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Lunes 13 de Noviembre de 2017 18:28

MIS PRIMEROS PASOS EN LA ADMINISTRACIÓN.

por Juan Alarcón Montoya
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Cuando terminó la oposición iniciamos el curso selectivo en Alcalá de Henares, donde durante nueve meses nos dieron formación diaria en distintas materias relacionadas con nuestro futuro ejercicio profesional por parte de un elenco de profesores tales como Francisco Ansón Oliart y Julián Mesa, que nos dieron Psicología Social; Informática, por Juan José Scala Estalella y Emilio Sánchez González; Estadística, por Vicente Jiménez Díaz; Administración de Personal por Vicente González Guisado; Procedimiento Administrativo, por Ricardo Pellón Rivero; Gestión Financiera, por Ceferino Argüello Reguera; Dirección Administrativa, por Luis Blanco de Tella; Economía, por José Espí, Jesús González, Enrique Barón Crespo, Carlos Lerena, Javier Irastorza, Laureano Lázaro,….

En la Escuela, dirigida por Andrés de la Olíva y con Miguel Angel Arroyo de jefe de estudios protagonice un incidente en el que intervino Ramón García Mena quien era Gerente de la misma. Estabamos en un descanso de las clases e hice una pelota con papeles y me puse a jugar al futbol en los pasillos con mis compañeros, cuando apareció Ramón García Mena que me miró con severidad pero yo hice caso omiso y seguí jugando como si tal cosa, después me enteré que el Reglamento de la Escuela calificaba ese acto como falta muy grave por lo que pudo tener trascendencia, pero al final afortunadamente no la tuvo.

Hicimos un viaje de estudios a Melilla con Gonzalo Puebla como responsable y allí el Secretario General del Gobierno de Melilla Francisco Avanzini ordenó cerrar todos los locales públicos, conforme nosotros hacíamos el recorrido nocturno de la ciudad, al parecer para evitarnos riesgos.

Asimismo como Prácticas teníamos que ir por grupos a una provincia y conocer la administración de esa provincia, durante una semana y a mí me tocó con Javier Pascual Casado, Jose Miguel García Eiranova y Victoriano Martínez Sánchez y así nos presentamos en el Gobierno Civil de Sevilla al Secretario General que era el todopoderoso Mario López, padre de Pina López Gay, que nos recibió y quiso ponernos a trabajar pero yo le sugerí que más bien debíamos conocer toda la administración periférica y para ello era mejor que tuviésemos libertad de movimientos. Así se acordó y al final hicimos un informe con la documentación que nos facilitaron las distintas delegaciones y direcciones provinciales, pero aprovechamos el tiempo libre disponible para hacer turismo y conocer Andalucía. De esta estancia recuerdo con especial agrado la visita a Itàlica, yacimiento situado en Santiponce y especialmente la mesa que nos pusieron a la entrada al mismo para tomar gambas de Huelva y en la que participaron don Mario y alguna de sus hijas, no creo que Pina.

Durante el curso, uno de los compañeros, José María Goizueta fue nombrado por Cruz Martínez Esteruelas, el Ministro de Planificación del Desarrollo, Subdirector General en ese ministerio, con lo que tuvo que dejar de asistir a las clases. Al parecer, había sido su preparador de oposiciones al Cuerpo de Abogados del Estado y ambos pertenecían al establisment, ya que José María terminaría jubilándose como Gerente del Centro de Estudios Económicos, donde prácticamente estuvo desde que dejó el trabajo en la Administración.

Al finalizar el curso, quisieron hacer que fuese selectivo pero nos plantamos y nos negamos a que lo fuera, máxime con el precedente anterior.

En junio nos dieron las plazas vacantes que los Ministerios nos ofrecían y yo pensé en solicitar la vacante de Secretario provincial de Agricultura en Albacete, lo que suponía acercarme a Murcia. Pero el Jefe de Sección de Personal del Ministerio me dijo que si pedía ese destino me olvidara de volver a Madrid en un año como yo pretendía, ya que una vez ocupado el puesto no me soltarían tan fácilmente. Yo, que me planteaba ocupar ese puesto para tener un conocimiento de la realidad de la gestión administrativa desde abajo, al conocer esta circunstancia descarté pedirlo y solicité una Jefatura de Negociado, nivel 14, en la Secretaría General Técnica del Ministerio de Agricultura, puesto que me adjudicaron, y lógicamente con ello, permanecí en Madrid.

