En cualquier país serio, el incidente de Esperanza Aguirre con los policías municipales (o agentes de movilidad, según quien lo cuente) no habría merecido más que unas líneas en las páginas de sucesos del día siguiente.
En el nuestro, el debate político se enmascara y se esconde en este tipo de chorradas porque no es políticamente correcto que se reconozca a las claras que en el seno del PP de Madrid hay una lucha sorda por el poder entre sus dos damas principales: Ana Botella y Esperanza Aguirre.
Después de todo es un incidente banal: La Aguirre hizo algo que hacen a diario muchos madrileños: aparcar donde pueden cuando se les obliga a dar cien vueltas para gestiones que consumen apenas unos minutos cómo comprar el periódico, ir al cajero o dar un recado rápido en un portal o en una tienda.
No creo que los agentes tuvieran intenciones especialmente animosas contra ella. A lo sumo comprendo que, al comprobar la pieza que habían cazado, quisieran regodearse un poquito. Es humano.
A partir de ahí los acelerones, las embestidas y las persecuciones dignas de un guion cinematográfico son semilla para el cotilleo y las declaraciones solemnes y ahuecadas del tipo: La ley es igual para todos. Cómo si no fuera obvio. Cómo si importara.
Lo que importa es que el PP de Madrid, y por ende el nacional, tiene un buen dilema: Parece claro que Ana Botella no puede ganar la alcaldía y que sin la alcaldía no se puede ni soñar en ganar la Comunidad. ¿Puede hacerlo Esperanza Aguirre? Es más difícil de saber. Yo no pienso que este incidente le perjudique mucho ya que su gesto es bastante consistente con su imagen habitual de mujer echada p’alante, algo chulesca y sin pelos en la lengua. Hay una parte del electorado de derechas que es así. Y, por otra parte, muchos automovilistas que circulan por Madrid han tenido en alguna ocasión ganas de decirle a un guardia exactamente lo mismo que ella: oiga mire, si me tiene que poner una multa póngamela pero, por favor, no me sermonee, que deje la catequesis hace años.
Porque lo más surrealista de todo esto es que izquierdas y derechas hayan descubierto de repente que tenemos una policía municipal magnífica y que por Madrid se circula perfectamente y sin ningún problema gracias a ellos que, por supuesto, no están ahí para recaudar.
Supongo que si, finalmente Esperanza Aguirre es la candidata a la alcaldía, será la candidata Fittipaldi.