En esta entrada tras analizar una última pieza de 4 Reales de Toledo de Felipe IV, pasamos al estudio de cuatro piezas de 4 Reales de Madrid, una de ellas de Felipe III y tres de Felipe IV, una de ellas perteneciente al año 1621, lo que nos exigirá el examen detenido de numeral del rey para encuadrarlo en uno u otro reinado, y las otras dos comprendidas en la década de los treinta del siglo XVII, periodo en que las acuñaciones en plata en Madrid son mínimas, por lo que el número de ejemplares supervivientes es muy escoso, especialmente con los datos suficientes del año, Ceca y/ o Ensayador, tal que permitan su correcta identificación.
Por tanto, a lo largo de estas 8 primeras entradas dedicadas al análisis de las emisiones de los 4 Reales Macuquinos de Felipe II, Felipe III y Felipe IV efectuadas en las Cecas de Sevilla, Toledo y Madrid ya hemos podido contrastar la escala de precios aplicable a los ejemplares mas usuales de piezas de 4 Reales Macuquinas peninsulares acuñadas en un periodo 1589-1666, consistente en valorar a 100€ los ejemplares en grado VG, 200€ en grado F, 400€ en grado VF y 800€ en grado XF. En efecto, es sorprendente el elevadísimo de ejemplares cuyos valores en un determinado grado de conservación son los mismos, con independencia de que cada valor sea necesario modularlo posteriormente en función de las características concretas de cada ejemplar, como legibilidad de los datos identificativos, sobreimpresiones, defectos de acuñación, tamaño del módulo, centraje o pátina, para llegar al que se considera como precio de mercado. De 35 ejemplares estudiados en estas primeras 7 entradas, en 27 se considera que sus valores se ajustan a los recogidos en esta escala según sus grados de conservación y en 8 se considera que no se ajusta, por lo que sus valores a igualdad de conservación han de multiplicarse por 2 al considerar a 5 de estas piezas como raras, y por 4 al considerarse a 3 de estas piezas como muy raras.
Dada la procedencia de estas piezas, de colecciones muy diversas, en una primera aproximación podemos considerar que esta mismas proporciones, 75% de piezas corrientes, 15% de monedas raras y 10% de muy raras, no son muy distintas de las que puedan darse entre el total de los ejemplares supervivientes de 4 Reales acuñados en esta tres Cecas: Sevilla, Toledo y Madrid, entre 1589 y 1648. Ésto nos hace ver que la visibilidad de los datos identificativos y la conservación son elementos mucho mas determinantes en las formación de los precios de mercado, que la rareza de una Ceca, de un Ensayador o de una Ceca dentro de estas tres.
Efectivamente en cuanto a la variación de precio por conservación ya nos encontramos con un intervalo de 1 a 8 desde una pieza en grado VG, mínimo en el que suelen encontrarse este tipo de piezas y una pieza en estado XF que raramente se excede en los 4 Reales Macuquinos. También respecto a la variación de precio de acuerdo con la visibilidad de los datos identificativos, las diferencias son mucho mas significativas que la variaciones que puedan ser producto de las diferencias de rareza.
Así, como ya hemos manifestado en anteriores entradas, los diferentes extremos en cuanto a visibilidad de datos, serán entre una pieza de la que pueda establecerse su Ceca, Ensayador y año de emisión por observación directa de todos estos datos sobre la superficie de la moneda, y de otra pieza en la que la no visibilidad de algunos de estos datos (muy frecuentemente el último dígito de la fecha) impide realizar esta atribución con seguridad. En este caso, nuestra opinión es que la diferencia de precio, al igualdad del resto de características, es de 1 a 9 de acuerdo con la realidad del mercado.
Entre ambos extremos, en cuanto a la legibilidad de datos identificativos tenemos aquellas piezas en las que sí podemos establecer con un margen razonable de seguridad cuál es su Ceca, Ensayador y año de emisión, en base a otras características, como el arte empleado en su acuñación o el conocimiento de una única Ceca, Ensayador o año en que esta moneda a la que le falta algunos de estos datos, pudo ser producida. En este caso, del cuál obviamente resulta difícil establecer sus límites, estimamos que la diferencia de precio entre esta moneda y otra en la que todos sus datos de identificación san legibles, puede oscilar de 1 a 3. Como vimos en los dos casos anteriores, la diferencia de precio respecto a conservación (1 a 8) o a legibilidad (1 a 9) siempre prevalece respecto a la diferencia de rareza (1 a 4) en el caso de este tipo de piezas.
