condenas a muerte, pero algo es algo.

Creo que en alguna ocasión ya he manifestado mi opinión sobre el clima actual de tendencia generalizada al endurecimiento de las penas (¡que se pudran en la cárcel!) y la sobreactuación de las víctimas, así que me detendré en el aspecto ideológico de la cosa.

Tenemos tendencia a ser comprensivos con los que consideramos “los nuestros” y duros con los otros. Es relativamente normal. Los que para unos son libertadores para otros son terroristas, desde Espartaco hasta el Vietcong pasando por el Empecinado.

Pero es un error. Si nos empeñamos en ver los crímenes bajo el prisma de nuestra ideología (vale lo mismo si se trata de nacionalismo, de clases sociales o incluso machismo vs igualitarismo) admitimos implícitamente que un mismo crimen puede ser execrable para unos y disculpable para otros. También contaminaremos todos los procesos relacionados con ese crimen, desde la persecución policial hasta la forma de cumplir la condena y todos los mecanismos que el Estado de derecho ha puesto en marcha para asegurar un tratamiento imparcial y garantista de la justicia penal se vendrán abajo. ¿Cómo extrañarse de que algunos digan que Guantánamo es un balneario?

El necesario proceso de normalización en el País Vasco después de los años de plomo de ETA pasa también por una normalización de los presos. Mantener abierto un conflicto sobre “privilegios carcelarios” no sirve más que para dar excusas a que no se cierren otros. De alguna manera, y sé que esto puede levantar alguna roncha, hay que convertirlos en presos “comunes”. Insistir en que son diferentes, aunque sea para tratarlos con más rigor, no es sino confortarlos en su status de gudaris mártires de la causa.

Pero hay más: La ideología no puede permear el tratamiento penal de los criminales sin riesgo de criminalizar la ideología y eso, en democracia, es inaceptable: Renunciando a comportamientos criminales para obtener sus fines, cada uno puede pensar lo que quiera.

Un secuestro es un crimen, un asesinato también y, por cierto, una estafa también. Los que cometen esos actos son criminales y como tales hay que tratarlos sin buscar otras agravantes o atenuantes que las que permite la técnica procesal penal. El Estado ha logrado imponerse a ETA cuando no se ha apartado ni un ápice del derecho, no porque tuviera o no unos buenos servicios de policía, que algo hace, sino porque así se ha cargado de legitimidad.

En un Estado moderno los objetivos del sistema penal son la rehabilitación y la reinserción, pero nadie puede rehabilitarse ni reinsertarse si muere en la cárcel.

Por eso le agradezco a l presidente esa frase y espero que sea consecuente con ella.

Miércoles 11 de Julio de 2012 15:20

MINEROS

Ya están en Madrid. Es imposible no sentir cierta emoción al verlos. Cómo si los personajes del cuadro de Pelliza da Volpedo, menos amanerados eso si,  hubieran cobrado vida de repente, igual que al inicio de Novecento. Han desbordado por Navacerrada y Guadarrama en una invasión decidida pero tranquila, con un puntito de romería, de peregrinación a la Meca – Moncloa a venerar, sino la piedra negra, al menos la llave USB donde se guardan los presupuestos generales del estado, único bálsamo posible para sus dolencias.

 

Hemos visto primeros planos de sus pies caminando, de sus caras negras de hollín, de sus lanzacohetes, más espectaculares que efectivos. ¡Ay! aquellos tirachinas con bolas de acero que usaban los de la Euskalduna…

 

Hemos oído sus voces cantando el "mira maruxiña" con la misma determinación que sus bisabuelos en el 34 y sus abuelos en el 62 y desafinando con el mismo entusiasmo con que lo han hecho tantos progres de taberna desde entonces.

 

Hemos oído también a los mismos cantamañanas de siempre (quizás con otros nombres y apellidos pero al cabo los mismos) explicarnos doctamente que la minería no tiene futuro porque es un sector obsoleto/maduro/marginal (que cada uno escoja su adjetivo). Y que mantener esos sectores con subvenciones es antieconómico porque retiene factores productivos que deben liberarse para ser empleados en actividades de mayor valor añadido. Alguno dirá lo de la “destrucción creativa” y bla, bla, bla.  Por cierto, no dicen lo mismo cuando de lo que se trata es de mantener artificialmente bancos quebrados.

 

Pero no estamos hablando de economía, ni del desplazamiento de unos sectores productivos por otros nuevos, ni de desarrollo económico.

