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Lunes 04 de Marzo de 2013 17:02

EL JUEGO DE MARIENBAD

por Juan Pedro Escanilla
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En las largas tardes de aburridas clases en el Ramiro, mi compañero de pupitre y yo matábamos el tiempo con juegos discretos, de los que se juegan con papel y lápiz y en silencio: el ahorcado, por supuesto, y también a ir creando, e intentando cerrar antes que el otro, cuadritos en los cuadernos de mates.  También jugábamos a un juego que consiste en tachar rayas de unas filas establecidas según una estructura particular, generalmente número impar de rayas en cada fila, pero siempre con una sola raya en la primera fila. También se podía jugar con palillos, como en la película de Alain Resnais, pero era más arriesgado, sobre todo en clase de filosofía cuyo titular, un cura a quien llamábamos cariñosamente “el cuervo”, solía dar la lección paseando entre los bancos.

 

Se jugaba tachando rayas hasta que solo quedaba una, de forma que el que tenía que tachar la última perdía y, aunque era un juego relativamente simple, dejaba traslucir el temperamento de cada uno en su manera de jugar: los timoratos avanzaban rayita a rayita; los impetuosos arrasaban con todo lo que permitían las reglas en una jugada; los reflexivos se pasaban las horas muertas pensando que tachar y los nerviosos dando codazos a esto últimos para que arrearan.

 

En el extraño juego de esgrima en el que se están enfrentado una desorganizada plana mayor del PP y ese amigo al que nadie puede nombrar, esta quedando bastante claro quien es el que los tiene bien puestos: Luis Bárcenas está tomando la iniciativa constantemente y a cada paso que da destroza las explicaciones más o menos confusas esgrimidas por el PP, obligándole a dar una nueva versión que, prácticamente de forma inmediata, es de nuevo desmentida.

 

Está claro que este hombre, de quien se conocen cuentas en el extranjero por valor de al menos 22 millones de euros y cuya procedencia no está aclarada, podría estar tomando el sol y caipiriñas en un paraíso fiscal o al menos en un país sin extradición posible. Sin más preocupaciones.

 

Si en lugar de eso permanece en Madrid, frecuenta un despacho, recibe un sueldo (o un finiquito diferido), se enfrenta a una imputación por varios delitos, pierde papeles manuscritos y se pelea por un despido improcedente, es que hay algo mucho más importante que se nos está ocultando.  Al menos de momento.

 

No sé cuántas filas de palitos hay en este juego (no sé si lo sabe nadie) pero es seguro que alguien en Génova tiene en este momento la misma cara que pone el que ve que quedan sólo tres palillos en filas distintas y que, coja el que coja, se comerá el marrón.

Ultima modificacion el Lunes 04 de Marzo de 2013 17:21
Juan Pedro Escanilla

Juan Pedro Escanilla

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