Es por ello que para la determinación del precio de una Macuquina resulta esencial definir cuando establecemos su precio, no solo para qué grado de conservación le estamos estimando, sino también, y esto es mas importante aún para qué combinación de legibilidad de datos, evaluamos su precio. Es decir que el papel de la legibilidad representa un rol no muy distinto de que representa la pátina en la determinación del precio de un Sestercio determinado, siendo incluso mas decisivo ya que aquí hablamos de diferencias de 1 a 9 en lugar de 1 a 4.
En nuestro volumen sobre el Valor de los Sestercios, establecíamos precios base para la pieza mas común de cada emperador, con una pátina que llamábamos intermedia, tipo de pátina que definíamos en qué consistía para nosotros. En este caso, la visibilidad media de datos identificativos sería aquella que permita establecer sin ambigüedad a qué Ceca, Ensayador y año corresponden, aunque alguno de estos datos no sea visible. Esta visibilidad comprende en la mayoría de los casos la de los 2 últimos dígitos de la fecha aunque uno de ellos podría estar poco definido, y al menos, uno de los otros dos datos, la Ceca o el Ensayador.
A este tipo de visibilidad es a la que nos estamos refiriendo cuando utilizamos la escala de precios de 100€ en VG a 800€ en XF para las piezas corrientes de 4 Reales Macuquinos. Visibilidades inferiores tendrían precios inferiores, llegando a un tercio de este valor, cuando la visibilidad no permita en absoluto la identificación, mientras que visibilidades mas altas aumentan el valor, llegando al caso extremo de multiplicarlo por tres, cuando la visibilidad de los datos es total, alcanzando incluso al numeral del rey y a la expresión del valor de la denominación.
Estas consideraciones, pueden parecer obviedades para un coleccionista o comerciante con amplia experiencia en el campo de las Macuquinas, pero a alguien que comienza a adquirirlas, sin duda le supondrán una ayuda para no incurrir en errores de bulto a la hora de interpretar los precios señalados en los catálogos, algunos de los cuales se referirán al tema de la legibilidad con expresiones tan difíciles de interpretar como “ el precio de las monedas Macuquinas depende de la legibilidad de sus datos “ o el hecho de difícil explicación como que la publicación de la edición de 2002 del KRAUSE, especializada en moneda iberoamericana, nos indique que el precio de un 8 Reales de Potosí del periodo 1622 a 1649 varía solo en un 30% dependiendo de que la fecha se encuentre dentro o fuera del cospel, cuando de todos es conocido el hecho de la gran dificultad de encontrar piezas de Potosí de este periodo, con la fecha sencillamente, interpretable.
FIGURA 67.1
Por todo ello, en las tres próximas entradas trataremos de proporcionar datos adicionales que nos ayuden a interpretar las indicaciones de precios de las ediciones de 1981, 1988, 1994 y 2008 de CALICÓ, las de 1976, 1980 y 1988 de CAYON, así como las de PELLICER 1971 y KRAUSE 2002 de Moneda Iberoamericana. Estas consideraciones estarán dirigidas especialmente a las monedas de 4 Reales Macuquinas a la que hasta ahora nos estamos refiriendo. Muchas de nuestras opiniones serán también aplicables a las Macuquinas de denominaciones menores, así como a las de 8 Reales, aunque en este último caso procederemos a realizar el análisis de las estimaciones de precios, ejemplar a ejemplar, ayudados por las descripciones de otros autores sobre piezas que tuvieron a su disposición en el momento de escribir sus obras, como YRIARTE, CALBETÓ, SELLSCHOPP o PAOLETTI.
Esta es la única manera en que la podrá entenderse como es que en dos catálogos editados en fechas tan próximas como CAYON 1980 y CALICÓ 1981, por ejemplo, el 4 Reales de Sevilla de 1611 de Felipe III con Ensayador B se valore en el primer caso en 7.000 P, y en el segundo en 40.000 P o que en CALICÓ 1981 el 4 Reales de Toledo de 1619 con el Ensayador P se valore en 40.000 P y el de 1622 con la misma fecha y Ensayador, en 18.000 P, mientras que en CAYON 1980 se proceda justamente al contrario, valorando el 16.000 P la primera moneda, y en 8.000 P, la segunda.