Siempre he pensado que las circunstancías te condicionan la vida y que si hubiese ido a ocupar ese puesto en Albacete, habría terminado en Murcia o casado con la hija de un terrateniente de Albacete y mi vida habría sido otra. Pero eso nunca se sabe.

Así pues, me incorporé a mi puesto de Jefe de Negociado de Informes y Dictámenes en la Secretaría General Técnica del Ministerio de Agricultura y volví a depender de Paco y José María Peña, que ya habían sido mis jefes en mi periodo anterior de contratado e igualmente me reencontré con mis compañeros TAC: Adolfo Hernández Lafuente, Mariano Aguilar Benítez de Lugo, Eva Blanco Medio, Angeles Fernández Simón y con el interino Juan Antonio Richard Chacón, que había sacado las oposiciones en la siguiente convocatoria y se tenía que incorporar a hacer el curso en Alcalá.

En ese puesto permanecí hasta principios de 1975 y en él habría seguido de no haberse producido la oferta del Jefe del Servicio de Recursos del Ministerio, Froilán Crespo, que me planteó la necesidad de que ocupara una vacante de Jefe de Sección en Recursos para que le ayudara a llevar el Servicio ya que él era abogado en ejercicio y tenía mucho trabajo. Me resistí a ello y el día que finalizaba el plazo para el concurso me convenció diciendo que el puesto era para mí. Pasó un mes y cuando le pregunté que pasaba me dijo que el Subsecretario había decidido darselo a otro compañero que tenía que dejar el Mº de Trabajo. Me enfurecí y le dije que los TAC no mandaban nada en el Ministerio de Agricultura y que me iría a la menor oportunidad y no volvería mientras mandasen los Ingenieros y los Veterinarios.

Al cabo de un mes me llamó Juan Junquera González, Subdirector de Función Pública, que era primo hermano de D. Rodrigo Fernández-Carvajal González, y me dijo que en Función Pública, en la Subdirección de Cuerpos Interministeriales había una vacante y que me pedía la ocupara. Fuí a Ferraz a la sede de la Subdirección y me entrevisté con Alfonso Soriano Benítez de Lugo, el tinerfeño que la desempeñaba, y estando con él apareció el sevillano Manuel Alvarez Fuentes, que me conocía de los pasillos de la oposición y dijo que qué hacía allí, le contesté que me había enviado Junquera para ocupar una Sección vacante. A lo que vociferó que la acababa de cubrir y que Junquera se metiera en sus cosas. Yo regresé a Velázquez a ver a Junquera y contarle lo sucedido y este lo lamentó y se disculpó.

A principios de 1975, me llamó de nuevo Juan Junquera para decirme que de la Dirección General de Promoción del Sáhara le habían pedido un jurista para defender ante el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya el proceso de descolonización que España había iniciado de ese territorio. Yo le contesté que el puesto me agradaba pero que para representar adecuadamente a España debía tener como mínimo un nivel 26. A lo que me contestó que le parecía bien, que lo planteara.

Al día siguiente fuí a Castellana, 5, el palacete en el que tenía la sede la Dirección General de Promoción del Sáhara, a entrevistarme con su Director el Coronel de Infantería Eduardo Blanco Rodriguez, que antes había sido Jefe de los Servicios de Información de Presidencia y Director General de Seguridad con Camilo Alonso Vega de Ministro de la Gobernación. Me recibió en su despacho y me propuso el puesto y yo le dije que de acuerdo pero con nivel 26. El me dijo que en unos días me daría su respuesta.

Efectivamente, me llamó y me dijo que iba a ocupar el puesto de Jefe del Gabinete Técnico de la Dirección General, nivel 26, el tercer puesto en la linea jerárquica y que me iba ocupar de los aspectos juridico-legales de la Dirección dependiendo del Secretario General : un magistrado llamado Enrique Ruiz Gómez de Bonilla.

Con ello dejaba el Ministerio de Agricultura, al que nunca he vuelto, y lo hacía pasando de un 14, Jefatura de Negociado, a un 26 Jefe de Servicio, y eso a los 7 meses de ingresar como funcionario.

 

Juan Alarcón Montoya

Juan Alarcón Montoya

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