 

Estamos hablando de seres humanos. De este capitalismo de "usar y tirar" que por mucho que quieran disfrazarlo con términos como adaptabilidad, flexiseguridad, "long life learning" y cosas así, implica, para la mayoría de los trabajadores, quedarse en la cuneta cuando el sector en que trabajan deja de ser rentable en esa caza desenfrenada a la plusvalía en que se han convertido los sistemas económicos modernos. Si a uno lo tiran por la borda en época de bonanza la cosa puede saldarse con una prejubilación aceptable, como ocurrió en el sector en los 80.

 

Pero en tiempo de crisis el panorama puede ser muy negro. Entonces te encuentras con que el sistema de protección social, parte integrante de lo que llamamos Estado del bienestar, que debía estar ahí precisamente para hacer frente a estas situaciones, ha desparecido. Paradójicamente, es lo primero que nos han desmantelado. Es como si te compras un coche con airbag y cuando tienes un accidente, no se infla.

 

Dicen que, antiguamente, los mineros entraban en las minas con un canario para detectar, de una forma cruel y rudimentaria, la presencia de monóxido de carbono. Estos mineros, entrando hoy en la Puerta del Sol con el mismo arrojo con que bajan a las entrañas de la tierra, son el canario de toda la sociedad española. El test de la solidaridad que este gobierno es capaz de tener con los ya incontables náufragos de esta crisis. Si dejan de cantar, aunque sea desafinando, es que la cosa se va a poner muy, muy fea.

Domingo 01 de Julio de 2012 08:32

SEXO Y REPRODUCCION

Desde hace un par de años vengo publicando con ritmo un poco desigual mi blog "jaula de grillos" a la atención de un grupo de amigos y familiares que me permiten desahogar con ellos mis pretensiones literarias.

Como el alcance es un poco limitado (de sesenta a cien visitas por post con un pico en las doscientas que alcanzó "la noche triste del PSOE", tras la derrota electoral de este partido) no he podido menos que sentirme encandilado con la idea que, casi simultáneamente,  me ha sido sugerida por dos buenas amigas y me he lanzado a pedir cuartelillo en la revista "administración digital" con la que me unen mi pertenencia a la función publica y mi pasión por el bla, bla  bla.

Me han acogido con los brazos abiertos en un gesto que nunca olvidaré (y que me asusta un poco, por la responsabilidad añadida). Así que parece que a "Jaula de grillos" le ha llegado, si no la edad de la razón, al menos la de reproducirse.

Hasta que los biólogos metieron sus narices en el asunto, en el mundo había dos formas de conseguirlo: la reproducción sexuada y la asexuada. Ahora tenemos también la clonación que, básicamente es como esta última sólo que con intervención de unos señores con mascarillas.

Vaya por delante que, a pesar de las complicaciones conocidas, prefiero el sexo. No sólo porque, como se dice habitualmente, "se conoce gente", sino también porque los darwinistas nos han demostrado que la recombinación de los genes en las sucesivas generaciones, unida a la supervivencia de los más aptos, es la mejor forma de garantizar una evolución que adapte las especies a un medio siempre cambiante. Además, también está el lado divertido de la cosa. ¿Quién conoce a alguien que quiera terminar una noche de juerga con una división celular?

Ello no me impide sentir una vaga fascinación por la mitosis, por su empeño en mantener las cosas, la vida, sin cambio, por el vértigo de la eternidad inmutable, por esa nostalgia del reino mineral tan cercana al pensamiento de muchos de nuestros conservadores: Que nada cambie, y si algo lo hace, que sea para que todo siga igual. Una parte oscura de nuestra memoria de ameba que hace, por ejemplo, que nos empeñemos vanamente en que nuestros hijos sean iguales a nosotros.

Pienso que esta primera excursión de "Jaula de grillos" fuera de sus fronteras naturales tiene que ser un ten con ten de ambas posibilidades. Sería una irresponsabilidad intentar una reestructuración cromosómica completa (ni siquiera sabría como hacerlo), así que empezaremos con una simple clonación. El tiempo dirá si finalmente hay que adaptarse y no hay más remedio que cortar el cordón umbilical.

Para aquellos lectores nuevos que sientan curiosidad por el estilo, los temas tratados hasta ahora y el ángulo desde el que se abordan, propongo una visita (no guiada) a los viejos post que pueden encontrarse en: http://mijaula.wordpress.com/

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