FIGURA 67.2
Para explicarnos todo ello debemos tener en cuenta lo establecido por gran parte de los autores de catálogos de monedas de todo tipo en las Introducciones a sus obras, en el sentido de señalar que los precios han sido consignados para ayudar en lo posible a los coleccionistas y su variabilidad en el mercado puede ser tal, que no deben ser utilizados mas que como índice de la rareza relativa de cada pieza. A tratar de reducir este margen de variabilidad, especialmente notable en las Macuquinas, es a lo que dedicaremos las próximas entradas.
La FIGURA 67.1 muestra la fotografía de una pieza de 4 Reales acuñada en Toledo a nombre de Felipe IV en 1624 con el Ensayador P. Después de haber establecido en la parte inicial de esta entrada las características respecto a legibilidad de los datos identificativos que deben reunir las monedas a las que sea aplicable la escala de precios que venimos utilizando para las emisiones comunes de 4 Reales Macuquinos de Sevilla y Toledo, se ha considerado necesario reproducir una pieza que reúne en su integridad estos requisitos.
En efecto, en esta pieza son visibles, aunque no especialmente resaltados, los 4 dígitos de la fecha. En el anverso cumple este requisito la P del Ensayador, pero no la marca de Ceca que es muy difícilmente legible, aunque con toda seguridad la pieza puede ser atribuida a Toledo, tanto por su arte como por el hecho de no existir en otra Ceca, emisiones de este Ensayador, con esta fecha,. La pieza tiene pátina original, aunque no atractiva, el numeral del rey no es visible, pero sí la denominación (IIII). Es decir que es el típico ejemplar para el cual podemos aplicar tal cuál la escala de precios que venimos utilizando. La pieza se encuentra en grado F- por presentar desgaste generalizado que no permite ver ninguno de los dos escudetes del anverso. Por ello, su valor es de 175€, completamente coincidente con el precio de mercado, al ser el resto de sus características las estándares en las piezas de esta emisión.
FIGURA 67.3
Una vez analizados suficientes ejemplares de 4 Reales producidos en las Cecas de Sevilla y Toledo en el periodo 1589-1649, pasamos a analizar ejemplares producidos en el resto de las Cecas, indicando ya por adelantado que todas las piezas fechadas en Madrid, Segovia, Granada, Valladolid o Burgos tendrán la consideración de raras (multiplicándose los valores de nuestra escala por 2) o muy raras (multiplicándose los valores de nuestra escala por 4). No conocemos ejemplares de Cuenca fechados con datos suficientemente claros para atribuirlos a esta Ceca, por lo que no incluimos ninguno en nuestro estudio.
Comenzamos con una esplendida pieza de 4 Reales de Madrid (FIGURA 67.2) emitida a nombre de Felipe III en 1620 con el Ensayador G adquirida por su actual poseedor en la subasta CAYON 2000. Esta misma pieza viene siendo reproducida en las sucesivas ediciones de CALICÓ al menos desde 1981. La pieza no presenta desgaste que limite la visibilidad del diseño, excepto en el león de Bramante en el cuartel inferior derecha del escudo del anverso. Conserva brillo original con pátina tornasolada. Por ello, su conservación llega a XF-, lo que es excepcional para una Macuquina. Al ser la Ceca Madrid, su valor sería 2 veces el de la escala que venimos aplicando para Sevilla y Toledo, esto es 1.340€. No obstante, se estima que su precio de mercado solo llegaría a 950€ por caer fuera del cospel los 2 primeros dígitos de la fecha (16) y el numeral del rey (IIII).
La pieza de la FIGURA 67.3 corresponde a un 4 Reales de Felipe IV emitido en Madrid en 1621 con el Ensayador V. La primera cuestión que suscita esta pieza, como todas las fechadas en 1621, es la de su atribución a Felipe III o a Felipe IV. De hecho en la subasta CAYON 2000 en la que se adjudica esta pieza, figura atribuida a Felipe III. Creemos que el equívoco viene de que el cuarto I del numeral del rey en romano, se encuentra recubierto casi completamente por la fuerte pátina negra que cubre casi completamente la pieza, mientras que los otros tres dígitos (III) aparecen sin pátina. Con un detenido examen con lupa o binocular, puede afirmarse que la presencia del cuarto I es indudable, especialmente teniendo en cuenta el amplio espacio existente entre los dos puntos que enmarcan el numeral en el caso de las piezas de Felipe III.
FIGURA 67.4
La pieza la consideraremos como rara por ser de Madrid, sin motivo de rareza especial sea de Felipe III o Felipe IV. Es de notar el radical cambio de diseño de los castillos del reverso de 1620 a 1621, apareciendo ahora con dos pisos claramente diferenciados, arrancando las almenas del segundo piso. El último dígito de la fecha tiene doble acuñación, posiblemente por falta de relieve de la primera en el cuño. El grado de conservación es VF- con desgaste casi exclusivamente en las partes altas del relieve. Por tanto su valor sería del doble de los 340€ que le corresponderían en la escala aplicable a Toledo y Sevilla, siendo por tanto de 680€. Este valor lo reduciríamos en un tercio por falta de visibilidad de los 2 primeros dígitos de la fecha y falta de claridad en el último.
Los dos ejemplares que nos restan por analizar en esta entrada son dos piezas muy raras, ambas de la década de los 30 del reinado de Felipe IV con los Ensayadores A sobre V y M. Todas las piezas de esta década, en cualquier denominación, excepto las de 1639 son de gran rareza, por lo que es de suponer que las labores de la Ceca de Madrid estuvieran centradas en este tiempo en la acuñación de oro, ya que la rareza relativa de las emisiones en este metal no es tan grande.
De hecho, CALICÓ en ninguna de sus ediciones conoce la existencia de ejemplares fechados de Madrid de 4 Reales en esta década anteriores a 1639, existencia que PELLICER 1971 da como posible, pero sin reconocer haber visto ninguna. También KRAUSE 2002 omite la existencia de ejemplares fechados en esta época, anteriores a 1639 en la Ceca de Madrid. En cuanto a las ediciones de CAYON de 1998 y anteriores, en ellas se admite las existencia de ejemplares de este tipo fechados en 1633, pero no en 1635.
La FIGURA 67.4 presenta la fotografía de un 4 Reales de Felipe IV de Madrid acuñado en 1633 con el Ensayador A sobre V. La sigla del Ensayador con sobreimpresión es suficientemente visible en su parte baja, mientras que no es legible en modo alguno la Ceca, aunque por su arte, comparándolo con la pieza de 8 Reales de Madrid de esta década, fotografiada por CALICÓ, es indudable que debemos atribuirlo a ésta Ceca. El cuarto dígito de la fecha es claramente un 3 aunque el tercero (3) no puede ser leído. Sin embargo, las mismas consideraciones referidas al arte empleado en su grabado y la sigla del Ensayador con sobrefecha hacen que necesariamente deba de ser atribuido a esta década, ya que a partir de 1639, el Ensayador cambia para todo el resto del periodo de Felipe IV en Madrid.
FIGURA 67.5
Aunque parte de la pieza no es visible por falta de presión en la acuñación, detalles como es aspecto de los castillos en el reverso permite encuadrar la pieza como VF a lo que correspondería un valor de 4 veces 400€ o sea 1.600€, por la consideración de muy rara de la pieza. No obstante, la falta de absoluta seguridad en sus datos identificativos, reduce su precio de mercado a 200€.
Parecida circunstancia se da en la pieza de la FIGURA 67.5 que corresponde a un 4 Reales de Felipe IV, acuñado en Madrid en 1635 con el Ensayador M. En este caso, tanpoco la sigla de la Ceca es visible en absoluto, debiéndose hacer la atribución a Madrid, en función del Ensayador M y el arte de la pieza. Ahora, sin embrago, sí son visibles los 2 últimos dígitos, 35, de la fecha de 1635, situada en la parte superior izquierda de la leyenda del anverso. También ayuda para la atribución a Madrid el diseño de los castillos, muy similar a los empleados en esta Ceca en 1621. La identificación de los dos últimos dígitos de la fecha, dada la similitud de forma entre el 3 y el 5, se hace en función del diseño de 3 y del 5 tanto en Madrid como en otras Cecas, en las que el 5 tiene siempre una curvatura menor en su tramo curvo. El grado es F-, especialmente por la baja calidad del reverso, y al ser considerada la pieza como muy rara, su valor sería 4 veces el que le correspondería por la escala de precios para Sevilla y Toledo, ésto es, unos 700€. No obstante, el precio de mercado, por falta de visibilidad, sería solo de la tercera parte, 240€.